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Amparo de tutela a favor de los puntos suspensivos, de Carmen García Valderrama

jueves 14 de octubre de 2021
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“Amparo de tutela a favor de los puntos suspensivos”, de Carmen García Valderrama
Amparo de tutela a favor de los puntos suspensivos, de Carmen García Valderrama (Autores Editores, 2021). Disponible en la web de la editorial

Amparo de tutela a favor de los puntos suspensivos
Carmen García Valderrama
Poesía
Autores Editores
Bogotá (Colombia), 2021
85 páginas

Escribir en clave de humor requiere de cierto cuidado en diversos aspectos especiales. Abusar del chascarrillo, de la chanza, puede terminar despistando a un lector que quizás no está ante esas páginas buscando reírse, sino que le hagan pensar. El equilibrio, la mesura y el sabio manejo de las herramientas que nos da el idioma para producir ese efecto —hacer pensar— son cosas que se agradecen en textos de esta naturaleza.

Es a este equilibrio al que apunta la escritora colombiana Carmen García Valderrama en Amparo de tutela a favor de los puntos suspensivos, que no es exactamente un libro, sino un “cuaderno de apuntes”, como dice la autora, en el que el empeño en acceder a las máximas posibilidades que brinda la palabra dicta la pauta de lo que llega a los ojos del lector, incluso en los textos en prosa que se muestran aquí recubiertos con la apariencia de ensayo o de crónica.

Y es que aunque Amparo de tutela a favor de los puntos suspensivos puede presentarse como un libro de poesía con ciertas concesiones a la prosa, o viceversa, en realidad es un cajón de sastre de una autora que ha concentrado en este volumen su amor por un idioma que le ha dado todo. Periodista de profesión, García Valderrama sabe mejor que mucha gente el valor de encajar en cada caso la palabra adecuada y construir lo que ella define en la introducción: “mis rimas ingenuas, mis versos incólumes y mis poemas insípidos”.

El poema que le da título al libro, y que es el primero que encontrará al lector, es una declaración de intenciones. Aquí la autora hace uso de su conocimiento del idioma y elabora todo un artefacto poético en torno a la palabra como parte integral de su vivencia como persona y como escritora. Los puntos suspensivos que ella quiere defender son en este texto “los granos del café que te sirvo al desayuno” o también “los pasos de los niños camino a la escuela”:

En los puntos suspensivos
titilan las palabras,
tus gestos inenarrables,
el preludio de un silencio (…).

García Valderrama sabe que todo juego de palabras es por definición una encarnación de la poesía, pues cómo si no en la poesía puede la palabra atreverse a revelar su lado más lúdico. Textos como “Pre-posiciones de amor” —con casi una veintena de versos que comienzan con preposiciones— o “Cavilaciones” —donde la autora se pregunta: “¿Quién / se beneficia / concediendo / dudas?”— son claros ejemplos de esto. O “Desasosiego”, donde declara: “Una bailarina se suicida / arrojándose desde lo alto de / su zapatilla”.

Lenguaje lleno de referencias, el de García Valderrama apela a los significados más remotos, los que traemos con nosotros desde la querencia familiar.

La palabra es un juego muy serio y la autora lo sabe. Así que la empuña para hablar de los temas que la conmueven: la escritura, sí, pero también la geografía que la rodea o el misterio de ser mujer. “Olvidarse de renacer, esquivar las esperanzas / Tocar fondo para yacer de cara al precipicio / Deshojar el pudor, inyectarse el placer”, escribe en “Parodiando una historia subyacente”, poema que concluye con este hermoso verso: “Toda historia tiene un largo comienzo”.

Lenguaje lleno de referencias, el de García Valderrama apela a los significados más remotos, los que traemos con nosotros desde la querencia familiar o los que integramos a nuestro conocimiento sin saber muy bien cómo, esos que conforman la cualidad hereditaria de las palabras, como explica Álex Grijelmo en La seducción de las palabras. Por ese camino la autora no desdeña el abordaje de temas escatológicos para impregnarlos de poesía, como en “De por qué la escritura es una maldición”:

Cuando padecí el primer desamor, escribí la carta de despedida más larga que escritor alguno hubiera podido escribir en papel higiénico: gasté 3 rollos y medio, cada uno de 35.40 metros, sencillo y de color rosa. No me queda duda que ese hubiese sido el mejor poema de amor desdichado si no es porque la tía Eva curiosa por mi demora forzó la puerta del baño y me obligó a verterlo en el sanitario. Hubo que contratar una cuadrilla de obreros para destapar las cañerías. Esa tarde aprendí que el amor se atasca más que la m…

Experimentar con el poder de la palabra lleva a la autora a postular las características de una poesía paisajística, una agreste, una cubista o una postrealista; a ensayar una clasificación de los críticos literarios, o incluso a definirse como una pecadora gracias al influjo de la palabra: “Por la palabra arrastro la gula de la poesía, la lujuria de la metáfora, la avaricia del símil, la envidia de la armonía, la ira de las ironías, la soberbia de los epítetos, la pereza de los silencios…”.

Cuaderno de apuntes, cajón de sastre, libro inclasificable en el que la poesía inunda hasta el colofón: “Todos los pertrechos preparados. / Se permite su reproducción imparcial”. Todo eso y más es Amparo de tutela a favor de los puntos suspensivos, de Carmen García Valderrama. Pero, más allá de cualquier intento de definir este libro, es en definitiva el ars poética de la autora colombiana, su gran reflexión sobre lo que es la poesía.

Letralia

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