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En la frontera

miércoles 22 de enero de 2020
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“A punto de ver”, de José Luis Morante

A punto de ver
José Luis Morante
Poesía
Polibea
Colección El Levitador
Madrid (España), 2019
ISBN: 978-84-120509-1-2
69 páginas

A punto de ver, a punto de entrar… hay un momento de frontera, previo a la epifanía, que concentra la fuerza del deseo, de la esperanza. Toda la tensión del fresco de La creación de Miguel Ángel se refleja en ese dedo de Dios, que está a punto de tocar a Adán, sin alcanzarle. El poeta está siempre a punto de ver tras el velo de las palabras, esa es su tragedia y puede convertirse en su gloria.

José Luis Morante es un escritor de amplio espectro, que cultiva con agudeza el aforismo, y un profesor a quien apasiona la crítica literaria. Como poeta, su gusto por el haikú no es nuevo; escribe: “La parquedad expresiva del haikú encontró sitio en mis cuadernos Pateras (Santander, 2006) (…) y Nubes (Málaga, 2013)”. Ese primer acercamiento fue el anticipo de A punto de ver, libro en el que se recogen 100 haikús y 31 anotaciones, 131 textos donde el verso y la prosa hacen avanzar, a golpe de remo, la barcaza literaria que capitanea José Luis.

La gran expansión del haikú fuera de su lugar de origen, Japón, donde nace ligado a la filosofía zen, ha traído aparejada la discusión en torno a su “pureza”. ¿Qué características debe reunir un haikú para ser considerado como tal? Digamos que en la gran casa de los haikús caben poetas internos, externos o mediopensionistas y cada grupo es libre para defender la bondad de su elección. Cualquier opción es aceptable siempre que se cumpla una condición: que el resultado sea bueno. Y José Luis Morante la cumple.

Abra el lector el libro al azar y fíjese en el resultado: “ANDÉN / El azar ríe / Aquel último tren / me guarda sitio”. Caprichos del azar que se cita a sí mismo.

 

No es frecuente que los haikús tengan título, pero Morante le añade uno a los suyos. Con ello busca “más el indicio que el enunciado explícito”.

Un pez escurridizo

En las anotaciones encontramos una definición de ese pez escurridizo que es el haikú. Cualquiera que haya intentado pescar a mano sabe que una trucha se escapa entre los dedos si aprietas demasiado, y que apenas sentirás el tacto de su piel fría que huye si no aprietas lo suficiente. Dice Morante: “El haikú es la distancia exacta entre sensación e idea, nunca un atajo”.

A punto de ver lleva en la portada una foto de Javier Cabañero, a través de la cual el lector está “a punto de entrar” en el principal santuario sintoísta, el Fushimi Inari-taisha, en Tokio. De nuevo “a punto de”. Dice Susana Benet en las palabras preliminares del libro que el haikú pretende insinuar sin llegar a decirlo todo. Cabría añadir que el haikú debe decir y no terminar en lo dicho, algo como un perfume debe quedar flotando en el aire tras la lectura del poema.

Juguemos de nuevo. Esta vez salta una anotación: “Cada silencio es un potente generador de sentido”. Ningún maestro zen refutaría esta verdad.

No es frecuente que los haikús tengan título, pero Morante le añade uno a los suyos. Con ello busca “más el indicio que el enunciado explícito”. Un buen ejemplo lo tenemos en el titulado “Juguetes”. “Dentro de ti / la casa de muñecas / de los afectos”. Tampoco se pliega José Luis al “carácter estacional” tan ligado a estas estrofas de tres versos, porque, aunque el concepto no le parece agotado, “lo considera compatible con la adhesión del haikú a las causas del corazón”. Un vaho de sentimientos surge de “Amanecida”: “Bebí en el sueño / —qué sed al despertar— / zumo de ti”.

Que los haikús de Morante no se ciñan a las estaciones no quiere decir que la naturaleza está ausente en A punto de ver; al contrario, tiene un gran protagonismo. Véase este “Ocaso”: “Roja de fiebre / toma aliento la tarde / mientras declina”. Ni siquiera están ausentes las estaciones. Encontramos esta delicada “Primavera”: “Un estornino / picotea la nieve / abril regresa”. Ni siquiera falta en el libro un guiño a Bashō: “Con Bashō”: “Cañas y juncos / cubiertos de verdín / faltan las ranas”.

Para José Luis Morante “el haikú teje en silencio, sin dogmas, cuando la poética se aleja de la emoción, se refugia en el laboratorio”.

 

Humildad y grandeza

En los agradecimientos que cierran el libro, Morante cita a Octavio Paz, Maurice Coyaud, Alberto Silva y Fernando Rodríguez Izquierdo, “quienes —dice— habitan mi biblioteca desde hace años para explicarme la humildad y grandeza del esquema versal japonés”.

Humildad y grandeza, no levantar la vista: esa idea aparece en un haikú titulado “Cabizbajo”: “El yo maduro / no levanta la vista. / Algo presiente”. Y en la última anotación: “Altura de miras para bajar los ojos. Ese instante a punto de ver”. En el aire queda flotando una pregunta. ¿Por qué bajar los ojos precisamente cuando se está a punto de ver?

Gloria Díez
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