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Robinson Crusoe, Chile: La Isla del Tesoro Cuando "El Gringo" Bernard Keiser, un rico industrial norteamericano de 48 años de edad, llegó el pasado mes de noviembre a la isla Robinson Crusoe, un islote volcánico a 650 millas de las costas chilenas, estaba convencido de que en pocos días lograría desenterrar "el oro de los aztecas", un tesoro oculto con un valor de diez mil millones de dólares, que según él, se encontraba enterrado en aquella isla. "Yo sé donde está", diría. La isla chilena, con una población de algo más de 500 habitantes en su mayoría pescadores, fue hecha famosa por la obra literaria y el héroe de la novela del mismo nombre del escritor inglés Daniel Defoe, quien se inspirara en las peripecias del marino holandés Alexander Selkirk, abandonado por su capitán en aquella solitaria isla del archipiélago de Juan Fernández en 1704 y donde estuvo hasta que fue rescatado en febrero de 1709. Keiser, dueño de la fábrica de textiles norteamericana Architex International, después de varios años de estudios e investigaciones así como miles de dólares invertidos, había aparentemente descifrado el enigma que por casi 300 años había tenido oculto un tesoro llevado a la isla en 1714 por el español Juan Ubilla y Echeverría, general de la flota en Veracruz, México, cuando éste decidió traicionar a su país entonces bajo la dinastía de los Borbones. Cuatro años después de numerosas pesquisas alrededor del mundo entre las que se encontraban visitas al Museo y Biblioteca Militar Británica, donde pudo verificar parte de la historia y algunas de las cartas de navegación escritas por marinos españoles e ingleses, pudo Keiser lograr, según él, la identificación real del lugar exacto donde se encontraba el tesoro. Cuando comenzaron el pasado 14 de noviembre las excavaciones en la isla, a sólo unos metros de la playa y en el lugar conocido como Puerto Inglés, Bernard Keiser "sabía" que el tesoro se encontraba al final de la cueva semidestruida en unos 80 barriles de madera de 1 metro de alto llenos de oro, joyas y piedras preciosas que el general Ubilla, después de dos años de ocultamientos, había logrado enterrar en aquel lugar pocos meses antes de morir frente a las costas de la Florida. Uno de los documentos descifrados en poder de Keiser provenientes del oficial inglés Cornelius Webb, que en 1716 explicara cómo llegar al tesoro después de que él mismo lograra desenterrarlo parcialmente, identificaba un punto del lugar en forma de escorpión a "un cable del Inglés", medida naval que equivale a 182 metros. Todos los antiguos documentos en poder del norteamericano Keiser han sido verificados por expertos de varios países y considerados como auténticos. "Es allí", dijo Keiser al señalar el punto donde 4 cavadores contratados en la isla picaban sobre rocas y tierra árida del volcánico subsuelo. Tres días después, el martes 17, los arqueólogos chilenos que acompañaban a la expedición para verificar y proteger los lugares, al golpear los excavadores a metro y medio de profundidad una roca madre, hicieron detener los trabajos al determinar que era imposible pudiese ser ese el lugar donde estaría enterrado el tesoro y donde tendría que haber una base distinta, más porosa. El alcalde de la isla, Leopoldo González, tan seguro como el mismo Keiser sobre la existencia del oro oculto, ha dicho: "El señor Keiser me ha mostrado documentos que prueban la existencia del tesoro. Yo también estoy seguro de que está allí, sólo es cuestión de tiempo encontrarlo". Con la ayuda prometida por el norteamericano para la población de la isla si encuentra el tesoro, un hospital y una escuela secundaria, todos los habitantes de Robinson Crusoe se muestran expectantes. El acaudalado norteamericano, sin inmutarse por el revés, ha enviado a buscar al continente numerosos instrumentos sensitivos como radares y equipos electromagnéticos, al mismo tiempo que ha pedido a sus abogados en Chile la obtención de nuevos permisos para continuar la búsqueda. "Tengo sumamente claro que se trata de un largo proceso que comenzó hace 4 años", declaraba Keiser. Los habitantes de la isla Robinson Crusoe parecen estar también de acuerdo en que la historia no ha terminado allí.
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