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El escritor recibió el premio de manos de Francisco Sesto, viceministro de Cultura.
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Biólogo, cineasta y escritor, Fernando Vallejo recibió este sábado 2 de
agosto, durante un acto celebrado en la Sala de Teatro 1 del Centro de
Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, un diploma, una medalla de oro y
un cheque por cien mil dólares como dotación del XIII Premio Internacional
de Novela Rómulo Gallegos, que ganó por su novela El
desbarrancadero.
Vallejo fue presentado por el presidente del Celarg, el licenciado Roberto
Hernández Montoya, quien lo definió como un intelectual "de ideas
ásperas y trato dulce" que "ha expresado su admiración por varios
escritores venezolanos, entre ellos el epónimo de esta casa, y también por
Andrés Bello". En el acto participaron además el viceministro de Cultura,
Francisco Sesto; el directivo del Conac Freddy Castillo Castellanos; la
directora general del Celarg, Maritza Jiménez; el presidente del jurado,
Víctor Bravo, y representantes del cuerpo diplomático acreditado en Venezuela.
Ante una sala completamente llena, el escritor antioqueño de 61 años
empezó su discurso arremetiendo contra las tres principales religiones
monoteístas por negarse a reconocer el valor de los animales como nuestros
prójimos en "el horror de la vida". Habló de cómo los seres humanos
torturan a los animales y de la necesidad de respetarlos, pues "sienten el
dolor, tienen alma y no son cosas".
"El hombre no es el rey de la Creación. Es una especie más entre
millones que comparten con nosotros un pasado común de cuatro mil millones de
años. Cristo es muy reciente, sólo tiene dos mil. Al excluir a los animales de
nuestro prójimo Cristo se equivocó". Con frases como ésta, Vallejo
instrumentó todo un alegato a favor de los animales y en contra de los seres
humanos que los maltratan.
Criticó la posición de la Iglesia Católica al oponerse al empleo de
preservativos, lo que calificó como una de las causas de la superpoblación del
planeta y una "criminal imposición de la vida, debido a prácticas de sexo
con fines reproductivos" aun cuando no hay cómo alimentar a todos los
seres humanos que viven actualmente. A este paso, según él, el papa Juan Pablo
II quizás terminaría por "comerse a los obispos en el Vaticano". Se
preguntó si no le bastarían al líder católico "12 mil millones de
humanos copulando sin condón y hacinándose por todos lados, incluso en el
Vaticano".
Además advirtió que pensaba todos los días en el suicidio, y
"confesó" haber nacido en la religión católica, aunque no pensaba
morir en ella: "si Cristo es el paradigma de lo humano, la humanidad está
perdida". Al tocar el tema de la religión, Vallejo dijo que, a pesar de su
edad y de lo mucho que ha vivido, no entiende aún la parábola de los
labradores del campo, en el Evangelio de San Mateo, en el que el dueño
de un campo paga una suma similar a varios trabajadores que no cumplieron su
labor durante el mismo tiempo. La tildó de "inconsistente,
caprichosa", y a su protagonista de "arbitrario".
"A los que llegaron al final del día les tendría que haber pagado
menos, ¿o no? O más a los que llegaron temprano. Pero como él era el dueño
de la tierra y el que ponía las condiciones... ¿Hay que trabajar o no hay que
trabajar? ¿Hay que contratar o no hay que contratar? El mensaje de la parábola
no está claro".
Vallejo se preguntó qué dirían de esta parábola los comunistas. "Me
hubiera gustado que Castro se la hubiera comentado al Papa", ironizó ante
un auditorio risueño que aplaudió con gusto el particular discurso. Luego
atacó a los trabajadores holgazanes, de quienes dijo "debería darles
trabajo el gobierno o sus madres; o la revolución, que es tan buena para eso.
Si no vean a Cuba donde todo el mundo trabaja pero con las cuerdas
vocales". El escritor prefirió dejarle el problema de los pobres al
Vaticano o a los gobiernos. "Yo me ocupo de los animales, cuyo sufrimiento
ha amargado mi vida".
En
el aspecto personal, Vallejo reiteró que no volverá a hacer literatura, ya que
este es un oficio del que se ha cansado y en el que "incurrió" por no
tener nada mejor qué hacer. Dijo no haber leído obra literaria alguna en los
últimos veinte años y que, de escribir en el futuro, será sobre los efectos
luminosos y la ley de gravedad, en un tratado de física que desde ya asegura
será un fracaso y un ocioso empeño.
Pese a sus arremetidas, el escritor no dejó de agradecerle al pueblo de
Venezuela por el premio, "y por haberme escuchado y concedido el privilegio
de hablar desde esta tribuna, una de las más altas de América", y agregó
que este viaje a Caracas, donde está desde el miércoles 30 de julio, le ha
deparado un momento de alegría, "de los pocos que hay, porque la felicidad
no existe". Arrancó los aplausos de los asistentes al terminar
instándolos a que "sean consecuentes y aprendan de Cristo: no se
reproduzcan así como Él no se reprodujo".
El polémico discurso de Vallejo había sido precedido por diversas
declaraciones de igual talante. Al llegar a Caracas declaró, a un periodista
que le preguntó si le obsequiaría un ejemplar autografiado al presidente
venezolano, Hugo Chávez Frías, que no lo haría pues "a él no le
interesa la literatura; él no sabe de eso". Agregó que esperaba que
Chávez no asistiera al evento y que no tenía intenciones de entrar en
polémicas en las que se incluyera al mandatario, ya que sólo le interesaban
"los otros 23 millones de venezolanos".
