XXV
El domingo fui a un vivero
escondido entre arboledas
en medio del campo.
Unas vacas se paseaban al sol
lentas, se detenían en el alambrado.
El señor del vivero acercó
hasta el baúl del auto
los plantines con flores
y otras plantas altas.
Apuesto a la esperanza,
creo que reverdeceré
con el vigor de las plantas
del pequeño jardín de casa.
XXIX
Los olvidos son catalizadores,
obturan la memoria como un blindaje.
Algunos días los recuerdos
derriban las compuertas,
y como pájaros desvelados
salen del alambique
con sus plumas aún mojadas.
Vienen a invadir hasta mi sangre.
XXXI
Estoy aquí, esta que soy,
una sobreviviente, apenas.
Mi corazón, latiendo.
Mis palabras, todavía en el aire.
Puedo medir mi tiempo por décadas
que es casi como ir contando
dinero en billetes grandes.
Queda en una mano el vuelto,
los días de agonía,
pedazos míos desparramados
entre tantos ausentes.
En el otro puño aprieto
lo que no es medible:
gente a la que amo
la música que elijo
y la poesía.
Con ella intento seguir
burlando a la muerte.
- Una teoría de la precariedad, de Marga Presas
(extractos) - miércoles 17 de marzo de 2021