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2020, el año de Benito Pérez Galdós

viernes 31 de enero de 2020
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Benito Pérez Galdós
Benito Pérez Galdós murió casi sin dinero en su casa de Miguel Hilarión Eslava, en Madrid, pero cargado de laureles.

El 4 de enero se cumplió un siglo del fallecimiento del escritor español Benito Pérez Galdós (Las Palmas de Gran Canaria, 10 de mayo de 1843; Madrid, 4 de enero de 1920), reconocido como uno de los escritores más importantes y prolíficos de fines del siglo XIX y principios del XX. Aunque su labor como escritor fue la más destacada, también es importante su obra periodística, ya que llegó a publicar más de quinientos artículos en un poco más de medio siglo que ejerció el periodismo.

Pérez Galdós muestra en Fortunata y Jacinta el contraste entre la clase alta y el pueblo.

Desde sus inicios en su tierra natal, colaborando con la revista El Ómnibus, hasta su migración a Madrid a estudiar Derecho, en las revistas El Debate y Las Cortes y en los diarios Las Novedades y La Nación, ambos de corte progresista. Fue director de la Revista de España y colaborador en La Ilustración de Madrid; también ejerció la corresponsalía de La Prensa de Buenos Aires, Argentina.

En su obra sumamente prolífica, destacan las 46 novelas que integran los Episodios Nacionales de España (1873-1912). Varios de sus escritos han sido llevados al cine y la televisión. Un hombre marcado por la política y problemática social de su tiempo: “Así como de la noche nace el claro del día, de la opresión nace la libertad”.

Pérez Galdós y Leopoldo Alas son considerados los dos más importantes representantes de las corrientes realista y naturalista en la narrativa española. Desde sus primeras novelas, marcadas por la influencia del romanticismo como La Fontana de Oro en 1870, a lo más destacado como Doña Perfecta en 1876, La dama desheredada en 1881 y su obra cumbre Fortunata y Jacinta (1886-1887), la calidad fue siempre una constante en su escritura.

Juanito Santa Cruz, un representante de la alta burguesía madrileña, se casa con su prima Jacinta, pero también seducirá a Fortunata, una mujer de pueblo. La esposa legítima y la amante excitan una la imaginación de la otra y establecerán una rivalidad amorosa, sin conocerse; así, cada una envidiará a la otra, sintiendo además una gran curiosidad y atracción mutuas.

Fortunata carga con la belleza en su cuerpo, mientras que Jacinta la lleva en su espíritu; la primera el amor apasionado, la segunda el amor conyugal legítimo. Fortunata es madre, Jacinta es estéril. En teoría todo las separa; en la práctica las une el amor por el mismo hombre.

En la obra, Pérez Galdós muestra el contraste entre la clase alta y el pueblo y describe magistralmente las relaciones entre ambas clases sociales en el Madrid de fines del siglo XIX, ávido de modernidad pero sumido en sus propias y eternas contradicciones sociales. En Fortunata y Jacinta el creador nos regala una historia de amor y abnegación.

El domingo 7 de febrero de 1897, Benito Pérez Galdós ingresó a la Academia Española de la Lengua.

Alguna vez escribirá: “Yo no tengo la culpa de que la vida se nutra de la virtud y del pecado, de lo hermoso y de lo feo”.

Para muchos críticos literarios y personalidades de la cultura, después de Cervantes fue el mejor novelista español. Aunque para el cineasta y guionista Paco Plaza, Fortunata y Jacinta es la mejor novela jamás escrita en castellano. “La escritura de Galdós en sí misma siempre es un disfrute, pero aquí, además, el juego de espejos entre estas dos mujeres es un retrato de la dualidad, la confrontación de dos seres que son opuestas y anhelan convertirse en la otra”.

Su labor fue la transformación de la novela española de su época, del romanticismo al realismo español; dotando de una enorme expresividad a la narrativa, así como también de nuevas formas aptas para la comprensión del mundo y de la obra. Una vez escribió: “La miseria mayor es la ignorancia”.

El domingo 7 de febrero de 1897, Benito Pérez Galdós ingresó a la Academia Española de la Lengua. Su discurso lo tituló: La sociedad presente como materia novelable. Parte del mismo: “Imagen de la vida es la Novela, y el arte de componerla estriba en reproducir los caracteres humanos, las pasiones, las debilidades, lo grande y lo pequeño, las almas y las fisonomías, todo lo espiritual y lo físico que nos constituye y nos rodea, el lenguaje, que es la marca de raza, y las vivencias, que son el signo de familia, y la vestidura, que diseña los últimos trazos externos de la personalidad: todo esto sin olvidar que debe existir perfecto fiel de balanza entre exactitud y la belleza de la reproducción…”.

El tiempo corre y llegará el fatídico 4 de enero de 1920, fecha del fallecimiento de uno de los grandes referentes españoles de todos los tiempos, el mayor genio de la literatura del siglo XIX; murió casi sin dinero en su casa de Miguel Hilarión Eslava, en Madrid, pero cargado de laureles: “Mientras más libros vendo —dijo en una ocasión— menos dinero gano. Voy a ser el único editor que se haya arruinado a fuerza de vender muchas ediciones”.

El periódico ABC, decano de la prensa española, fundado en 1903, decía de su entierro: “Su féretro fue acompañado, desde el Ayuntamiento hasta el cementerio de la Almudena, por más de veinte mil ciudadanos”. El alcalde de Madrid don Luis Garrido Juaristi externó: “Madrileños, ha muerto Galdós, el genio que llenó de gloria la literatura de su tiempo con las asombrosas creaciones de su pluma”. Cuando el rey Alfonso XIII tuvo conocimiento de la trágica noticia, firmó un decreto por el que el Estado correría con todos los gastos y se le concederían los mismos honores fúnebres que al poeta Ramón de Campoamor.

Washington Daniel Gorosito Pérez
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