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La escritora muerta y La mirada del hijo, dos novelas de Núria Añó marcadas por un lenguaje poético

miércoles 29 de abril de 2020
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Núria Añó
Núria Añó escribe con una narrativa estimulante. nuriaanyo.com

Aunque joven, la escritora española Núria Añó colecciona una extensa lista de obras literarias escritas o traducidas por ella. Su carrera se inició a los diecisiete años, cuando publicó su primer cuento. Hoy, Núria Añó es una muestra de que su obra ha trascendido el territorio español, ya que está traducida al francés, inglés, italiano, alemán, polonés, holandés, chino, letón y, recientemente, al portugués. Babelcube Books es el responsable de la distribución de dos novelas de la escritora en Brasil: A escritora morta1 (La escritora muerta, 2018), traducida por Ana Brum, y O olhar do filho2 (La mirada del hijo, 2019), traducida por Mariana Baroni.

“La escritora muerta”, de Núria Añó
La escritora muerta, de Núria Añó (2018). Disponible en Amazon

Ambas están marcadas por un lenguaje poético. Los acontecimientos se llenan de un proceso de reflexión que permite al lector disfrutar de una lectura intimista: un chapuzón para su propio interior, el cual desentraña los pasos de los personajes. Hechos cotidianos son trazados a partir de un lenguaje poético, que nos quita el automatismo con que, muchas veces, nuestros ojos ven la vida: una relación amorosa entre dos jóvenes, una adopción compleja, la relación entre madre e hija, una hija en busca de su padre biológico.

La escritora muerta tiene como protagonista a Anna, una escritora que necesita entregar un libro a su editor, pero que se enfrenta a una dificultad extrema para concluirlo. El trabajo puede ser tomado como un metalenguaje del proceso de escritura, en especial, propio de una escritura autobiográfica. Anna teje un diálogo profundo con su propia imaginación, y éste, poco a poco, toma la forma del padre de su hija, de quien hace años que ella no tiene noticias:

Anna mira a M. Él mira distraído por la ventana. La escritora se pasa la mano por la frente, una mano que vuelve a la mesa cuando vuelve a observar a M, quien viste con un abrigo oscuro, como si tuviera que irse. Anna se levanta de la silla y camina varios pasos sigilosa. La luz de la lámpara ilumina la mesa y el teclado. El resto de objetos forman parte de esa capa sombría en el instante que la escritora se acerca a M. Él se gira, aun cuando hoy M se encuentra muy lejos de aquí. Ambos observan por la ventana, pasa algún coche, aunque oscurece por momentos. M se desabrocha el abrigo y toma asiento en esa silla donde últimamente juega al ajedrez. Simultáneamente, ella arrincona la mesa y ambos parecen más nostálgicos de lo normal, igual que si de un momento a otro hubiese que despedirse bruscamente. Y todo sería repentino como un punto y final, el cual llega de la nada y se hace sitio entre el texto, como una pequeña parte más del pasado que formará parte de una nueva obra de la escritora, por más que ella pierde la cuenta tras pasar de la veintena de libros. Aun así, M sigue aquí, mientras coloca su abrigo en el regazo. Asimismo, Anna aporta un maletín de ella, que deja derecho junto a la silla de él. Ella se fija en M y sube la manga de su camisa. En el acto se quita el reloj y lo abrocha sin prisa en la muñeca de él. Anna observa la hora y ya entonces transita con mucha prisa. Sobre el teclado, sus manos se iluminan a la luz del flexo, sus dedos están acostumbrados a teclear rápido, y ella escribe más rápido de lo que habla.3

Aunque Anna es la protagonista, la narrativa se abre a diferentes microargumentos que abordan las historias de los demás personajes, pero que, de alguna manera, están relacionados con la vida de la escritora: su hija Berta, que busca a su padre; Hans, enamorado de Berta y su hermana Clara, que vive un amor obsesivo con un motociclista. La escritora muerta es, por tanto, una invitación a todos aquellos que aprecian el modo con que la Literatura se refleja sobre sí misma en una obra literaria. Pero también representa la oportunidad de seguir otros personajes con sentimientos y en situaciones que nos provocan, de manera inevitable, una identificación.

“La mirada del hijo”, de Núria Añó
La mirada del hijo, de Núria Añó (2018). Disponible en Amazon

En La mirada del hijo tenemos dos características muy similares a la obra de La escritora muerta. La primera está relacionada con el propio lenguaje. A través de breves fragmentos de tiempo, la narrativa deja al lector imágenes que se complementan. La segunda se refiere al tema familiar. Daniel es adoptado por Paula y tiene una unión muy fuerte con la abuela adoptiva. Pero su madre biológica lo encuentra y ello causa una tensión que se diluye a lo largo de la trama. El tiempo se centra en Daniel quien, hacia el final de la narración, es un adolescente que vive su primer amor. El personaje del padre adoptivo merece una especial atención por parte del lector. Reservamos aquí el suspense en relación con él; a pesar de eso, el lector puede tener pistas de lo que le espera en el fragmento que sigue:

¡Dani, mi Dani, no hay nada que quiera más en este mundo! Y arriba el niño, como un trofeo. Sólo que un día aparecía algo de la nada, tenía un contoneo suave y contenido que hacía perder el aliento y la paciencia a cualquiera, ¿por qué no a papá? Quien ya parecía afligido antes de tenerla, quizá por aquello de ¡el que la sigue la consigue! Aun cuando conseguir no sería la palabra, tampoco tenerla o poseerla, ¡era tan impreciso lo que era!, ni tan siquiera se sabía qué era. Qué hacía ella en medio del pasillo, de pie. Y también él, aunque ponía los hombros un poco encorvados, como si por un momento no se fiara, de ella. Demasiadas curvas y, además, demasiado bien puestas, ya me dirán cómo se lleva algo así; de ninguna manera. No estoy solo, exponía de pronto el padre, con la puerta que cerraba sin contemplaciones y de ahí bajaron al garaje. En aquel lugar que se intuía algo húmedo, luego él abrió un interruptor aunque entonces su virilidad recobraba el vigor como un mar alborotado, como si tuviese que hacerla suya a base de estrujar ropa, hacerle una succión en la piel, romperle una tira del sujetador, morderle los pechos (…).4

El lector, por consiguiente, encuentra una narrativa estimulante, que se abre a los sentimientos de distintos personajes y que exige sensibilidad para comprender cada una de las vidas que se mueven en la narración. Con estas dos novelas, Núria Añó provoca en los lectores brasileños el deseo de que todas sus obras sean traducidas a la lengua portuguesa, permitiendo, de ese modo, el deleite de un texto literario que sobresale por un lenguaje metafórico y que sugiere imágenes capaces de revelar escenas cotidianas, pero que, muchas veces la vida, llena de múltiples posibilidades, no nos permite ver.

Alexandra Santos Pinheiro
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Notas

  1. Añó, Núria. A escritora morta. Trad. Ana Brum. Hackensack: Babelcube Books, 2018.
  2. Añó, Núria. O olhar do filho. Trad. Mariana Baroni. Hackensack: Babelcube Books, 2018.
  3. Añó, Núria. La escritora muerta. Trad. Núria Añó. 2018.
  4. Añó, Núria. La mirada del hijo. Trad. Núria Añó. 2019.
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