Sus encuentros con los periodistas se caracterizaron estos días por las
declaraciones incendiarias, en las que se atacó inclusive a sí mismo como
escritor: "Si lo mío es lo bueno pues esto se jodió, cómo estarán los
otros". En la rueda de prensa ofrecida por el Celarg el día de su llegada
a Caracas aseguró haber empezado a escribir cuando perdió el interés por la
lectura, y agregó que actualmente ni siquiera escribe y, como ha dicho en otras
ocasiones, no pretende volver a hacerlo. "Me interesan otras cosas.
Entender cosas que no son entendibles como la luz y la gravedad, esos son mis
temas insondables. A mí me gusta darme de topes contra la pared".
En la misma rueda de prensa dijo que habría "echado por la
alcantarilla" a su compatriota Gabriel García Márquez, y dijo que Don
Quijote es el único libro que le ha impresionado. "Durante 300 años
ha sido la gran obra de este idioma nuestro que en tiempos de Cervantes casi no
cambiaba. Ahora cambia a pasos enloquecidos y en una vida humana uno termina
hablando otro idioma, porque cada dos o tres años el español se convierte en
otra lengua".
El escritor, sin embargo, fue amable con el público, que asistió el viernes
a la tradicional firma de ejemplares de sus libros poco antes de la proyección
de La virgen de los sicarios, filme del iraní Barbet Schroeder basado en
la novela homónima del hoy ganador del premio Rómulo Gallegos.
En
su decimotercera edición, el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos,
instituido en 1967 y obtenido en el pasado por autores de la talla de Gabriel
García Márquez y Mario Vargas Llosa, no dejó de verse incidido por la
circunstancia política que vive Venezuela actualmente. A causa del estricto
control de cambios vigente desde febrero, se verificó un retardo en la
cancelación de los honorarios del jurado, compuesto por el ganador de la
edición anterior, el español Enrique Vila-Matas —quien más duramente
criticó a los organizadores por el mencionado retraso—, la chilena Marcela
Serrano, el uruguayo Fernando Ainsa, el mexicano Christopher Domínguez Michael
y el venezolano Víctor Bravo.
Esto no dejó de ocasionar inconvenientes al licenciado en Letras Roberto
Hernández Montoya, presidente del Celarg, quien tuvo que hacerle frente a los
señalamientos indicando que tales honorarios —cinco mil dólares para cada
juez— ya habían sido tramitados ante el Banco Central de Venezuela por
Aristóbulo Istúriz, ministro de Educación, Cultura y Deportes. Respecto al
caso específico de Vila-Matas, dijo que ya se le había cancelado más de la
mitad de lo que le corresponde, "porque pidió pasaje en primera
clase". Vila-Matas y los otros miembros del jurado debieron leer 240
novelas de autores de todo el continente.
Hernández Montoya se sintió obligado, igualmente, a aclarar que el
presidente Chávez no asistiría a la entrega del premio, haciendo referencia a
las declaraciones de Vallejo de que lo recibiría sólo si no debía toparse con
el mandatario. Agregó que para pagar el premio no habría ningún problema, ya
que el autor de El desbarrancadero había pedido que se lo pagaran en
bolívares, pues ese dinero iba a ser donado a una institución venezolana y era
innecesario hacer tal trámite en dólares.
En relación a la suerte del premio, que según detractores del actual
gobierno venezolano podría ser suprimido, el funcionario anunció que
promoverá próximamente una discusión en la que participen escritores,
críticos, editores "y todos los demás que tengan algún vínculo con el
premio" para resolver sobre su futuro. "Si el Gobierno no hubiera
tenido empeño en apoyarlo no lo hubiera convocado", advirtió.
Después de recibir el premio de manos de Francisco Sesto, Fernando Vallejo
traspasó el cheque a Fiorella Dubbini, directora de la Fundación Mil Patitas.
El dinero será destinado al desarrollo de esta institución protectora de
animales ubicada en Mampote, cerca de la ciudad de Guarenas. Mil Patitas fue la
organización seleccionada por Aníbal Vallejo, hermano del laureado escritor y
presidente, desde hace dos décadas, de la Sociedad Protectora de Animales de
Medellín, quien viajó a Caracas hace una semana para evaluar las instituciones
similares que podrían convertirse en destinatarias del dinero.
Dubbini recibe perros y gatos, provenientes de las calles de Caracas o de
personas que no desean o no pueden continuar cuidándolos, desde hace quince
años, dedicándose a proveerles de techo, comida y atención médica. En todo
este tiempo, la fundación que dirige no ha recibido aportes económicos de
nadie, por lo que los recursos necesarios para la labor de la institución son
sufragados por su presidenta y otros amantes de los animales, miembros de la
misma. El miércoles 30, Vallejo en persona tomó el teléfono para anunciarle
que le entregaría íntegros los 100.000 dólares del premio, que al cambio
oficial equivalen a 160 millones de bolívares.
La cantidad será invertida por Mil Patitas en el cuidado de 140 perros y 110
gatos recogidos de las calles y en adquirir un nuevo terreno. Vallejo dijo que
había decidido hacer esto inclusive antes de ganar el premio, pues desde hace
mucho tiempo tenía la determinación de donar, para el cuidado de animales
callejeros, cualquier importante suma que eventualmente llegara a percibir. Un
peculiar tributo, sin duda alguna, que proviene de un escritor no menos
peculiar.