Letralia, Tierra de Letras Año VIII • Nº 97
4 de agosto de 2003
Cagua, Venezuela

Depósito Legal:
pp199602AR26
ISSN: 1856-7983

La revista de los escritores hispanoamericanos en Internet
Letras
Poemas
Roberto Arizmendi

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En esta hora de la noche me haces falta

En esta hora de la noche me haces falta;
es la cama tan grande,
me estorba tanto espacio vacío de amor
de ti,
de tus caricias.

Yo no sé cómo algunos pueden dormir solos
en camas kingsize o circulares,
todo se rueda en ellas
y el alma no encuentra su acomodo.

Para amar no es necesario espacio sino tiempo,
cualquier lugar cobija cómplicemente al gozo
y las nubes o los arco iris se construyen
en cualquier rincón
con tu sonrisa.

Dejaré que el sueño te descubra,
te quite delicadamente la ropa que te cubre
y te haga aparecer
como deidad en el cielo de los dioses;
haré la remembranza de los días
en que la tenue luz perfila tu sonrisa
y yo admiro las líneas perfectas
con que te define la penumbra.

Ocuparé el enorme espacio con el sueño
porque no puedo estar así, sin ti, entre las sábanas,
sólo por descansar y a la espera interminable del alba,
cuando pueda ir hacia ti
porque ya naciste de nuevo para mis ansias de tenerte.


Confesión

Confieso que las noches
siempre me parecen cortas,
cada día debiera tener más de veinticuatro horas
para tener tiempo de construir los sueños.
La vida no alcanza para tanto anhelo.

Algunas veces he querido dejar la ciudad
y sin maleta irme al mar,
sin ropa ni equipaje;
el hombre no debería programar
horas, encuentros y destinos,
tampoco su tiempo de amor
menos su vida,
porque andar sin destino
es por antonomasia la búsqueda perpetua.

Una vez encontré a una dama
en una ciudad apenas conocida;
hicimos el amor
y cada quien retornó a su camino,
a su signo y a sus luces;
estoy seguro que como yo, ella
—sólo ella porque nunca conocí su nombre—
recuerda la manera como descubrimos la luz de las estrellas
en una alcoba, de un antiguo edificio,
con enormes vidrieras en dirección al poniente,
y sonríe, sólo sonríe cuando recuerda;
ese día vimos cómo el cielo
se iba colmando de fuego y nostalgia, con el gozo transmitido
en íntima confesión por su voz dulce y tenue,
y luego descubrimos la luna a través de los cristales.

En otra ocasión, en el puerto,
una joven me ofreció sus lágrimas
y vi cómo el dolor se iba quedando impregnado
sobre la mesa, primero, y luego en las sábanas casuales
mientras surgía la luz en su rostro,
cada minuto más bello
conforme se iba borrando su desdicha.

Y así,
un día,
otro,
mis pasos me han llevado a percibir aromas sin medida
sin necesidad de nombres y apellidos,
de contratos y rutinas; sin haber programado
la cita con hora, lugar y protocolo.
Así he conocido la forma de inventar la lluvia
y he descubierto la luz con sus colores y matices,
el tiempo equinoccial y el tránsito infinito.

Sólo el horizonte abierto
para la luz que se inventa
con el color del sueño.
Sólo una sonrisa y el tacto sin medida,
el aroma del cuerpo y el clima de los días,
la lluvia, el mar,
la luna, el infinito.


Juego con tu nombre

Juego con tu nombre
a decir el amor con tus vocales,
sin consonantes ni acentos
sino aquellos que sean imprescindibles
para convertir la voz en canto.

Quiero de nuevo aprender a deslizar mi tacto
sobre tu piel de ensueño
para encender tu cuerpo
y llevarlo junto al viento a recorrer el mundo.

Nadie habrá de adivinar
el extraño sortilegio
de ser párvulos anónimos
en medio del vendaval y la discordia.

Aprenderemos a recorrer
de otra manera el tiempo
y el sueño de tus noches
será el escenario irreductible
de nuestro cotidiano asombro.


Tu paso, obsequio de mis días

Si no es por ti que sé el tono preciso del color del día
sólo el destierro acepto como ansia de verdad
para encontrarte en plenitud de asombro
y en promesa de luz que anuncia el alba.

A qué vino el detalle exacto de tu beso
sino a labrar con precisión sobre la piedra
el perfil irrenunciable de tu esencia
y el vuelo inocente de tu anhelo.

Si la infancia ha de ser
inagotable fuente de esperanzas,
que tu mano construya el horizonte
con cada gota de luna o lluvia renovante.

