Poemas
Héctor Rosales
Ruptura
el refugio inmune ha dudado
esas pupilas a través de la playa del episodio
interrumpido por las mismas diversas saetas
dirigentes de tu rumbo haciaquí
observabas las aguas dormidas y eran ellas que desde ti
me miraban moribundos rubíes
pautaron en laxitud
nuncasumibles conveniencias
y quedar dentro de aquellas fosas
afiebrados no salir y sin embargo ya fuera
de nos-otros ya el viento en nuestrarena
observabas pero yo no estaba en esos minifundios
que contemplaron cómo los veneré cómo
en medio de aquel sueloxigenado
al que apostamos
quién traería estos oleajes los peces ahogados
las trampas de la repentina medusa
observabas
desde tus dedos apretados de inocencia y de no
rodaba un mañana similar a otoño eterno
y ambos evitando el centro
nos
otros
que teníamos la ecuación del hielo
resuelta con puro abrazo
los que acorralamos desgracias armados de humor y fe
otros
los que habíamos mantenido al sol
desde la orilla
Arbustos al borde de la vía
A Fernando Cabrera
arbustos al borde de la vía fibras del pensamiento
llano llamado esmeralda por cortos cables
verticales luego madejas del baldío avisos
vaticinios
pasto sin más usuario que mi aliento rastro
mío verdemente inmóvil cuando paso inmóvil
sobre carriles extremados a la estación de ceniza
bustos al margen de la huida testigos
atónitos de un pasaporte indefinido cada uno
arriando estrechas lupas que la carestía empaña
siento esas pupilas esas fuentes alcaloides
modificando vegetales dándoles la grave
información que de pronto al viento excita
tos al cabo del temblor en los macilentos conductos
de la tierra tos que trepa hasta mi espalda
verdemente doblada como un tallo un quebrado
cristal mientras me alejo
Semblanza II
cambia la hora su indumentaria de ayeres
mientras el señor se acuerda de los manzanos
aportando turgencias a la siestagraciada
tal vez sea cristal la carretera
que diametralmente atraviesa la estancia
donde un escritorio silla trenzada cirio
lápiz cuartillas grises boina y alcanfor
rifan la suerte de un poema estremecido
de ayeres borra la mano vestuarios
que cruzan asimismo el ámbito sin estufa
y es azul melodía de la edad
lo que quiebran los bronquios contra el sol
apagándose
desde un retrato reducido emana
verdores la miradadolescente desnudando
cincuentaños de chica trigales y altillo
plazas y sábanas como aves
picoteando fuegos y eneros haciatrás
pero nieva
sobre las áridas alfombras que la noche
confunde con la ruina ante las instrucciones
del río al sendero por los abiertos panes
rechazados que contempla la ridícula sonrisa
en el vaso cautiva nieva
entre las cejas del señor
al moverse una muchacha pelirroja
a través de los tatuajes del jardín
y traspasar la pared para detenerse ante
su propio retrato
y delicada lentamente cerrar
los párpados de un hombre que no escribe
ni sueña ni aguarda
ni extraña