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Compañero X

sábado 25 de febrero de 2017
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José Agustín
José Agustín comparte con los escritores clásicos la clave de la literatura universal, capturar la esencia humana en su máxima expresión.

De perfil es una novela de José Agustín publicada en 1966, la cual es un fiel reflejo de su tiempo. José Agustín despliega su artillería narrativa y estilística para darnos muestra de su capacidad de innovación, su cercanía y conocimiento de la juventud, permitiendo al joven narrador-protagonista contar las aventuras resultantes de su proceso de conocimiento del mundo, y más importante del descubrimiento de sí mismo.

Existe dentro del texto una fuerte cuestión sinestésica, el narrador nos comunica sus sensaciones y percepciones en todo momento, nos da la oportunidad de conocer el mundo a través de sus sentidos.  

Esta novela es la segunda del escritor tapatío del cual todas las biografías señalan Acapulco como lugar de nacimiento, en la que, a diferencia de La tumba, podemos observar una escritura más definida y un trabajo más elaborado y más cercano y propio de La Onda como se conoce al movimiento literario al que pertenece.

Quién ha olvidado la primera noche que se quedó despierto contando con el permiso paterno, y es mejor recordarla ya que de estas pequeñas memorias se construye la novela; era el requisito para ser oficialmente un adulto, mantenerse despierto cenando en la aburrida mesa de los grandes. Esta clase de sucesos son continuamente recordados y recreados por el narrador, quien sin deberla ni temerla, como tantas veces hemos escuchado, ha empezado a conseguir los privilegios que tanto anhelaba y ahora lo enferman.

La cuestión del título nos permite inferir mucho más de lo que esperaríamos, nuestro narrador protagonista nos va a contar de todos a su alrededor, nos dará sus perfiles pero también, quizá como una de las mayores contradicciones de su personalidad, nos comunicará el suyo. Perfil que será aceptado o rechazado con base en nuestras posibilidades de confianza en este narrador en primera persona, que intenta o promete relatarnos su vida fielmente.

Existe dentro del texto una fuerte cuestión sinestésica, el narrador nos comunica sus sensaciones y percepciones en todo momento, nos da la oportunidad de conocer el mundo a través de sus sentidos. Con descripciones magistrales, construidas de manera sumamente agradable, lo que hace que la novela sea aún más disfrutable, y el lector logre otro grado de vinculación con lo que se nos está contando. Continuamente nos hace partícipes de sus experiencias; quizás es lo que el protagonista semianónimo necesita, un compañero de fidelidad exorbitante como lo puede llegar a ser el lector en cuestión.

Nuestro narrador es un joven que aspira a ingresar al nivel medio-superior, preparatoria de la universidad para ser específicos, por lo que continuamente nos comunica ese trance en el que se encuentra en el que dejará de ser un niño para convertirse en un joven adulto y desde el punto de vista social en un hombre. Podemos percibir las dificultades que esto implica para él y el conflicto mental que esto representa, tener que crecer, adquirir responsabilidades, dejar la inocencia y comenzar a percibir el mundo de una manera más cercana a la realidad, es decir sin el blindaje que puede tener esto para un niño.

Un aspecto sumamente interesante son las mujeres en la narrativa de José Agustín, quienes no tienen el mismo papel que el protagonista se otorga y acepta (arrinconado, pusilánime, cobarde…); son personajes de una relevancia total, qué sería de nuestro protagonista si no se hubiese encontrado con Queta, o sin el amor edípico que le inspira su madre. Todo el tiempo se hace presente lo femenino, esto complementa e ilumina muchas veces el camino de nuestro narrador, quien explora este mundo tan desconocido como intrigante.

Las mujeres para nuestro joven narrador serán guías y agentes de perdición, todo al mismo tiempo, le mostrarán el camino o varios caminos y una serie de posibilidades. Para él representan lo desconocido aunque la mujer de su vida es Violeta, su madre, ella es un auxilio y apoyo todo el tiempo, ella será su modelo y estándar de comparación para las siguientes mujeres de su vida, sin embargo jamás logrará entenderla por completo.

