Para mí siempre será motivo de consternación la trágica muerte de Nacho Padilla. En diciembre de 2008, ambos, junto a otros 14 escritores, quedamos finalistas del Juan Rulfo de Francia. Él se alzó con el merecido premio por un magnífico cuento titulado «Los anacrónicos». No podía creer que casi 8 años más tarde de aquel diciembre, a sus 47 años y el mismo día que mi madre cumplía sus 84, sus letras se quedaran para siempre huérfanas de él. Paz a su alma y mi solidaridad para con sus familiares.

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