Cuando mi voz sea escasa
y guarde para mí sólo el recuerdo,
habrá de ser tu sonrisa mi alegría
y el eco de tus pasos mi epitafio.


Descubro cada día la vida con tus luces

Son las doce de la noche,
hora en que la luna hace
un juego de espejos
para que la vida se vaya acomodando
a su capricho,
para que surja el tiempo en los relojes
sin el avance de las manecillas
que mágicamente adormecen luz y espacios.

El tiempo es nuestro.

No hay más dolor
sino saber que tu piel
a veces
se me escapa.

Todo huele a simiente
en esta hora,
a sabor de madreselvas.

La vida es recuerdo
entre el bosque de tus muslos
y el aroma fragante de tu cielo
sobre las sábanas
pulcras aún
a pesar de tus caricias.

Se escuchan a lo lejos
sonidos de carros
maullidos de gatos sin cadenas;
insectos nocturnos adornan la oscuridad
como recuento de segundos de amor
cuando la lluvia arriba hasta la alcoba
en homenaje a destellos ya vividos.

Tu piel es un enjambre de tormentos
y esperanzas.
¿Cómo he podido amarte
si no hay más conocimiento
que tu palabra suave
entre el barullo de las estaciones?
Toda la vida ha sido descubierta
con tu tacto,
tus ojos,
tus aromas.
Las olas del mar se mezclan
inmisericordes
entre la tersura de tu viento
y el húmedo sabor anhelante de tus labios
que me sacian.

Descubro cada día la vida
con tus luces
y no hay augurios de tormenta.

La muerte no existe.
Mienten quienes escriben loas por ella
o se ahogan insaciables en el llanto.
La muerte es algo más que los ritos
de ausencia y plañideras;
es algo inalcanzable
cuando el sabor a lluvia
inunda el aire de los días.

Es tan dulce el aroma de tus labios
que nunca llegará la muerte.

No es cierto que se acabe el tiempo;
no puede haber final de nada
cuando la luz alumbra el infinito
y en él anidas tú
fantasma de sorpresas,
visión perenne de presagios
de donde surge el alba
sin recelos;
ahí estás
siempre
en espera de la noche
para que los espejos jueguen
con nuestra voz
y nuestros cuerpos
hasta que inaugure de nuevo la luz
la madrugada.


Resulta que te invento a todas horas

En esta hora de la noche el tiempo es otro
la música ofrece imágenes amorfas
nada se parece al viento que me sangra
ni al recuerdo que inventa historias repetidas.

Todo es un talud de imágenes con figura de dioses sin decoro.
Tu cuerpo se desvanece cuando respiro el aire de la noche
porque este invierno es de verdad álgido ciclo sin reclamos
a pesar de la incierta calidez que aún te nombra.

Imagino tus pasos como si fuera un sueño
pero no hay brújulas que alumbren el presente.
Todo se ha vuelto una canícula de asombro
en donde nada es igual y nada se repite sino el dolor de insomnio.

Resulta que sólo invento el sueño en donde surges
y deambulas en sílabas sin nombre
porque tu voz es sólo exhalación de voces en silencio
y tu fuego un horizonte sin promesas.

Ya nada hay por construir cuando la sangre deja de tocar la puerta
o el néctar de promesa es vendaval sin horizontes
y entonces el tiempo de la noche se deslíe
entre el caudal de anhelos y un mar de oleajes y herejías.


Una historia de amor

Mi madre amó a dos hombres.
Yo sólo vi
su llanto
y cómo la vida se convertía en promesa;
cómo el arco iris iba tomando sus tonos y su trazo
cada día.

Uno la dejó preñada de siete
aunque nacimos sólo cuatro:
tres hombres y una mujer,
los cuales hicieron de su vida un papalote
que vuela por los aires
buscándole tonos y color al horizonte.
Los otros tres no pudieron apreciar el aire de los días
porque su viento se acurrucó desde el amanecer
del equinoccio
y no hubo manera de que apreciaran
el sol de nuestro tiempo.

El otro,
el otro de veras la amó
pero ella no quiso saber más de ese cariño.
El mundo de prejuicios destruyó su corazón.
Antes de que nacieran las flores de la primavera;
deshizo su amor como juego de papel
que se destroza en retruécanos de insomnio.

Todas las tardes
giraba en el ambiente
el aire de nostalgia
y el llanto hacía su arribo
a escondidas.

Yo la vi llorar
y su llanto era un grito de esperanza.
Pero nada pudo deshacer hechizos.
Tuvo que aprender a caminar
con su dolor a cuestas
cada tarde.


       

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Creada el 20 de mayo de 1996 • Próxima edición: 18 de agosto de 2003 • Circula el primer y tercer lunes de cada mes