
Lado B de las sombras
Juan José Soto
Poesía
Apogeo Editorial
Lima (Perú), 2022
ISBN: 978-612-5028-35-8
76 páginas
En 1994, Juan José Soto publicó Cárcel de mi ojo, libro que iniciaría su poética visceral, con la imagen desgarrada del ojo prisionero en la sombra como testimonio de una época de sobresaltos. Él vivió todas las etapas de la década del noventa: fragmentación, desencanto, autoanálisis, resemantización verbal, y la de pleno desarrollo del ser humano. En ese primer libro y en los siguientes títulos —Morada diosa (1997), Palabra sobre los abismos (2005), Airado verbo (2008)— se destaca el sentido musical de los versos.
En Soto esa sonoridad recoge el primer temblor, ese gran magma donde las palabras están por formarse, a partir de un estado anárquico, que pugna por expresarse. La poesía en él será esa ebullición que aparece desde el pozo de la misma palabra. Dicho estado de empozamiento le permitirá que la expresión no provenga de un simple proceso mental imaginado, sino de la auténtica y gozosa vivencia humana. La poesía como reconocimiento o reelaboración verbal a través de una experiencia crítica, una forma de hacerse en el camino, una solitaria manera de confrontar las experiencias en el texto.
Merced a esa capacidad de convocar una multiplicidad de imágenes, el espacio de lo poetizado se enriquece en significaciones.
Desde el título, el libro se sitúa en los márgenes, en lo velado, en lo que pasa inadvertido al ojo más experto. La voz poética se alza desde el infierno de la ciudad con su música angelical, inundada de marginalidad y noche, según lo dice el autor en la página 58: “Mientras sonaba un vinilo de 45 / Que se repetía como un salmo”; luego dirá en la página 39: “La lluvia es una música gore / En las tensas cuerdas de la furia”; y en la página 55 dice: “Si una palabra bastara / Una sola palabra / Un sonido emergiendo del caos”.
Merced a esa capacidad de convocar una multiplicidad de imágenes, el espacio de lo poetizado se enriquece en significaciones, se intensifica, al punto que la palabra guarecida sella su poder expresivo en la intuición, en el vaticinio, como bien lo dice el poeta en la página 29:
En el lado B de las sombras
El otro ojo
El de los vaticinios(…)
El poeta
No necesita más
Sino presentir
La tensa y callada piel del abismo.
El poeta se deja arrastrar por esas palabras “desorbitadas”, que friccionan la visión “céntrica” de lo real, colocándose en la periferia, marcando con fuego, así, su destino literario. El suyo es un lenguaje de pálpitos y corazonadas, gobernado por lo que está en el fondo del ojo, del que sabe mirar hacia adentro, en el reverso del lenguaje. No en el contorno sino en el dintorno de las cosas. De ahí que su renuncia sea también una denuncia a vivir en este sistema de “comodismo” existencial, donde habitan sujetos triviales, ligeros y frívolos. Por ello dirá en la página 19:
Me alejo de la cercanía del hombre
De su repleto vacío
De su absurda existencia fosforescente
Que atrae exaltados ejércitos de moscas.
Hay una vocación espiritual de mantenerse en la otra orilla, de vivir en el Lado B de las sombras, en esa vuelta a la otra margen, en la línea de aquellos poetas que velan la escritura, para darle mayor espesor simbólico. Esa apuesta por el vitalismo es también una requisitoria contra una época que rinde culto a la virtualidad de la imagen fácil y abundante, en desmedro del verso con sangre y raíz; de ahí la ironía latente de la escritura, que en algunos momentos se vuelve coloquial para dejar sentada su posición, y dirá:
Los poetas del siglo XXI
Olvidaron la escritura en hojas de papel
Y la contemplación de los crepúsculos
Ahora suben imágenes aleatorias de libre uso
De la agonía del sol
En la pantalla de un ordenador
Y citan a sus chicas para leerles poemas
Con el fondo de un cielo chillón y estrellado
Y las besan por zum
Con bonus track incluido (47)
En su descenso hacia lo esencial, el autor inicia una autoeliminación de sus propias partes, una amputación de sus miembros más visibles y exteriores hasta quedarse sólo con las funciones más elementales, tal como se aprecia en los poemas que llevan los números III, V, VI y IX, especialmente. En uno de ellos el poeta “despierta / En medio de un sueño / Sin ojos / Sin pie / Sin olas / Iluminado tan sólo por las sombras”. Por eso, también, entendemos frases como esas “atolondradas / E ingenuas manos” (página 19); esa oreja “Artefacto inútil del sonido” (página 27). Ese ojo que “Cae ingrávido” (página 27), la cabeza que rueda (página 35), etc.
