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Autoridad para los polacos.
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El Premio Nobel de Literatura 1980, el poeta polaco Czeslaw Milosz, conocido por sus obras intelectuales
y emocionales acerca de las peores crueldades del siglo XX, murió este sábado 14 de agosto, a los 93 años
de edad, en su casa ubicada en la sureña ciudad polaca de Cracovia, como consecuencia de una aguda
insuficiencia cardio-respiratoria, según informaron su hijo Antoni y su nuera Joanna.
Milosz documentó el combate contra el dominio comunista en Polonia, donde vivió desde que la caída de
la Cortina de Hierro lo hizo regresar después de casi 30 años de exilio en Francia y Estados Unidos,
tiempo en que se convirtió en símbolo anticomunista.
El Premio Nobel de Literatura 1980 nació en 1911 en
la localidad lituana de Szetejnie, y vivió su juventud en la ciudad de Vilna, se interesó muy pronto por
la poesía y, durante sus estudios de derecho, organizó el círculo "Zagary" de aficionados a la
poesía. Trabajó como redactor en la radio de Vilna y publicó su primer tomo de poesías en 1933, así
como una antología de versos de contenido social.
Antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial Milosz publicó otro libro titulado Tres inviernos,
y en 1945 un tomo de poesías relacionadas con la contienda titulado La salvación.
Durante la ocupación alemana ya era muy conocido en los círculos literarios polacos y participaba
activamente en Varsovia en el movimiento cultural clandestino que formaba parte de la resistencia
antifascista polaca, época en la cual publicó un tomo de poesías titulado El canto a la independencia.
Desde 1945 hasta 1949 fue diplomático del régimen comunista polaco, como agregado cultural en la
misión en Nueva York y secretario de la embajada en París. En 1951 pidió asilo en Occidente, decisión
que le convirtió en blanco de furibundos ataques, tanto del régimen comunista como de los círculos
anticomunistas de la emigración polaca. Para los primeros era un traidor porque se escapó del comunismo,
mientras que, para los segundos era un traidor porque había colaborado con los comunistas.
En 1960 se trasladó de Francia a Estados Unidos para trabajar como profesor en la Facultad de Literatura
e Idiomas Eslavos de la Universidad de Berkeley en California. Mantuvo una posición muy crítica frente al
comunismo, condenando en numerosas ocasiones la omnipotencia de su censura y el dictado al que sometía la
Unión Soviética a países como su patria, Polonia.
En 1980, cuando surgió el sindicato Solidaridad que se enfrentó a la dictadura comunista, el poeta
Milosz se unió totalmente a sus aspiraciones de independencia y democracia. Ese año, su obra literaria y
su actitud frente a las necesidades y aspiraciones del hombre le merecieron el Premio Nobel de Literatura.
"Formo parte de la literatura polaca, desconocida en el mundo por las dificultades que genera su
traducción a otras lenguas, y de ahí que los escritores de mi idioma constituyamos una especie de
congregación secreta que convive, ante todo, con los muertos, y en la que las lágrimas y la risa, lo
patético y lo ridículo, coexisten con derechos iguales", señaló Milosz en el discurso que
pronunció al recoger el galardón.
Desde entonces hasta la caída del comunismo la creación de Milosz estuvo ausente en Polonia, donde la
censura no permitía su publicación, pero en 1989 Milosz pudo regresar a su patria y, desde 1994, vivir en
Cracovia. "Esa ciudad me atrajo siempre, porque me recuerda mucho a Vilna, la ciudad de mi juventud,
entonces aún polaca", explicó en cierta ocasión Milosz su amor por la antigua capital de Polonia.
Milosz se convirtió, junto al papa Juan Pablo II, en una gran autoridad moral para la inmensa mayoría
de los polacos. Su poesía, elogiada por su amplia variedad de temas y de técnicas y por su mezcla de
sensitividad sensual y referencias a la cultura, la religión y la filosofía, representa y predica la
belleza del mundo y el horror de sus moradores. Entre sus libros destacan El poder cambia de manos
(1980), El valle del Issa
(1981), Otra Europa
(1981), Poemas
(1984) y El pensamiento cautivo
(1985), éste último un estudio de las penalidades de los intelectuales bajo la dictadura comunista, que lo
llevó a la fama internacional en la década de 1950, al convertirse en un clásico de la literatura del
totalitarismo.
Milosz continuaba escribiendo cuando cumplió 90 años, "no es posible sentirse saciado con el
mundo. Sigo siendo insaciable. A mi edad sigo buscando una forma, un lenguaje para expresar el mundo".