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El escritor mexicano Carlos Fuentes y Cuba

martes 7 de septiembre de 2021
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Carlos Fuentes
En los años 60, Carlos Fuentes consideraba que política y literatura en Latinoamérica eran inseparables, y que ahora la región sólo podría mirar hacia Cuba.

Carlos Fuentes Macías, de padres mexicanos, nació en Panamá el 11 de noviembre de 1928. Su padre era diplomático y en ese momento estaba en la representación de México en ese país. Falleció el 15 de mayo de 2012 en su querida Ciudad de México. Justamente su primera novela lleva como título La región más transparente, siendo el núcleo de su temática la vida en la capital mexicana en la década de los 50.

A esta ciudad generalmente concurría en su juventud a pasar las vacaciones, ya que por la profesión diplomática de su padre estudió en Estados Unidos y diferentes países de Latinoamérica, pero sus progenitores no querían que perdiera el contacto con México. Años más tarde el escritor también se integraría a la diplomacia, siendo de 1975 a 1977 embajador de México en Francia.

Su formación pluricultural lo llevó a estar muy comprometido con la política internacional y con la problemática latinoamericana. Su obra, en la que mezcló magistralmente historia, filosofía y mitología, estuvo más que nada orientada a México, su idiosincrasia, temas políticos y sociales.

Fuentes le dijo muy entusiasmado a Donoso que, después de la Revolución cubana, él ya no consentía hablar en público más que de política, jamás de literatura.

Fue profesor universitario en la década de los 70 en Princeton, Pensilvania y Columbia; también fue catedrático en Cambridge y Harvard. Se cuenta que cuando recibió la noticia de que le había sido otorgado el premio Cervantes, estaba dando una clase en Harvard en la que acababa de citar un pensamiento de Cervantes de la obra Don Quijote de la Mancha. Su obra es tan prolífica que abarcó novela, cuento, ensayo, obras dramáticas, guiones y argumentos para cine, incluso hasta una ópera.

Llegó el momento de introducirnos en la temática del título de este escrito. Corría el año 1962; camino a un congreso literario en la república de Chile, cuentan que Carlos Fuentes le dijo muy entusiasmado al escritor José Donoso (1924-1996; Santiago, Chile) que, después de la Revolución cubana, él ya no consentía hablar en público más que de política, jamás de literatura.

Consideraba Fuentes que ambas (política y literatura) en Latinoamérica eran inseparables, y que ahora la región sólo podría mirar hacia Cuba. Ambos se comunicaron con el escritor, periodista y musicólogo cubano Alejo Carpentier (Lausana, 1904; París, 1980) para sugerirle que el congreso de literatura se transformara en un foro de exploración de lo realizado hasta el momento por la Revolución cubana en las áreas de educación y cultura.

El escritor colombiano Gabriel García Márquez (Aracataca, 1927; Ciudad de México, 2014), a finales de la década de los 80, con un Carlos Fuentes ya alejado de La Habana, solía decir que el intelectual que más sabía de Cuba era Carlos Fuentes, pero dejaba en duda las razones de su silencio.

En 1971 el escritor peruano-español Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936) lideró un movimiento entre los principales intelectuales de Occidente, que publicaron dos cartas reclamando al Gobierno cubano por el arresto del escritor Heberto Padilla por un libro de poesía que fue premiado, vaya incongruencia, por la Unión de Escritores de Cuba.

Fuentes veía en la Revolución cubana lo que no fue la Revolución mexicana: un modelo socialista.

En dicha obra se incluía un poema titulado “En mi jardín pastan los héroes”, una referencia muy astuta a Fidel Castro, a quien apodaban “El Caballo”. Carlos Fuentes firmó ambos desplegados. Las misivas publicadas en diferentes medios de prensa enfurecieron a Fidel Castro. Después de este episodio, Carlos Fuentes guardó silencio y no se preocupó más por Cuba. Con el denominado caso Padilla, algunos integrantes del boom latinoamericano se distanciaron de la Revolución cubana.

¿Por qué se emocionó tanto Carlos Fuentes con la Revolución cubana? En su primera etapa, los años 50 y 60, primero por la hazaña guerrillera y posteriormente por las decisiones nacionalistas que tomara Fidel Castro al frente del Gobierno. Es que Fuentes veía en la Revolución cubana lo que no fue la Revolución mexicana: un modelo socialista.

La Revolución mexicana se quedó a la mitad del camino entre el capitalismo y el socialismo y se originó una propuesta de un Estado dominante con un enfoque a lo social. Cuando la invasión de Playa Girón en 1961, Carlos Fuentes iba a acompañar al ex presidente general Lázaro Cárdenas del Río (Jiquilpan, 1895; Ciudad de México, 1970) a La Habana.

Dicho viaje fue abortado por el presidente Adolfo López Mateos (Atizapán de Zaragoza, 1909; Ciudad de México, 1969). Cárdenas explicará al Presidente que había querido viajar a Cuba por solidaridad frente al agresor norteamericano, y Adolfo López Mateos le respondió que México no podía darse el lujo de comprar “pleitos ajenos”.

Pasarán los años y en 2003 nuevamente Carlos Fuentes firmará un desplegado contra Cuba por el fusilamiento de tres jóvenes cubanos que intentaron secuestrar una embarcación para dirigirse a Estados Unidos.

En sus escritos y frases encontramos con referencia a las revoluciones: “Las revoluciones las hacen hombres de carne y hueso, no santos, y todas terminan por crear una nueva casta privilegiada”.

También: “Toda revolución genera libertad y genera nuevas formas de dominación. Entonces, hay que consagrar la libertad para combatir esas formas de dominación que inevitablemente van acompañadas de una gran transformación social, del descenso de unos, del ascenso de otros”.

Se debería el silencio de Fuentes a ver a Castro inclinado al socialismo autoritario.

Carlos Fuentes logró lo que no hicieron otros escritores de la época, separar su inclinación por la Revolución cubana de su obra. Durante los años de su filiación cubana (1956-1969), la obra de Carlos Fuentes no incluyó a la Revolución cubana, aunque sí le dio radicalización a sus ideas intelectuales y a sus posicionamientos políticos y siempre en el espacio nacional de simpatías al modelo populista del cardenismo.

Cuando la Revolución cubana ascendía, Carlos Fuentes dio a conocer públicamente su apoyo. Retomemos lo dicho por Gabriel García Márquez, quien no firmó la protesta en 1971 y posteriormente se convertirá en uno de los mejores amigos de Fidel Castro: “dejaba en duda las razones de su silencio”. Se debería el silencio de Fuentes a ver a Castro inclinado al socialismo autoritario; una vez dijo Fuentes: “La libertad revolucionaria es pervertida por el poder personal”.

A modo de reflexión final, comparto otro pensamiento sobre las revoluciones de uno de los mejores escritores de Hispanoamérica del siglo XX y principios del XXI, quien recibiera el Premio Miguel de Cervantes en 1987: “Es que no hay buena revolución que no sea traicionada, sólo las malas revoluciones no se traicionan a sí mismas”.

Washington Daniel Gorosito Pérez
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