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La Revolución Cubana: el mundo que no logramos Se cumplen 40 años del triunfo de la Revolución Cubana, un hecho original, un entonces soplo refrescante de libertad que hizo despertar esperanzas de un nuevo comienzo, de un final feliz después de muchas frustraciones históricas. Para nosotros, que habíamos visto caer a los mejores en la lucha, un estreno de patria limpia, sin compromiso. La revolución cubana que desde su inicio fue transbordada mediante acciones audaces en cadena hacia la órbita soviética, hasta el derrumbe de la URSS, trata hoy de buscar un camino, un proceso social propio. Desde la misma nomenclatura del poder, en estos momentos, muchos revolucionarios en la isla ven con inquietud cómo la vida del carismático y anciano "máximo dirigente" se va apagando junto a su cantera de utopías y caprichos. Delante de 40 años de agobiantes sacrificios para un pueblo con miles de víctimas en ambos lados de la lucha fratricida, creemos no es éste el momento de analizar el porqué ni cómo cambió de órbita esta revolución que pertenecía al socialismo democrático; una filosofía política con metas definidas y basada en la dignidad plena del hombre, igualdad de oportunidades para todos, paz y libertad. Principios que también parecen vocación eterna de nuestros pueblos en América Latina. "Rompiendo la piel de la mentira", decía uno de nuestros compañeros revolucionarios en la isla, "quisimos construir un mundo más justo, y que justo no es siempre porque no lo logramos". No es revolucionario, ni justo cerrar los caminos alternativos en nombre "de la pureza" haciendo desaparecer todo intento por alcanzar la prosperidad colectiva desde la estrecha visión de un dogma, de una ideología ya agotada. En Cuba se puede observar la realidad de un mundo con fuerte presencia, principalmente en Europa, de florecientes economías dirigidas por administraciones socialdemócratas. El pueblo cubano se ha dado cuenta de que pobreza no es socialismo, y sí el resultado de una mala administración; que subdesarrollo no es socialismo y sí la incompetente respuesta ante la "conveniente" e injusta política extranjera impuesta por muchos años. Es necesario comenzar lo antes posible a transitar el camino hacia una pacífica transición democrática en Cuba, hacia un cambio alternativo que pueda salvar lo que aún tiene tiempo de salvarse de aquel mundo que no logramos, y que se ha convertido ya en una necesidad impostergable. Todos en Cuba lo saben.
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