Especial: Juegos Olímpicos Beijing 2008
La forma sigue siendo importante

Viva México

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Ocasionalmente, los hombres tropiezan con la verdad,
pero la gran mayoría de ellos se levantan y se van de prisa,
como si nada hubiese sucedido.

Sir Winston Churchill

Están por empezar las Olimpiadas Beijing 2008 y el desfile de medallas de oro, plata y bronce que, de acuerdo al lugar que cada quien gane en su competencia, lo distinguirá como primero, segundo y tercer lugar.

Todos los demás atletas y sus respectivos países resultarán perdedores, tanto por no ganar una medalla, como tal vez por ni siquiera acercarse en una mínima posibilidad.

Cada competidor o equipo que va en representación de su país tiene la conciencia en la autocrítica de la capacidad que lo ha llevado hasta ahí para sentirse satisfecho por ello, pero también hay quien sabe que el esfuerzo mayor en esa competencia le puede dar un valor más importante a su país, pero sobre todo a su persona.

Me refiero al hecho de saber que se ha preparado con todo para la competencia, que han dado su mayor esfuerzo para lograr un resultado positivo de acuerdo a su capacidad y al apoyo que ha recibido para su preparación, y que a veces algunos no muestran vergüenza ni dignidad para competir en este tipo de juegos.

Hay una frase coloquial que dice que lo importante es participar, no ganar, pero los que alguna vez han enfrentado la situación en algún tipo de competencia saben que el ganar sí es importante, pero es mucho más importante saber cómo se ha ganado, cómo desarrolla su competencia.

Las formas para ganar, incluso para perder, siguen siendo lo más importante.

En el caso del futbol, que es un juego de conjunto, la forma de cómo se gana y cómo se pierde cobra mayor valor, porque el esfuerzo, la actitud y la capacidad desnuda durante los 90 minutos del partido, lo que cada jugador da al equipo, así como los jugadores y el cuerpo técnico, van reflejando el resultado, a final de cuentas, de lo que han trabajado en su tiempo de preparación.

Hablamos de ganar o perder, no de empatar. Aunque en el futbol es válido el empate, si no sientes la derrota o sientes el triunfo no pasará nada que haga que cambies de actitud. Si no tocamos el fondo de una derrota o la cima de un triunfo no sabremos distinguir la diferencia.

El conformismo de no aceptar un fracaso o una derrota hace creer que estamos en el camino correcto, pero a estas alturas, el camino elegido será eterno si no logramos captar y corregir los errores que nos han llevado a la mediocridad mental y de actitud ante las cosas que suceden.

Por supuesto que cuesta trabajo aceptar una derrota, ya que a la vez estaremos aceptando que hemos fallado, que no nos preparamos para mayores metas, pero sólo aceptándolo como verdad es como podemos corregir los errores que nos hagan mejorar para ganar, aun perdiendo, y no seguir en el conformismo de disfrazar con el “no pasa nada” una derrota.

En el caso del futbol varonil, que es donde más dinero se mueve en todos los aspectos, donde mejor se paga al jugador y todavía más aun, no se le cuestiona su labor en la cancha, seguiremos este camino eterno de derrotas sonrientes, de fracaso disfrazado de aventuras y de experiencias que no se aprenden.

Unas Olimpiadas sin mexicanos en el fútbol, no pasa nada, como no pasó en Atenas 2004.

Vimos cómo el equipo varonil de México no pudo anotar un gol a favor en los dos primeros encuentros en los que participó (empató a 0 con Mali, perdió 1-0 contra Corea). No supo aprovechar las llegadas a la portería rival en el caso del juego contra Mali y la actitud pasiva mientras transcurría el juego, y ellos se conformaban con el empate. Nadie dijo que éste fuera un mal resultado, aún faltaban dos partidos más por recuperar, pero la forma y la actitud para enfrentar esta competencia hace dudar del para qué llegar ahí, si no se tiene ni siquiera las ganas de ganar el primer partido.

Cuando el agua les llegó al cuello, que fue contra Grecia, entonces sí se vieron apurados, corriendo toda la cancha, recuperando balones. Ricardo La Volpe, técnico del tricolor, ahora sí, dando instrucciones desde la banda, alentando a sus muchachos, cuando ya habían perdido toda posibilidad de avanzar a la siguiente ronda.

Contra Corea no pudieron ni siquiera mostrar la capacidad para crear jugadas de peligro. Si hubieran empatado resultaría el mismo cuento, dos puntos logrados y un partido por disputar. Se tendió de nuevo la cama para caer en blandito, se dijo que se hizo lo que se pudo pero no se aceptó que no hicieron lo que debieron hacer, que es ganar, y se disfrazó de nuevo el fracaso.

Y por no llevarlos a esa “oportunidad” es que cesaron a Hugo Sánchez de la Selección Mexicana en este 2008, y se le quitó toda posibilidad de revivir el espíritu de competencia y unión que México no tiene, ni demuestra, ni aprende de sus fracasos olímpicos en el fútbol.

Hasta para quitar a un entrenador y poner a otro, la forma sigue siendo importante.

“Somos la raza estrangulada por la inteligencia, ‘la insuperable, mundialmente famosa trapecista que ejecuta sin mácula triple salto mortal en el vacío’. ...En este continente que agoniza, bien podemos plantar una esperanza”. Rosario Castellanos.

Felices Olimpiadas Beijing 2008, sin mexicanos en el fútbol.