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Ana Teresa Torres en el pregón de la II Feria del Libro del Oeste de la Ucab: “Es un acto de fe”

martes 28 de noviembre de 2017
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“Esta feria del libro, en el momento en que surge, es un acto de fe, una puesta a prueba de la fe en los valores humanos”. Esa idea formó parte central del pregón oficial de la reconocida escritora venezolana Ana Teresa Torres para dar inicio a la segunda Feria del Libro del Oeste de Caracas (Floc) de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), en la que se vivió un ambiente colorido como antesala a siete días de la más vibrante actividad literaria en la ciudad de Caracas.

En el auditorio de la antigua biblioteca de esa casa de estudios superiores, ubicada en Montalbán, Distrito Capital, Torres fue acompañada por Marcelino Bisbal, director de abediciones (la editorial de la Ucab); Silvio Mignano, embajador de Italia en Venezuela y representante principal de la nación invitada de honor, y Gustavo Peña, vicerrector académico de la universidad. El rector, el padre Francisco José Virtuoso, envió un mensaje en video para agradecer a todos los asistentes por su presencia.

Un elogio dirigido a los libros, las palabras que los componen y la invención de la escritura llevaría a Torres a lanzar dos preguntas a lo largo de su discurso: “¿Se imaginan un mundo sin palabras? (…) ¿Se imaginan un mundo sin signos?”.

En la ceremonia, que comenzó a las 11:15 de la mañana, el primero en dirigirse al público fue Bisbal, también director de la revista Comunicación de la Fundación Centro Gumilla. En su discurso mencionó la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, sobre la cual no quiso establecer comparaciones directas con la Floc aunque existan “algunos puntos de coincidencia”. “El encuentro es que ambas ferias celebran el libro como el mejor invento del hombre”, aseveró.

Continuó con un planteamiento del filósofo canadiense Marshall McLuhan: “El libro es una extensión de alguna parte del cuerpo, así como los diversos instrumentos que se ha dado el ser humano”. Bisbal hizo mención de lo expresado por el gran Jorge Luis Borges sobre el libro como “una extensión de la memoria, una extensión de la imaginación”.

El renombrado profesor de las cátedras de Teoría y Sociología de la Comunicación hizo hincapié en la responsabilidad ética de la Ucab como organizadora de la II Floc. “Nuestra feria del libro es muy modesta, pero está intentando abrirse camino en los mejores ámbitos de la creación del conocimiento humano, aun a pesar de las intromisiones irritantes de nuestra actualidad, porque estamos ligados, al igual que la Ucab, al país y a su realidad. No escapamos a ella, no queremos huir y mucho menos ausentarnos”, afirmó.

Para Bisbal, la persistencia en el empeño de efectuar eventos que fomenten la cultura “significa, a pesar de los problemas que abruman al país, desafío del pensamiento, desafío de la imaginación, desafío del conocimiento”.

Citas de Griselda Gambaro y el Quijote complementaron los enunciados de Bisbal, quien dio paso finalmente al momento más esperado por los presentes, entre ellos los humoristas Laureano Márquez y Claudio Nazoa, así como decenas de estudiantes. Entonces, la autora de La escribana del viento empezó por expresar cuán honrada la hacía sentir la responsabilidad de ser pregonera de unas jornadas semejantes.

De allí, un elogio dirigido a los libros, las palabras que los componen y la invención de la escritura llevaría a Torres a lanzar dos preguntas a lo largo de su discurso: “¿Se imaginan un mundo sin palabras? Sería el universo desolado (…) ¿Se imaginan un mundo sin signos? Sería el universo de la ignorancia. Nada sabríamos, nada podríamos conocer”.

En menos de quince minutos, Torres hizo un recorrido desde la magia del objeto llamado “libro” hasta cómo sus versiones electrónicas simulan ciertos rasgos de los de papel. Sin embargo, la novelista no evitó hacer fuertes críticas contra ciertos prejuicios sobre la lectura y la cultura en general.

“Una cierta manera de pensar ha impuesto la noción de que la lectura es un lujo o por lo menos una actividad de ocio que no sirve sino para llenar el tiempo inútil, algo superfluo; en fin, que no representa lo más importante. ¡Qué lástima, pienso, que haya quienes transmitan esa equivocación!”, señaló. “No les hagamos caso; no saben de lo que se pierden. Y qué suerte que haya, por el contrario, gente que organiza fiestas como esta feria para celebrar los libros, imprentas para producirlos, bibliotecas para conservarlos, librerías para comerciarlos y hasta escritores para escribirlos. Somos más, no tengan ninguna duda, los que estamos convencidos de que la lectura es esencial para la vida”, aseguró con brío.

La creadora de Doña Inés contra el olvido y Nocturama habló a su vez del maravilloso fenómeno que se origina cuando una persona y un texto se encuentran: “Ese es el milagro de los libros: que ni el autor ni el lector saben los efectos que la lectura puede desencadenar cuando se encuentran el libro y el lector. Lo único que sabemos es que los que tenemos algo que ver con este asunto debemos poner todo nuestro esfuerzo en producir ese encuentro”.