Ellas representan el misterio y la posibilidad, una continua descripción de sus reacciones físicas nos mantiene al tanto de su desarrollo y de su comportamiento hacia estos seres de una dimensión aparentemente desconocida. Ellas son puntos de quiebre y aparecerán por algo cada que se manifiesten, lo hacen crecer cambiar y darse cuenta de cosas que quizá antes no hubiera percibido, profetisas, alquimistas, mujeres hadas (aunque sin alas).

“De perfil”, de José Agustín

José Agustín nació en Acapulco en 1944. Poco menos de dos décadas más tarde comenzó a publicar, colocándose a la vanguardia de su generación. Fue miembro del taller literario de Juan José Arreola, quien le publicó su primera novela, La tumba, en 1964. Ha sido becario del Centro Mexicano de Escritores y de las fundaciones Fulbright y Guggenheim. Entre sus obras destacan De perfil (1966), Inventando que sueño (1968), El rey se acerca a su templo (1976), Ciudades desiertas (1984, premio de Narrativa Colima), Cerca del fuego (1986), El rock de la cárcel (1986), La panza del Tepozteco (1993), La contracultura en México (1996), Vida con mi viuda (2004) y Armablanca (2006).

La vida de nuestro narrador se desarrolla en un momento histórico nada sencillo, un momento social en el que la sociedad está aparentemente evolucionando, los sesentas, época de cambio y rompimiento de paradigmas y esquemas de tradición. Decidir qué tan bueno puede resultar este proceso independentista dependerá de la perspectiva que nos es comunicada. Por un lado tiene una cantidad de libertad mayor (como si eso pudiera medirse), por el otro no sabe qué hacer con ella y le será más difícil tener que definir límites propios.

Respecto a la libertad y las posibilidades, el hijito mayor de un siquiatra nos contará cómo la mente es capaz de jugarle pasadas no del todo agradables. En este aspecto, nos hará partícipes de ese proceso mediante el cual él se mantiene dudando de su cordura todo el tiempo. En el que automáticamente él se convierte en su propio analista y deja abiertas múltiples posibilidades de juicio para los lectores.

En el núcleo familiar de quien nos relata esta historia nos encontramos con unos padres que, aun sin saber qué resultados pueda traerles lo que están haciendo, se han convencido de la modernidad (lo que quiera que esa palabra comunique en esos momentos), tenemos unos padres con especialidades concluidas o no en ciencias relacionadas con la salud mental, quienes a partir de esto, definitivamente educarán a sus retoños con mayor libertad que los padres comunes.

Dentro de su familia el cigarro es un vicio aceptado, en su caso se admite que sólo es la sustitución del pulgar, la necesidad de mantener continuamente algo en la boca, ese caso es visto desde la perspectiva de los analistas de la mente humana como una estadía permanente en la infancia, aunque para nuestro protagonista y sus amigos es la forma más efectiva y rápida de crecer, de por lo menos verse grandes. Una fuerte crítica por parte de José Agustín, desde mi perspectiva.

La inocencia es otro factor de suma relevancia en el texto, lo que me remite de manera inmediata a Fitzgerald, a una de sus mayores aseveraciones: “No quiero repetir mi inocencia, quiero tener el placer de perderla nuevamente”; en esta cuestión se encuentra la mayor parte de los jóvenes cuyos perfiles nos comunica el narrador, se encuentran tan ansiosos por dejar de ser niños que no les duele crecer, no les parece relevante ni le otorgan importancia.

La pérdida de la inocencia en cuestión tradicional es el centro o punto culmen del libro; una vez que llegamos a esa parte comprendemos la vida del sujeto X, quien en una ocasión menciona con cierto resentimiento que tiene un nombre, ese suceso es un parteaguas en su vida, una iniciación, después de eso él decide que ya no es un niño y hace lo posible por comportarse como si lo comprendiera completamente.

A pesar de narrarnos una etapa difícil de la vida de cualquier ser humano, lo hace de una manera en extremo divertida; podemos leer el libro y mitigar esas dudas que el protagonista nos comunica, que implican volver a nuestra adolescencia o tener una idea de lo que enfrentaremos si aún se es demasiado joven como para ya haber salido victorioso o afectado (uno nunca sabe) de este trance. Pero nos lo hace ver muy divertido y aligerado cada que nos comunica de manera sencilla y lúdica sus batallas, conquistas y derrotas.

