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Seis poemas de John Gómez

lunes 14 de agosto de 2017
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El arte es un delirio

El arte es un delirio.
Es un dictador inquieto
que disfruta de exponernos
ante la propia desnudez.

Es, también, un arma de doble filo
que enfrenta al artista con su obra,
delatándolo
en cada pupila infecta por su ser.
Es un virus de transmisión textual.

Por tal razón, aunque éste te seduzca
con sus deliquios insaciados,
¡Ay de ti si pretendes retenerlo!
Pues el arte es paloma,
es tormenta y es mujer;
y sólo conoce palabras de libertad.

Pero tú, querido mío,
tú le perteneces desde siempre
—y sólo eso es lo que cuenta—,
pues al arte no le importan los relojes,
y siempre nos devora sin afán.

(Publicado en La Mesa Esférica).

 

No te creas poeta

No te creas poeta por llevar una vida bohemia,
por sentarte en los parques a fumar cigarrillos sin filtro,
porque reconozcas a Herman Hesse y a Julio Cortázar,
por haber empezado a leerte el Ulises de Joyce,
porque compartas tu apartamento con tres gatos.

No te creas poeta, tan sólo, porque escribas a máquina
en una Remington a la que debas cambiarle la cinta,
por el fetiche de no alimentarte muy bien
y enfermarte por una aguda dolencia,
por desnudarte una noche y aullarle a la luna,
porque en tu cuarto haya más botellas que muebles.

Y no lo creas si buscas los favores de una chica
fastidiándola antes con tu dolor exagerado,
tú no eres el bastardo de un mundo incomprensible,
sólo eres el artífice de tu propio descontento.

Por eso, querido mío, no te creas poeta
si pretendes serlo por aquellas fruslerías.
Dedícate a tu alquimia, entrégate a tus vórtices
y escribe, incansable, hasta que sangren los dedos.
Lo que menos importa es la forma en que vives.

Un poeta no sabe qué es ser sí mismo,
pues toda su alma se le va en cada verso.

(Publicado, junto a “El arte es un delirio”, en la revista La Chueca, Nº 15, junio-julio de 2015, pp. 22-23. ISSN: 2422-250X).

 

Alfonsina en el fondo del mar

A los poetas suicidas

En la blanca arena edificas tu hogar,
otorgándole forma de templo, o de imperio,
y al vaivén de las algas marinas
profesas, con ímpetu, un rito olvidado
para todos aquellos que pueblan abismos.

El océano calla al moverse tu cuerpo,
y tu mirada profunda
es la mirada del mundo
que no vuelve los ojos para ver hacia atrás;
tus límpidos huesos son el piano del mar,
y cuando se chocan, se vuelven marimba,
despiden murmullos de currulao y de son,
con latir de cununu, tambora y guazá
—es el alma del mundo que quiere tocar—
y se elevan muy alto en batallas convulsas,
formando la espuma que corona la mar.

Y eres templo y susurro y, principalmente, eres vida;
pues las ballenas que habitan tu vientre fecundo
elevan quejidos que rompen las olas
para que nadie se olvide de la alondra feíta.
¿Pero tenías que irte tan pronto, Alfonsina,
cuando no habías terminado, siquiera, de llegar?

Fiera leona de tu orgullo autoimpuesto,
tú que hundiste en los hombres tus garras de anhelo,
mientras diste, a la lira, todo lo demás:
es triste que nunca aprendieras, querida
—ni con el látigo de la mano ruda—,
la necesaria distinción oportuna
entre la obstinación y la porfía.

(Publicado en la revista Puesto de Combate, Nº 82-83. Año XLIV. 2016, pp. 34-35. ISSN: 0120-6079).

 

Encuentros

Si se quiebra la distancia de una mano en medio de la noche,
el cuerpo se convierte en un volcán que brama,
y se agita la piel electrizada
en el preciso instante en que el silencio se hace denso,
y suena a lo lejos una sirena que presagia alguna pequeña muerte.

Si se quiebra la distancia de dos cuerpos,
de una boca ciega que busca con avidez una fuente de voluptuosidades,
a lo mejor resuenen ecos estridentes,
como el rugido de las bombas en lo más silencioso de la guerra.

Y la vida y la muerte sean entonces tan sólo dos extremos de una cuerda
como lo son estos dos cuerpos
que se atan.

(Ganador, junto con el poema “La sal”, de mención de honor en el Certamen Internacional Hacia Ítaca 2017 de la Editorial Lágrimas de Circe; Argentina, 2017. Publicado en la antología Hacia Ítaca 2017. Editorial Lágrimas de Circe: Mar del Plata, Argentina, 2017).

 

Íntimas preguntas ávidas

Para Alma Caribe

“Poeta noir, un seno de doncella te obsesiona”
escribía Antonin Artaud,
y yo me pregunto si alguna vez Artaud
tuvo entre sus dientes
el seno de una mujer mestiza,
vientre moreno de la raza hercúlea,
seno enorme y piel canela.
Me pregunto si se estremecería inquieto,
a su morder constante,
el pezón de una mujer gitana
—olor a fruta madura y sal marina—,
elástica como gato
—húmeda y eléctrica—,
playa desnuda a media noche,
crepitar de hogueras
y gaitas a la hora de las brujas.
Me pregunto si se aferró con fuerza
—como un neonato que mama ávido
con el ansia lasciva de los desamparados—
a un seno derecho de tersura infame,
sobre el constante oleaje
de un latir Caribe,
o si se conformó nada más con la languidez flácida
de la francesa palidez marmórea.

(Publicado en la revista Coma, edición Nº 4, “Lujuria”. 20 de abril de 2017, pp. 8-11. ISSN: 2500-8005).

 

Berenice

Abre tu boca a mi boca,
abre tu boca bien grande,
para que pueda arrancarte
sin prisa
todas tus piezas dentales;
abre los trémulos labios,
libera la lengua danzante,
sumergida toda en la tinta
de una boca anegada en tu sangre.

Abro mi boca a tu boca,
abro mi boca bien grande,
y brillan veloces mis dientes
que van a clavarse en tu carne;
resaltan dos islas purpúreas
en el mar de tu piel, navegante,
y sucumbo al embate del cuerpo
polimorfo, perverso, insaciable.

(Publicado en la revista Coma, edición Nº 4, “Lujuria”. 20 de abril de 2017, pp. 8-11. ISSN: 2500-8005).

John Gómez
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