
Para algunos es una representación de lo que es el mundo hoy. Un planeta en el que el dinero prevalece sobre cualquier sentimiento humano: la fe; el amor; la amistad, la solidaridad, etc.
El rostro de Jesús, quien según la religión católica ejerció de redentor de la humanidad, y por otra parte el Quijote, el caballero de la triste figura, otro soñador que pone el amor como meta y que sin duda representa nuestra parte delirante que anda en busca de imposibles.
Ambas figuras —universales ellas— pintadas sobre billetes de distintas denominaciones, símbolos del dios de esta modernidad. El dinero, el gran motor ante el que se sacrifica todo y a todos con tal de poseerlo.
Las figuras atraen, cuestionan al espectador, generan reflexiones, inquietudes, interpretaciones que uno no sabe si se acercarán a la verdad del creador.
Quise averiguar el porqué de esas obras, ¿qué discurso escondían? Me acerqué a su autor: Pedro Alonso Amaya, un artista peruano quien lleva en Cali mucho tiempo.
Pedro Alonso Amaya nació en Lima, Perú, pero hace treinta años que vive en Colombia.
Le digo que era la primera vez que le veía en el parque El Peñón. “Me ausenté porque tengo una hija pequeña y entonces quería acompañarla a crecer, quería compartir los fines de semana con ella. Ahora está más grandecita y entonces volví al parque. No he vuelto del todo, pero saqué este día para presentar nuevas propuestas y por eso estoy aquí”.
Es bajito de estatura y, de vez en cuando, deja escapar su acento de ese sur dejado atrás. Habla con vivacidad y emoción y responde sin rebusques.
Nació en Lima, Perú, pero hace treinta años que vive en Colombia. Estudió en la Escuela Nacional Autónoma de Bellas Artes del Perú. También estudió historia de las artes plásticas en ese mismo lugar.
—¿Cómo se acerca al arte antes de la formación académica?
—Mi padre es pintor autodidacta. Quiso estudiar pintura y nunca lo hizo. Nosotros, sus hijos, fuimos por la posta y toda la familia de mi padre o son artistas o son artesanos. Algunos se dedican a la música, a la poesía, a hacer fotografía, al estampado; todo lo que tenga que ver con el arte.

—¿Qué fue lo primero que hizo y que recuerde que alguien le dijo que estaba bien?
—Mi padre siempre me animó a que pintara. Pinté a mi madre durmiendo; algunas cosas que había en casa, y esto me despertaba la imaginación. Lo primero que hice —que podría decir que fue en serio— fue un cuadrito de un gato al óleo. Yo lo veía lindo, me fascinó y pensé que era lo mejor logrado que había hecho hasta ese momento. Yo tenía unos diecisiete años y llevé mi gato a una galería de arte y el galerista me dijo: “Pero cómo se te ocurre pintar un gato para una galería. Un gato no es un buen tema”. De eso hace ya más de cuarenta años y yo pensaba, en ese momento, que era una buena temática para la pintura. Sin embargo el cuadro del gato se vendió a la semana. Luego llegaron los estudios formales hasta graduarme como artista plástico.
—¿Qué considera que es lo mejor de pintar?
—Yo vivo del arte. Y no es que lo haya tomado como mi forma de trabajo para el sustento, sino que a mí me gustó, nací con esa vena artística y estoy muy agradecido de poder vivir de lo que hago. Hay muy poca gente que puede vivir de lo que disfruta hacer. No puedo hablar del éxito como riqueza pues el arte es algo que me llena completamente.
—¿Sí aprecia la gente el arte o compran para que la obra armonice con el mobiliario de su casa, o por presumir?
—Hay todo tipo de público. Lo hay quienes están buscando algo para la decoración de algún lugar de su casa. Hay quienes saben y buscan algo de más trascendencia. También hay los que hacen encargos específicos: pínteme el perro, el caballo. Como me gusta pintar, yo lo hago. Hay todo tipo de público.
—¿Qué tan abiertas son las galerías en Cali para aceptar a los artistas?
—En Cali, prácticamente, no hay espacios para exponer. Antes había más. Hay otras ciudades que tienen una mayor convocatoria para los artistas. Por eso es una gran oportunidad estar en el parque El Peñón, que es una ventana abierta a todo tipo de público. Los artistas que vienen a exponer aquí exhiben obras de gran calidad para las personas que acuden a este parque.
—¿Cuáles considera que deben ser las condiciones para ser un buen artista?
—Difícil asunto, pero creo que aparte de ganas, y de que haya corazón, tiene que haber oficio, es decir, la experiencia para elaborar un buen cuadro. Eso es muy importante para que la obra tenga —a mi parecer — buen mérito.
—Hay muchas personas que se autodenominan artistas pero su trabajo dice otra cosa.
—Ah, claro que sí. Ese tipo de personas existen en todas las ramas del arte: música, pintura, literatura, etc. Son personas que se atribuyen el título pero el trabajo dice lo contrario.
Yo veo este trabajo como un eje representativo de la sociedad, como es el dinero, como lo son los billetes.
—Hábleme de esta propuesta de los rostros de Jesús y el Quijote con los billetes de fondo.
—Es un collage con billetes. Las sociedades han crecido a lo largo del tiempo añorando la riqueza y los billetes que sirven de fondo muestran esa realidad. Lamentablemente un billete puede estar en este momento bien posicionado y en un momento perder su valor útil y pasa a segundo plano. Yo veo este trabajo como un eje representativo de la sociedad, como es el dinero, como lo son los billetes. Lo que tienen los billetes también dice bastante: la fauna, la cultura urbana, los próceres, los presidentes, los científicos y los personajes importantes de cada país donde se emiten. Me interesa usarlos y tratar de impactar con esta propuesta.
—¿No es también un cuestionamiento al arte mismo, a algunos artistas que ven en su obra una fábrica de billetes?
—Esa es una interpretación muy personal suya, pero podría ser. Alguna persona que parecía muy cristiana me dijo sobre la obra de Jesús. “Mira, es evidente, claro, ahí está Jesucristo y nadie lo valora, igual que esos billetes”. Son unos billetes venezolanos que al final nadie los quiere. Yo no lo veo así, pero cada quien hace la interpretación que le nace.
—¿Qué debe tener un ser humano dentro de sí para pensar en ser pintor?
Pedro lo piensa, guarda silencio mientras busca las palabras para definir, para conceptuar.
—La pintura, y la cultura en general, son importantes para la sociedad. Una sociedad sin cultura puede estar llena de mucho dinero, pero estará vacía. La cultura colma el espíritu; si nuestro espíritu no está lleno sería una vida vana porque la cultura construye mejores seres humanos.

—¿Cuáles son las motivaciones para su trabajo?
—Me gusta la figura humana. Creo que el rostro representa una vivencia, un momento, un estado, efímero sí, pero que se puede congelar y luego de pintado estar presente en todo momento y trasmitir una emoción.
—¿Qué le dice a quien desea dedicarse al arte?
—Si uno se decide por el arte hay que estar plenamente seguro de que lo ama, de que va dedicarse a él sin pensar en la parte económica, ya que ésta, con buen trabajo, ya vendrá.
—¿Qué frase le permite caminar la vida más tranquila?
—Hay que tratar de vivir sabiamente, y la pintura es una parte de esa sabiduría.
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