Una especie de Quijote juvenil, que desea comerse el mundo en unos cuantos meses, el cual nos ha convertido en sus fieles escuderos, en sus escuchas y compañeros encargados de seguir otorgándole el valor indispensable para enfrentarse a la vida, andando con esos zapatos límbicos en los que se es mayor para algunos miramientos y se sigue siendo un niño para una gran cantidad de posibilidades que en esos momentos cualquier joven se muere por experimentar.

José Agustín es un mago de las palabras, con certeza nos comunica lo que desea, nos transmite lo que quiere y nos hace sentir como él decide. Ese es otro elemento relevante del texto y el cual le otorga un valor interesante. El señor Ramírez nos da un registro muy completo del habla mexicana, del habla de los jóvenes de la época, lo que le otorga un nivel de realismo superior al texto, lo que lo hace real y viviente, permanente.

Además la redacción nos acerca a la variante hablada por completo, más que ortográfica se vuelve una representación cercana a lo fonético, tenemos una mezcla de idiomas, una sucesión de traducciones como muestra de perspectiva del mundo y la importancia de la comunicación y para permitir ésta, la importancia de la lengua. Escribir como suena y como se debería es uno de los elementos clave de esta narrativa.

Nuestro narrador todo el tiempo es el mismo, pero tiene diferentes maneras de atraparnos de manera continua, es un divertido aspirante a poeta que nos transmite sus experiencias de manera divertida, obteniendo inspiración de donde menos esperaríamos; de este modo el joven poeta captura nuestra atención y nos permite observar su evolución a lo largo de la novela.

De perfil es una novela de gran relevancia en la historia de la literatura mexicana, por su calidad literaria, su temática y la manera en que retrata la realidad del país en ese momento.  

Para la crítica es una novela de iniciación, y si nuestro teatral narrador, protagonista y actor principal de su recién comenzada vida es el iniciado, dicho proceso está en manos de los mayores como debe ser, ellos conducen, señalan los caminos y desviaciones para que este hombre pequeño que aún se descubre a sí mismo con el pulgar en la boca a ratos, deje de ser un aspirante, adquiera y ejerza una típica masculinidad mexicana.

La tipografía y la organización grafica del texto son un plus al dinamismo y vitalidad del texto, líneas, puntos, diferentes alineaciones así como las cuasidivisiones son otra forma de comunicar las ideas y el movimiento que el texto tiene. Este es un elemento característico e interesante algo innovador y con gran capacidad comunicativa, acerca al texto a una semioralidad que le otorga mucho carácter.

De perfil es una novela de gran relevancia en la historia de la literatura mexicana, por su calidad literaria, su temática y la manera en que retrata la realidad del país en ese momento, característica que le valió críticas por ser considerada demasiado periodística, se le había condenado a ser sólo un éxito temporal porque los asuntos que trataba eran recientes y relevantes en ese momento, pero no, esta obra permanece en el repertorio literario nacional, con justa y merecida razón.

El joven X permanece en nuestro imaginario, puede seguir siendo el antihéroe que nos muestra otras posibilidades y nos hace acercarnos al señor Ramírez (una excelente carta de presentación) puesto que es una novela divertida y atemporal, los problemas de nuestro narrador para fortuna o desgracia son perpetuos e innatos a la naturaleza humana. Ese es el elemento que captura nuestra atención muy probablemente y lo que hace que a los cincuenta años de que se haya publicado la sigamos leyendo, porque José Agustín comparte con los escritores clásicos la clave de la literatura universal, capturar la esencia humana en su máxima expresión.

El libro por excelencia desde la perspectiva de Kafka es “el hacha que rompa el mar helado que hay dentro de nosotros”. Después de acompañar al chico, de quien nunca conocemos el nombre. nos hará cuestionarnos el nuestro, para nunca volver a ser los mismos.

Fátima G. García Alejandre
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