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Muere a los 65 años el poeta venezolano Jesús Morín

lunes 18 de mayo de 2020
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Jesús Morín
Morín fue una de las voces poéticas que surgieron en Venezuela en los años 90 del siglo pasado.

El poeta venezolano Jesús Morín falleció la madrugada del domingo 17 de mayo en su residencia en Maracay, Aragua. El autor de Contravoces y Memorias del vino, entre otros títulos, acarreaba diversos problemas de salud.

Nacido en la población aragüeña de Valle Morín el 25 de julio de 1954, Jesús Eleazar Morín Pereira fue poeta, cronista, ensayista y articulista. Fue una de las voces poéticas que surgieron en Venezuela en los años 90 del siglo pasado.

En 1997 aparecería Contravoces (Umbra Editores), considerado el poemario en el que su voz se consolida.

Se formó como profesor en las especialidades de Ciencia e Historia en el Instituto Universitario Pedagógico de Maracay, de donde egresó en 1980. Dio clases en el liceo Agustín Codazzi de la capital aragüeña y en su alma máter, donde dictó la cátedra de Historia.

Fue precisamente el Pedagógico el que, a través de su fondo editorial, publicó en 1979 su primer libro, Al principio todas las partículas se unieron. A éste le seguirían El país posible (1985) y La estación desnuda (Editorial Centauro, 1993). El Pedagógico publicaría también en 1993 sus libros de ensayo Del jardín de Las Delicias a la escuela de la sospecha y Utopía y romanticismo en Simón Rodríguez.

En 1997 aparecería Contravoces (Umbra Editores), considerado el poemario en el que su voz se consolida, y le seguirían Memorias del vino (La Liebre Libre, 1998), Poemas de Carabandal (Estival, 2002) y El tallo de la adelfa (Blacamán, 2011), este último un libro de crónicas.

Asimismo, textos de su autoría fueron incluidos en las antologías Poetas y niños le cantan a la Navidad (folleto de la Biblioteca Municipal Augusto Padrón, 1996), Poesía de Aragua (1966-1996) (Secretaría de Cultura del Estado Aragua, 1997; compilación por Efrén Barazarte) y Muestra de minificción aragüeña (1979-2000) (Secretaría de Cultura del Estado Aragua, 1997; compilación de Beatriz Mester).

Ya en este siglo fue incluido en la antología de artes poéticas El acto y el lugar de la poesía (2002; compilación de Manuel Cabesa) y en Viaje por la poesía venezolana y el orbitar universal (Consejo Nacional de la Cultura, Conac, 2004; compilación de Antonio de Jesús Pérez Carmona).

“Nací en Valle Morín por pura inspiración genética”, escribió Morín sobre sí mismo en El tallo de la adelfa. “Abrí todas las puertas cerradas, no tengo respuestas adecuadas para esta escritura”.

Morín fue merecedor de reconocimientos como menciones de honor en la Bienal Nacional de Literatura Miguel Ramón Utrera (Maracay, 1994) y en la Bienal de Literatura Jesús Bandres (San Juan de los Morros, Guárico, 1995), así como primera mención en el Concurso Literario del Ipasme (Caracas, 1995) y Premio de Ensayo de la revista Tropiko’s (España, 1995). En 2001 obtuvo el Premio IX Bienal de Literatura Francisco Lazo Martí (Ateneo de Calabozo, Guárico).

Sobre su libro Contravoces ha escrito el poeta Alberto Hernández: “Es un canto elegíaco donde —en la mejor tradición de la tragedia— destaca un coro silencioso, ‘imaginado’, que podría ubicarse en el lector como posibilidad recreativa. Basta entrelazar las dos voces en estas páginas para pesar la presencia de un ente invisible, el que ata los hilos del diálogo: el gallo, como sujeto de indagación, previene la ausencia de otra tercera voz que impulsa la muerte y la consagra. La agonía, también parte del gallero, del apostador, renueva la cicatriz en los ojos del animal”.

“La voz y su contravoz se unen y separan en las páginas de este libro”, escribió por su parte el poeta Manuel Cabesa. “Concebido como un registro de memoria oral que a su vez genera una voz poética, Contravoces juega a la doble lectura. Nos inicia en un mundo familiar para el poeta, pero desconocido para muchos: el mundo de las peleas de gallos y las galleras (…). El gallo es para Morín es objeto de veneración mística: emblema de fuerza y valentía donde trasciende la memoria colectiva de los hombres”.

“Nací en Valle Morín por pura inspiración genética”, escribió Morín sobre sí mismo en El tallo de la adelfa. “Abrí todas las puertas cerradas, no tengo respuestas adecuadas para esta escritura, pero por esos caminos nos fuimos, partimos con la oscurana de la desolación, y los bichos del monte —por exigencia de mi madre—, ya mi padre había navegado con los vientos en furia (…). Yo amo al pueblo de mi infancia porque es el amparo y consuelo, amontona los helechos de una presencia oceánica donde lleno para la eternidad el hallazgo de una barcaza sumergida”.

Fuente: Yadira Pérez • Villa Literaria Zamora
Letralia

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