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John Berger y su compromiso con la escritura como medio de lucha política

martes 28 de marzo de 2017
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John Berger
Berger no quería autocalificarse como poeta.

Una de las obras de John Berger que me marcaron como estudiante de sociología fue la trilogía De sus fatigas, lectura obligada en la asignatura de sociología rural. Justamente la temática es la del éxodo del mundo rural a las ciudades de Europa, integrada por Puerca tierraUna vez en Europa y Lila y Flag.

Aunque, como comunicador y escritor, me dejé seducir por su obra Modos de ver, que incluso la BBC la transformó en serie para televisión. Aquí Berger nos da una mirada inédita del arte desde el análisis cultural marxista y un punto de vista crítico con la ortodoxia, develando las ideologías ocultas en las pinturas. No olvidemos que también fue un buen pintor y excelente crítico de arte, y denunciando las manipulaciones a través de interpretaciones ideológicas.

Sus novelas hablan de una dialéctica moderada implacable entre memoria y pérdida, progreso y nueva barbarie.

Este escritor y poeta inglés fue desde su infancia un gran lector de literatura, autodidacta; se cuenta que siendo un niño su padre le quitó de las manos la obra Ulises, del irlandés James Joyce, por considerar que la lectura de la misma no era adecuada para su edad. Posteriormente, con el paso de los años, ese ávido lector, en su primera novela, titulada Un pintor de nuestro tiempo, cambió la literatura y el arte. Debemos tener presente que Berger acudió a cursar estudios en la Central School of Art de Chelsea.

Veamos cómo visualizaba la escritura Berger: “La escritura, tal como la concibo, no tiene un territorio propio. El acto de escribir no es más que el acto de aproximarse a la experiencia sobre la que se escribe; del mismo modo, se espera que el acto de leer el texto escrito sea otro acto de aproximación”.

En 1972, esa visión de la escritura llevó a que le entregaran el Premio Booker por una de sus creaciones literarias, su novela G, galardón que se concede a la mejor novela original escrita en lengua inglesa. Del dinero recibido, donó el 50% a las Panteras Negras, cuya frase de batalla era: “¡Todo el poder para el pueblo!”. Berger consideró que de este modo el patrocinador del galardón devolvía simbólicamente a los esclavos parte de la riqueza que les había arrebatado. En esta novela trata la evolución de la sociedad europea a lo largo del siglo XX.

En otras de sus obras, como Hacia la boda (sobre los enfermos de sida), Un séptimo hombre (sobre el mundo de la emigración) y King (sobre los sin techo), John Berger sigue mostrando con su pluma su solidaridad con los desfavorecidos de este mundo. Tuvo la enorme capacidad de interconectar en su obra el lenguaje, el arte, la humanidad, la política, la economía y la historia como manifestaciones culturales interdependientes.

Berger decía: “La historia constituye siempre la relación entre un presente y su pasado. En consecuencia el miedo al presente lleva a la mistificación del pasado”. Sin lugar a dudas la obra de Berger nos ayuda a entender este mundo tan complejo. Sus novelas hablan de una dialéctica moderada implacable entre memoria y pérdida, progreso y nueva barbarie, y hace evidente un compromiso con la escritura como medio de lucha política. Berger comenzó a escribir porque sentía que lo que sucedía en el mundo era tan urgente que necesitaba hacer algo.

Desde los pasados 10 o 15 años podemos decir que el mundo vive un nuevo orden mundial. Pero en realidad no es un nuevo orden, sino un nuevo caos mundial. Y este caos viene generado por las turbulencias, que no son de carácter político, sino económico. Y todo lo que estas estructuras y personas deciden se enfoca únicamente a dos propósitos: a obtener más beneficios y, el segundo, no a mantener el orden sino a contribuir a que todos nosotros aceptemos de forma pasiva las condiciones que imponen precisamente para obtener más beneficios.

Berger no quería autocalificarse como poeta, consideraba que “cuando se dice que se es poeta se describe una cualidad que incluye el valor y la sinceridad. Decir soy poeta equivale a decir ser inolvidable o soy sincero. Mejor dejar que juzguen los otros”. Y sí era poeta y muy bueno. La poesía, decía, era su verdadera potencia política. John Berger murió en Antony, localidad próxima a París, en la mañana del 2 de enero. En un poema sobre la muerte Berger en unos versos dice:

¿Cuál es la relación de los muertos
con lo que no ha ocurrido, con el futuro?
Todo el futuro es la construcción
en que su imaginación se empeña.

Washington Daniel Gorosito Pérez
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