Especial: Colombia+Venezuela
Especial
Colombia+Venezuela

Presentación
Jorge Gómez Jiménez

¿Por qué vamos a pelear?
Pablo Amaya

Las Letras son para la Unión
David Alberto Campos Vargas

¿Una cicatriz?
Jaime de la Hoz Simanca

Siete poemas por Bogotá
María Antonieta Flores

Intereses ajenos
Silvia Hebe Bedini

La ruptura que demuestra cuán unidos estamos
Martha Beatriz León

Gritos salvajes sacudiendo nada
Gabriel López

Venezuela-Colombia
Adelfa Martín Hernández

Así era con ella, así de difícil y absurdo
Andrés Mauricio Muñoz

Venezuela-Colombia

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Viví en Venezuela desde finales de los años 50 hasta los también finales de la década de los 80, así que podría hablar de muchas cosas; de movimientos sociales y políticos que marcaron y condujeron, para bien o para mal, a la Venezuela de hoy.

Fueron épocas de efervescencia, de cambios radicales, después de una dictadura de diez años. Muchas heridas abiertas, rencores, muertos, presos y olvidados, pues a los partidos de aquella incipiente y desorganizada izquierda no se los dejaba participar. Recuerdo los disparos en la noche cazando, literalmente, a los de la “guerrilla”, las detenciones en plena calle, los registros —incluso me tocó presenciar uno en mi propia oficina, buscando propaganda “subversiva”. Era la época del apogeo del gobierno de Castro, enemigo jurado del presidente Betancourt.

En aquellos entonces, 60 y 70, comenzaron a llegar en verdaderas oleadas emigrantes de Colombia a Venezuela, dada la bonanza económica que se vivía en esos momentos, y con esa marea de gente, la mayoría trabajadora, llegaron también los maestros de la delincuencia. Era vox populi que, cuando caían presos, adiestraban y enseñaban a los detenidos venezolanos en refinadas artes, como el trasiego de drogas y los secuestros.

Como dato también molesto, no olvido la frecuencia con que ciertos militares y políticos colombianos se referían —con el único fin de agredir— al “Golfo de Colombia”, en vez de decir Golfo de Venezuela, enarbolando incluso papeles para confirmar su dicho.

Me desagradan Chávez y Uribe. Del primero, no puedo olvidar la imagen de cuando entró al Congreso con la pretensión de “dar un golpe”. Del segundo, tiene un largo historial de canalladas a sus espaldas, con las cuales de repente sí vaya al “basurero de la historia”, el día que la distancia sea suficiente como para realizar un análisis, pero de ahí a romper relaciones con la hermana República de Colombia, va mucho trecho. Es obligatorio recurrir a cualquier instancia, antes de tomar este tipo de decisiones. La geopolítica, y especialmente los antiguos y estrechos lazos de amistad, así lo requieren. Ustedes se van, señores gobernantes, los pueblos quedan...

Que ya el señor Chávez le baje a su testosterona, que también tiene cola que le pisen, no sólo por su probada simpatía con las FARC, sino por el cierre de emisoras de radio y televisión que no le son afines, o la expropiación de empresas de cualquier índole, sin que hasta el momento haya demostrado que es un buen administrador... ¡No hay más que ver cómo está la economía!

Al fin no es sino otro militarzote, de los tantos que han desfilado por mi querida Venezuela...