En el caso de Soto, esa vuelta a los orígenes, el deseo de recuperar el paraíso perdido de la armonía se dará a través del descoyuntamiento.
Una de las aventuras más cruciales del arte, en este caso si hablamos de la poesía, es el proceso de ruptura de las diferentes estéticas que centran su éxito en la forma como éstas expresan con singularidad las percepciones recibidas en torno al yo poético, es decir, cómo el poeta establece relaciones con su entorno inmediato, con su realidad. “Lautréamont —el punzante y agónico autor de Los cantos de Maldoror— encuentra que su misión es cantar la añoranza de la armonía, y entonces dirá, con palabras del infierno plenas de un fatalismo alucinante, la nostalgia del paraíso”.1 En el caso de Soto, esa vuelta a los orígenes, el deseo de recuperar el paraíso perdido de la armonía se dará a través del descoyuntamiento, de la desarticulación activa de las palabras para buscar la expresión original, punzante y erizada que deje traslucir la trágica condición humana como componente básico que engloba toda su poética.
¿Qué mensaje nos quiere entregar el vate en este Lado B de las sombras?
Considero que los primeros versos del libro encierran una clave:
Coloco el ojo izquierdo en la cerradura
Giro
Y vuelan despavoridas las sombras.
Es una invitación a la habilidad, a la pericia del lector para que pueda develar ese secreto bien guardado en el fondo que es la propia obra quintaesenciada. Dichos versos, además, tienen el mismo efecto trasgresor de esa imagen surrealista de Luis Buñuel en El perro andaluz donde aparece el filo de una navaja cortando la córnea del ojo.
Si lo ocular es tema recurrente en la obra de Juan, en este último libro tiene un lugar central. Lo que unifica a los textos son “los ojos del alma” —su propia sensibilidad— que miran aquella “dimensión que no asoma”. El ojo es la aguja que aterriza en el vinilo para que fluya esa música íntima como gozne del infierno, o paraíso de la escritura. El libro, en consecuencia, asume lo expresado en la parte final del libro, en la coda, donde leemos: “Al otro lado de las sombras / Contra todo abismo / Danza rebelde la luz”. En la concepción del vate luz y sombra, vida-muerte, fondo-forma, no se oponen sino se imantan el uno con el otro. Luz substancial que vivifica en la oscuridad: luz en la sombra o sombra iluminada. Agonía y dolor irradian también una carga de humanismo.
La dedicatoria del libro no puede ser más luminosa. Es un homenaje a la madre, a la abuela y al amigo del poeta. De Chabuca, su abuela —a quien tuve el honor de conocer—, el vate exalta la alegría que ella supo brindar a manos llenas y se pone a danzar con su recuerdo, con palabras como extraídas del “sombrero de un mago”. En algunos textos, el tema amoroso esplende con rotundo erotismo, y en los referidos a una sociedad hostil y tecnológica se destaca cierta ironía y voces coloquiales que le dan al poema un tono menos grave.
Lado B de las sombras abre nuevos giros en la poética de Juan José Soto. La propuesta es profundizar para cambiar y no cambiar para profundizar, postura que obedece a esa actitud introspectiva de escarbar en uno mismo para entender mejor la realidad externa.
Juan José Soto
Nació en Lima. Ha publicado los poemarios Cárcel de mi ojo (1994), Morada diosa (1997), Palabra sobre los abismos (2005) y Airado verbo (2008). Figura en el libro colectivo de poesía Extensas legiones (2021). Gestor y coordinador de la primera edición de “Madrid: una ciudad, muchas voces”, ciclo de poesía hispanoamericana y española realizado en España (2009). Gestor del proyecto Ciclón de Poesía, ciclo de recitales que congregó a poetas y artistas de Lambayeque y diversas ciudades del Perú (2010-2019). Coorganizador, en la ciudad de Chiclayo, del Festival de Poesía Fiesta del Diantre (de 2011 a 2015). Premio Prensa Cultur 2015 por Buenas Prácticas en Periodismo y formación de jóvenes comunicadores en la ciudad de Chiclayo. Director fundador de Agenda CIX, medio digital de difusión cultural.
- Velar la escritura para que hable el símbolo
(sobre Lado B de las sombras, de Juan José Soto) - miércoles 3 de agosto de 2022
Notas
- Pantigoso Pecero, Manuel. De la harmoníAzul de Darío al estruendomudO vallejiano; Lima, Editorial Hozlo, 2009.