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Poemas de la espera

viernes 17 de febrero de 2017
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En el lecho
frente al aire de estas palabras
siempre hemos repetido hasta el cansancio
aquellas que apenas recordamos

busqué rostros entre las cuatro paredes
damas chinas en las cortinas
esperé la obscuridad
el cuerpo y sus voces
sobre los labios cerrados
procuré la misma hondonada suave
donde estaré definitivamente
la brisa tensa en el fondo
este rostro mejor sin nombre
y sobre todo
cantado para el resto
envuelto en capas
acostado por años
antiguo credo bajo las piedras recogidas
todavía todas las bocas
por la mañana
ya no serán
cuando me haya recostado en el lecho
que tantas veces he encontrado


La mesa bajo libros
el foco apagado
la puerta
la única pantalla
el vaso de agua
la madrugada ha pasado sin rostros
todos los cuerpos se yerguen
los aires de la mañana y la brisa
todavía soplan contra la puerta
mas así los pocos libros abiertos
dejan ver el lecho
todo orillado al alba


Los diarios lo cubrían
las revistas lo cubrían
la navaja daba sombra
estaba bajo el plato del almuerzo
bajo las suelas de los zapatos
en la contera del paraguas
a un costado del bolsillo
del abrigo de pieles
estaba justo en frente
a los lados de los octogenarios
entre sus hombros y codos
y mangas del mismo banco de la plaza
bajo la hoja de mango que baila
estaba en fin en la punta
de los pezones y al filo tenaz
del cuchillo recién usado y lavado
en el cálamo o el bolígrafo abierto
el racimo de mamoncillos maduros
y la taza de café caliente que oculta
a la moneda broncínea
lo tapaba el cortinaje y
lo alfombraban retazos de tela
tirados por las mismas manos
la única forma de rescatarlo
sólo con estas palabras podemos
decirlo y realmente mirarlo


No me alcanzan los nombres en la madrugada
no hace falta rayo de luz en la obscuridad
se juntan todas las sombras para así relucir nada
giran los cuerpos tendidos en torno a horas altas
al sudor frío de las mismas frentes cerradas
y ya no hay orillas para ver mientras pisamos
y bien pudiera murmurar consabidas palabras
y al final arrastrar ninguna voz conmigo
el viento mismo negro por las paredes
pantallas silentes para dar el paso a pocas
con los ojos pesados y el aire en el pecho
hasta las piedras apenas parecen duras
lo oneroso pudieran ser los verdaderos epítetos
cenotafios vacíos noches abiertas agua antigua
me cuesta la sangre preguntarme a mí mismo


Adentro de las piedras
el goce prometido
las rocas abiertas
a las gotas
antiguas sopeñas
grietas cavadas
acabadas
a merced de las aguas
desde siempre esparcidas
las mismas sombras

Gleiber Alvarez
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