
Des(atar)
Mayra R. Encarnación
Cuentos
Editorial Areté Boricua
San Juan (Puerto Rico), 2022
ISBN: 978-0-578-59694-5
62 páginas
Poesía y narrativa
El arte de contar en pocas palabras ha sido y es pariente consanguíneo de la poesía. Y es que la poesía y la narrativa han estado vinculadas. ¿O acaso la épica y aquellos cantares de gesta no fueron concebidos en verso por los juglares? No han estado tan lejos la una de la otra. Sucede que durante este último siglo la pluma ha revisitado con otra conciencia este nuevo género; piénsese en Inventario de José Emilio Pacheco o Azul de Rubén Darío, por mencionar algunos, o quizá toda la prosa poética en la que los escritores han elegido contarnos sus historias. Por eso, a una poeta de las intensidades, como es Mayra R. Encarnación, le es inherente construir una voz narrativa que también tenga trazos poéticos en sus historias.
Des(atar), el libro
El oficio de la escritura nos lleva a desentrañar el significado de las historias y la plurivalencia de los sentidos. Octavio Paz hablaba de desatar las lenguas y Rosalía de Castro instaba al poeta a cantar su canto y desatar sus ondas igual que el arroyo.
Desatar… desasir, soltar, dar rienda suelta, todo esto le toca al lector, pero a un lector curioso y sagaz. Desatar el núcleo del microrrelato, desarmar la palabra en el papel, des-nudar entre tiempo, espacio y personajes la metáfora viva de estas microficciones.
En Des(atar), texto de la escritora puertorriqueña Mayra R. Encarnación publicado por la Editorial Areté Boricua (2022), la voz narrativa suelta su verbo contenido, lo desata, como nudos en el pecho, y nos sorprende siempre con su juego inexorable entre el amor y el dolor, el apego y el desapego, el placer y la injuria. La autora desviste la experiencia humana y la vuelve a vestir con una prosa breve, precisa, en ocasiones surrealista y poética. Son narraciones que a veces colindan con la poesía y cuya ironía nos muestran a una escritora comprometida socialmente. No habrá lector que se quede indiferente ante la intensidad de lo contado porque cada palabra nos sorprende. Desde la primera oración hasta la sentencia final quedamos atrapados, buscando, como lectores, resolver el enigma y con la urgencia de regresar al texto, particularidad de la microbrevedad. En este sentido, necesitamos indagar en los recovecos y matices de los significados para reconstruir los nexos y las pistas que nos propone la voz narrativa.
La lucha existencial del ser humano, su cotidianidad, son materia con la que la voz narrativa ata su juego contra el tiempo. Las relaciones humanas y su complejidad no dejan de ser puntos de partida para desatar el hastío y la crítica social. Los personajes se nos presentan en espacios cerrados, ya sea mental o físicamente, y en habitaciones oscuras, desde donde el inconsciente teje y desteje sus emociones. Una iglesia, un cine, un hospital, un sótano, una caja de Pandora… todos son espacios cerrados en donde denunciar no tan sólo el abuso de poder, sino la normalidad de ese abuso. Asimismo, la intolerancia a la diferencia, la violencia de género, la injusticia, el racismo, el alzhéimer, son temas, entre muchos otros, que cohabitan en el discurso contestatario de esta autora. Son los cuerpos y la memoria los que marcan nuestras experiencias y es allí donde están los nudos sociales y familiares que hay que desatar.
En Des(atar), la ideología de un pueblo se aúpa en la voz de los personajes y cada momento histórico pasa factura y quema la conciencia.
Por otra parte, la identidad, el miedo y la incertidumbre convergen en un mismo plano: el dolor. En múltiples ocasiones, los personajes se refugian en la muerte o en el amor como estados de salvación y liberación. Esto provoca una mirada distinta en el lector. En Des(atar), la ideología de un pueblo se aúpa en la voz de los personajes y cada momento histórico pasa factura y quema la conciencia.
La autora desata la denuncia social y el quiebre del núcleo familiar, con todas sus fracturas y fisuras, desde una oscuridad que apenas deja ver la luz, porque el dolor parece renovar sus votos en cada acto cotidiano. Por tanto, es importante la reivindicación y la liberación del engaño, del encierro y de la explotación. Redimir es la consigna, por eso los cuerpos se liberan de múltiples formas. Los atan, pero ellos se desatan… o ¿cuánto tiempo se debe aceptar la humillación?, ¿acaso hay un término en el que deba durar la explotación?, ¿acaso el desequilibrio, el ultraje son estándares de vida o callejones sin salida? Los cuerpos se desatan, se liberan cuando ya no aguantan más. En estos relatos breves, la voz narrativa presenta el desequilibrio social, y los personajes pululan, atacan, resarcen, se emancipan, escapan o se enfrentan a la enredadera de este micro y macrocosmos existencial.
Tres paradigmas
Tres paradigmas construyen y deconstruyen el texto: lo social-religioso, lo social-económico y lo social-ecológico. Son vórtices, desde el lenguaje, en los que el ser humano, por naturaleza, tiene la obligación ética, moral, psicológica y social de liberarse: desatar las creencias limitantes, la opresión, el hambre, el dolor, pero también el amor y el placer, porque todo nos conforma. Estos tres paradigmas desatan las historias del texto y del entretexto. Todo ello delimita las acciones humanas, como la explotación capitalista en el cuento “Conciencia de clase”, o como el ecosuicidio en el cuento “Surcos de las cenizas”.
También en la psiquis interna se desata el deseo, pues aflora como una conjugación de ideas y contrasentidos. Por ejemplo, en el texto “Troncos atávicos”, los cuerpos de los amantes se encuentran para volverse a separar, lo uno que es otro, lo otro que desparece como el deseo, que una vez obtenido se extiende en el laberíntico mar de emociones y se aleja.
Mayra R. Encarnación nos hace repensar el colectivo… lo que está dentro y fuera de nosotros.
Por otro lado, los sentidos se cruzan, se deslizan, se fugan, se desatan también en el relato íntimo, como en el cuento “Pesadilla”. En éste, la voz narrativa juega con el finísimo hilo y doblez entre el placer y el desagrado: “La primogénita se acerca a su madre y no entiende las contorsiones, los quejidos y el retozo de las manos en la zona genital. La hija, impresionada, levanta la sábana y descubre a su madre anciana en la cúspide de su embelesamiento”. Asimismo, en el cuento “Sollozo”, un niño busca su reflejo en el río, pero con el paso del tiempo sólo encuentra sequía: “Una tarde llegó a su casa afligido porque el reflejo de su imagen apenas se divisaba en el cuerpo fluvial. No pudo dormir pensando en el caudal de su río. ¿Cómo aturdiría a su proceso de estancamiento en el crecimiento?”.
No voy a relatar lo que degustará el lector cuando descubra este extraordinario texto. En cada lectura, decodificará su relación consigo y con el otro; además, se percatará de los prejuicios que dominan sus relaciones y lo vinculan con la humanidad.
Sin duda, Mayra R. Encarnación nos hace repensar el colectivo… lo que está dentro y fuera de nosotros. Los tiempos y las historias son cíclicas. Nos atamos y desatamos a la memoria, al ser y a la existencia. Sólo queda ver, en el entretejido texto que nos regala esta escritora, los recovecos oscuros y lumínicos en los que hemos estado atados para liberarlos desde la literatura.
- Desarmar la palabra y revestirla
(sobre el poemario Des(atar), de Mayra R. Encarnación) - sábado 16 de septiembre de 2023