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Mafalda: la mujer del siglo XX

jueves 5 de noviembre de 2020
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Joaquín Lavado, Quino, y su personaje Mafalda
Mafalda, la caricatura de Quino, tuvo trascendencia no sólo en su país de origen (Argentina), sino también a nivel global.

Mafalda —el personaje— tenía una visión del mundo diferente a la de todas las mujeres de la época.

Mafalda fue la principal representante de la resignificación del género, especialmente femenino, del siglo XX, resignificación entendida como el “hecho de darle una nueva significación a un acontecimiento o a una conducta” (Pérez Porto & Merino, 2016), tesis que será desarrollada a lo largo del texto. Con todo y lo anterior se busca demostrar, a través de argumentos, el concepto erróneo de feminidad que se tenía para los sesenta y cómo Quino logró transformarlo a través de Mafalda, un personaje inquieto y curioso que a través de sus actos y dichos generaba reflexión en los adultos que la consideraban débil e ingenua por su edad; sin embargo, a su corta edad Mafalda logra mostrar los problemas socioculturales en el mundo.

Se ha dicho que la creación de Mafalda fue el boom generacional de los años sesenta. En primer lugar, porque

(…) pone de relieve el carácter extraño de una creación de papel y tinta que pareció capaz de cobrar vida —es decir, de salirse del cuadro de la ficción— y expresar las dislocaciones generacionales y de género que estallaron en los años sesenta. De hecho, la nota fue publicada en 1969 en el pináculo de las luchas protagonizadas por los jóvenes a escala global (Cosse, 2015, p. 3).

De modo que la caricatura de Quino tuvo trascendencia no sólo en su país de origen (Argentina), sino también a nivel global, lo que facilitó su impacto y posterior uso en campañas publicitarias alrededor del mundo. Como lo afirma Jésikka Lima a continuación: “De esa manera, ocurrió una explosión de popularidad que superó los límites argentinos, llegando a diversos países: publicaciones en diarios, ediciones de libros con las historietas reunidas, pósteres, cuadernos, papeles para cartas, dibujos animados, película, etc.” (Lima, 2013, p. 13).

En segundo lugar, hay que advertir que Mafalda —el personaje— tenía una visión del mundo diferente a la de todas las mujeres de la época, ella plasmaba un ideal de libertad y empoderamiento femenino que revolucionó la concepción del género.

La niña aparece como contestadora de la paz mundial y de la sociedad, y uno de sus cuestionamientos más fuertes se refiere al papel femenino ejercido en aquel periodo. En las historietas de Mafalda, es recurrente la crítica al papel tradicional reservado a las mujeres. Ella representa a la mujer que nace en aquel periodo y que anhela más que el confinamiento al hogar, diferente que su madre, Raquel, y que su mejor amiga, Susanita, cuyos mayores objetivos son el ser madres y esposas (Pereira, 2013, p. 13).

Es entonces preciso afirmar que para 1960 aún primaba el machismo y la creencia de que la mujer era un ser de casa, sin alcance a la educación. Una vez, navegando por la web, me encontré con una historieta de Mafalda en la que una amiga suya le decía que sus planes de vida eran convertirse en señora, casarse, tener hijos, muchas joyas y carros lujosos y por último, tener nietos, a lo que Mafalda le responde diciéndole que el único defecto es que eso no es una vida, sino un escalafón, es decir, una catalogación en ciertos rangos impuestos por la sociedad. Con lo anterior, quiero poner en evidencia la manera en la que Mafalda aborda el tema del papel de la mujer y le da un nuevo significado a través de la reflexión que genera en el receptor de su mensaje.

Esta línea de argumentación podría suponer que la caricatura, dado su impacto en la sociedad, logró eliminar las prácticas de sometimiento por parte del hombre hacia la mujer y por tanto, la obediencia de la misma; sin embargo, el machismo es un fenómeno tan amplio y de alto acogimiento por la sociedad que incluso hasta el día de hoy no ha sido posible eliminarlo. En un estudio realizado por la organización internacional Oxfam se obtuvo que, del total de personas encuestadas, 95% de los hombres y 94% de las mujeres entre quince y diecinueve años consideran que es normal. Por otro lado, 80% de los hombres y 76% de las mujeres jóvenes piensan que las mujeres necesitan que los hombres las protejan. Así las cosas,

Esa visión de la mujer es herencia de una construcción histórica que estuvo, durante mucho tiempo, inscripta en la subjetividad femenina como su única alternativa. Convencidas de eso, las mujeres no pensaban en otras posibilidades, aceptando “satisfechas” la dominación masculina y el confinamiento al hogar. La maternidad, considerada función femenina que no necesita de habilidades especiales, no era considerada un trabajo; por lo tanto, no merecía compensación. La actividad doméstica, en comparación con la masculina, la que se decía necesitaba de inteligencia y de esfuerzo, era vista como inferior e improductiva (Lima, 2013, p. 14).

Bien, pareciera por lo anterior que los argumentos a favor de la resignificación del género en la caricatura de Mafalda son limitados; pero lo cierto es que son múltiples las manifestaciones de éstos. Por ejemplo, el hecho de que Mafalda califique a su propia madre como “mediocre y sin ambición” (Pereira, 2013, p. 14), y que a su vez manifieste su disgusto y desaprobación respecto a ser como ella, da clara evidencia de la razón por la cual Mafalda se salía del esquema tradicional, hacia un esquema más crítico contra las actitudes y el pensamiento femenino de la época. Cabe agregar que la figura de Mafalda ha acompañado por años las causas de derechos humanos en general, y la de los derechos humanos de las mujeres en particular; esta afirmación está respaldada por el propio Quino, creador de las historietas y el personaje de Mafalda.

Es increíble el alcance que puede llegar a tener “una pequeña niña” en la vida de miles de personas en todo el mundo.

En último lugar, es preciso afirmar que Mafalda fue el impulso de absolutamente todas las mujeres de los sesenta, prisioneras del sistema que querían romper los lazos tradicionalistas y avanzar en campos como el estudio, la economía y la política. No se debe olvidar sin embargo que la sumisión de la mujer es un carácter que ha sido impuesto socialmente desde hace muchos años y que, al ser un hecho trascendental a través de los años, tiene repercusiones en el presente que tomará tiempo mitigar. Por consiguiente,

El hecho de que Quino decidió crear una figura de niña en vez de un niño como protagonista, y luego utilizó eso para crear una relación contrastante entre la madre y la hija, demuestra que la estructura familiar es un mensaje feminista bien pensado (mientras que algunos pueden estar en desacuerdo sobre el uso del término “feminista” en este contexto para ambigüedades definitorias, declaro a Mafalda como una figura feminista en el sentido de que es un símbolo para redefinir los roles de género en la sociedad) (Almeshqab, 2015, p. 2).

Como breve conclusión, creo que todo lo dicho hasta aquí reafirma la tesis mencionada al inicio que propone a Mafalda como la principal representante de la resignificación del género femenino en el siglo XX. Es increíble el alcance que puede llegar a tener “una pequeña niña” en la vida de miles de personas en todo el mundo y cómo ésta puede cambiar la sociedad a través de la reconstrucción del concepto de género y la manera en que la sociedad debería abordarlo, incluso desde el núcleo familiar. Ahora bien, cabe entonces preguntarse: ¿llegará a existir algún artista, como Quino, que con sus obras logre cambiar tradicionalismos en la sociedad?

 

Referencias bibliográficas

Isabella Ruiz Jiménez
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