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El guatemalteco Estuardo Sosa Urízar, ganador de los Juegos Florales de Sahuayo

martes 4 de enero de 2022
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Estuardo Sosa Urízar
Sosa Urízar obtuvo el galardón con el poema “Intuiciones”.

El escritor Estuardo Sosa Urízar (Ciudad de Guatemala, 1970) obtuvo, con el poema “Intuiciones”, el premio de poesía de los LXV Juegos Florales Guadalupanos Sahuayenses, dotado con 40.000 pesos mexicanos y la presea Poeta Alberto Barragán Degollado, que le fue entregada el 3 de diciembre de 2021 en la Casa de la Cultura Maestra Perita Cortés de Sahagún, en Sahuayo, Michoacán (México). La mención honorífica correspondió al poeta mexicano Víctor Ríos Ruiz con el poema “Anhelos patrios”.

Licenciado en Administración de Empresas, Sosa Urízar tiene un posgrado en Dirección Estratégica de Recursos Humanos y una maestría en Finanzas Empresariales. Su experiencia profesional es en la gestión del talento humano.

Sin poseer conocimientos de poesía, a finales de 2013 se aventuró en su escritura y ha obtenido varios premios en certámenes nacionales e internacionales; representó a su país en el IV Festival Internacional de Poesía de Madrid. Publicó el libro de poesía Relatividades en el año 2018 y aparece en la antología poética Fugitivo y eterno, dedicada a los ríos del mundo y publicada también en 2018 por Editorial Verbum, de Madrid.

El autor envió al premio su poema “Intuiciones” firmado bajo el seudónimo “Rozatla”, que se lee al revés como “Altazor”. El texto es un poema escrito en su mayoría en verso endecasílabo y está dedicado a la vida, a su belleza y a sus vicisitudes, aunque se inicia con la muerte por ser ésta inherente a la existencia.

El galardón es convocado por la Asociación Propulsora del Arte (APA) con el patrocinio de la Secretaría de Cultura del Gobierno de Michoacán, el ayuntamiento local, el Club de Leones, la empresa Campo Alegre y Alimentos y el Patronato de los Juegos Florales Guadalupanos Sahuayenses.

 

Intuiciones

I

Ingrávida extensión del infinito
donde el soplo de vida se desprende
de la cárcel volátil en que habita,
pasa a ser polvo cósmico y legado,
un hálito del ser que inverosímil
se aferra con la inercia del vestigio;
se erige la amenaza de lo efímero,
y el tiempo, tributario del olvido,
en su espiral del fin y del principio
le atrapa entre sus fauces del abismo.

Lenguajes babilónicos maduran,
nos cubre la intemperie con estrellas,
recurrencias, rituales sin sentido,
devastaciones, caos celestial,
bisagras en el tiempo,
estanques de la nada;
una aldaba vetusta abre la puerta,
cenitales espectros en silencio
orbitan los umbrales del vacío.

 

II

Yo intuyo que la vida es un enigma
que expande el inventario de sus formas,
es la noche de ensueño y de vigilias,
traductora de sueños en voz alta.

Me invita a deleitarme en lo trivial:
en las tardes de lluvia repentina
cuando escurren sus gotas distraídas,
heraldos de improbables profecías;
no se callan de amor, son reverberos,
su vaivén es la fuente donde mana
el portentoso río de la vida.

La vereda impasible de los días
nunca borra las huellas del asombro,
ella moldea surcos y parajes,
esos espacios íntimos, exactos,
allí la luz me acuerpa en los resquicios
y un adverbio de tiempo me transporta
al instante indefenso entre tus brazos.

Y pienso que vivir es un contraste
donde alternan certezas con equívocos,
es volver de regiones insondables
a escuchar con deleite los prodigios
del barbullo de árboles nocturnos.

La vida es un periplo entre dos puertos,
hay que vivirla –vida pasajera–
soslayar ajetreos y bullicios,
habitar el rellano de lo simple,
devolverse a la impronta primigenia.

Y siento que la vida es un remanso,
como un tramo del tiempo navegable,
sus fronteras precisan de acomodos
en un peregrinaje que nos lleva
a sentirnos en casa y extranjeros.

Intrépido quien brega y no se apaga
en las abyectas zonas subterráneas,
su taciturna espada del augurio
sangra un himno latente y jubiloso;
hay que vivirla —vida disruptiva—
su transcurrir abrupto, sin retorno,
clepsidras en afán y movimiento;
una firme escritura jeroglífica,
cada brecha es un párrafo inconcluso
donde un punto al final es receptivo,
su anhelo es completarse en suspensivos…

Amanece, la noria se desboca,
danzarinas auroras me cautivan
en el portal de sombras fugitivas.
Súbitas estaciones estivales,
primavera de pétalos exiguos
cuando el mundo reordena sus excursos
y el espejo despista con sus sesgos.

En un mar que desborda tus sentidos
el ocaso se cuela en los balcones
atisbando detrás del horizonte
intuitivos pasajes de semántica;
por la arista recóndita del bardo
nuestros fuegos se embriagan de naufragios,
y lo intuyo, existir es tu destello,
hoy eres tú quien vibra con deseos,
nebulosas pupilas transparentes,
la traslúcida imagen de tu rostro
con un fulgor sediento de existencia,
¡miro tus ojos, cómo se desnudan
en su éxtasis de vida incontenible!

Letralia

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