Hace unos minutos he puesto un click sobre mi decisión de incorporarme como miembro de LETRALIA. Lo he hecho con la alegría de un adolescente que aspira a internarse por el mundo de la literatura. La realidad, sin embargo, es inversa. He cumplido 84 años y me siento con la emoción de quien pretende desovillar la vida, tirando del cabo interno… Es tanto lo que tengo por decir… y es tan corto el tiempo que me queda. Mi vida es la historia de un poeta que aprendió a hablar a un tiempo que a escribir y leer, pero que jamás se asumió como tal. ¡Era demasiado pretenciosa la ambición!. Ahora vivo encaramado en una montaña de añoranzas y papeles, dispuesto a empezar a ver en letra de molde, algo de mi obra. Muy feliz me sentiría, si en este empeño contara con la complicidad de Letralía.

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