Posteriormente, la idea de los censores de la lectura y de la imposición de categorías morales para juzgar los libros movieron a Torres a emitir una verdadera proclama: “En esto, como en todo, propongo la democracia en la república de los libros, libros para todos los gustos y necesidades, libros para todos los niveles de conocimiento y formación, y ojalá también libros para todos los bolsillos”.

No obstante, una aclaración fue necesaria de parte de la pregonera ante la situación venezolana actual: “Entonces, vuelvo a pensar que los que queremos que los libros circulen, que se puedan encontrar, que lleguen tan lejos como sea posible, no somos ni estúpidos ni tan ingenuos como para no saber la catástrofe humanitaria que vive Venezuela”.

Por lo tanto, dos sentencias más de Torres resultarían demoledoras por su impacto. La primera: “Esta feria es también un acto de esperanza, una manera de decir: ‘Aquí están estos libros, aquí están estos autores, aquí están estas presentaciones y son reales’; esta cultura ilustrada es también Venezuela y no una muestra improvisada, es la consecuencia de una tradición humanista occidental liberal que es también Venezuela”.

La segunda reflexión de Torres no se haría esperar: “La acción cultural en Venezuela se sigue todavía, de alguna manera, considerando superflua, suntuaria, como decir innecesaria, y es más que lamentable, porque indica que no se comprende que la cultura es el eje transversal que sostiene el desarrollo y bienestar de los pueblos”.

Para finalizar, la caraqueña recordó unas palabras de Adriano González León en el ensayo Exorcismo contra la destrucción con las cuales hizo alusión tanto a la urbe como a la patria entera: “Pero es nuestra ciudad y sea cual fuere la dimensión de la catástrofe no podemos abandonarla”.

 

Ana Teresa Torres: Ley de leyes

La pregonera de la II Feria del Libro del Oeste conversó brevemente con Letralia sobre el libro y la memoria.

—Así como se banalizan la violencia, la desidia y la inmoralidad en la sociedad venezolana, ¿se banalizan el olvido y la memoria?

—Sí, se pierden, se dispersan… Si nos preguntamos uno al otro qué ocurrió hace dos meses, te aseguro que no nos acordaríamos de mucho. Son demasiados eventos. Es algo vertiginoso.

—¿Cómo nos anclamos a la memoria y hacemos que nuestro espíritu reviva?

—Lo único que mantiene la secuencia de las cosas es la lectura, porque no puedes en tu mente sostener esa cantidad de datos. Si lees, si sabes buscar y cuidar la información, allí va a estar, no tienes que acordarte todo el tiempo de las cosas. Pero tienes que hacer el esfuerzo de leer.

—Si usted tuviera la oportunidad de promulgar una ley desde una curul en la Asamblea Nacional, ¿cuál sería?

—No sé (risas), la ley para que se cumplieran las leyes.

 

Marcelino Bisbal: Lo que se hace es hablar paja

El director de la casa editorial de la Universidad Católica Andrés Bello también conversó con Letralia en torno a la relación comunicacional del gobierno venezolano con la ciudadanía.

—Profesor, en Televisión, pan nuestro de cada día (Alfa, 2005), se lee la respuesta curiosa de una señora ante la explicación de un intelectual sobre “las operaciones de manipulación y alienación” de las que uno es objeto cuando se ven telenovelas. “Usted no se da cuenta, y no parece inteligente —dijo la doña—, que esta es mi hora de llorar, que es el momento de llorar y angustiarme”. En una circunstancia comunicacional en que las cadenas de radio y televisión del gobierno venezolano son el pan nuestro mediático, ¿acaso no se ha democratizado el momento de llorar y angustiarse para la población en pleno?

—Respecto a las cadenas de radio y televisión en Venezuela, el nivel de audiencia de esas transmisiones es escandalosamente bajo. No llega ni al 2% de rating cuando, en vida, el entonces presidente Hugo Chávez llegó a tener cadenas con 20% y 30% de audiencia, aunque en sus últimos años no pasaba de 4%. Estas cadenas generan mucha más angustia que las telenovelas. El que las escuche espera que el gobierno tome en serio políticas públicas en distintos ámbitos de la vida, y no las toma. Lo que se hace es hablar paja y no se resuelve absolutamente nada.

—¿Cuál es la antítesis de lo que representan las cadenas hoy día? Intuyo que se trata de la literatura tan sólo por no ser tan intrusiva como lo son los medios audiovisuales.

—Eso hay que verlo con cuidado, porque no toda la sociedad venezolana es una sociedad lectora; la televisión y los medios de comunicación tendrían que estar democráticamente insertados en otros espacios y no lo están. Si revisas la hegemonía comunicacional, pues, el gobierno va ocupando los espacios más importantes de la vida del país y finalmente no hay ningún sentido de democracia. Este gobierno parte de la idea de que el perceptor es pasivo y que éste tiene que asumir lo que desde el poder se le dé. Pero el perceptor tiene la capacidad de resemantizar el mensaje. Lo que queda, más que escribir y leer, es hacer un país realmente democrático; lo otro viene por añadidura. Ni más ni menos.

Letralia

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