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Construcción de estereotipos femeninos en Bombal y Brunet

lunes 13 de marzo de 2017
Marta Brunet y María Luisa Bombal
María nadie (1957), de María Luisa Bombal (derecha) y La última niebla (1931), de Marta Brunet, son reflexiones y críticas concretas en que se evidencia una exaltación del rol de la mujer en una sociedad hegemónicamente masculina.

María Luisa Bombal y Marta Brunet son escritoras chilenas que han aportado significativamente a la literatura nacional, debido a que sus obras resultan ser rupturistas para un canon clásico consagrado en la novela durante el siglo XX. Por esta razón, no es de extrañar que se vinculen los temas que retratan sus novelas, en particular, la ideología de género y los estereotipos que, en sus escritos, se presentan con matices distintos. Es el caso de María nadie (1957) y La última niebla (1931); estas narraciones son, sin duda, reflexiones y críticas concretas desde un discurso literario en que se evidencia, por parte de las protagonistas, una exaltación en lo que respecta al rol de la mujer, en una sociedad hegemónicamente masculina.

Si bien es posible comparar la construcción de estereotipos de género en estas dos novelas, es importante considerar también sus diferencias.  

Por una parte, es posible evidenciar que la novela María nadie resulta más realista que La última niebla, podría atribuirse esta característica al elemento onírico de la niebla presente en Bombal, que le otorga un carácter más subjetivo. Esta última idea tiene relación con los estereotipos que representan las protagonistas y se sustenta en los temas narrativos que ambas novelas presentan; a saber, mientras La última niebla trabaja desde la interioridad de la innombrada protagonista, María Nadie se mueve en el espectro de la frustración y el desamparo que provoca en María su estancia en Colloco.

El estereotipo de María es distinto a otros de la mujer, ella se apropia del contexto social a través del trabajo, no de manera ilusoria, esto provoca la ruptura en el imaginario social del pueblo; de hecho, podría sostenerse la idea de que la protagonista de María Nadie representa el cambio, pero el pueblo de Colloco, en su sistema patriarcal, siente miedo de esto, por lo que María se ve opacada por el personaje de Ernestina, la imagen de la mujer subyugada que responde al estereotipo de género prefijado en la época.

En lo que respecta al personaje de Bombal, la diferencia radica en que la denuncia proviene desde el interior de la protagonista, sólo accedemos a ella a través de las percepciones, que son rupturistas, pero en su interior, a diferencia de María, que realiza la subversión y la reivindicación de la imagen de la mujer a través de sus actos. De esta manera, los personajes son muy distintos: mientras el personaje de Bombal trabaja desde la interioridad, el personaje de Brunet nos posiciona como espectadores conscientes del devenir narrativo; es por esta razón que en María nadie podemos situarnos en las dos partes de la novela; primero en el pueblo, en donde esta mujer moderna llega a trabajar, y en una segunda parte, en donde se presentan los sentimientos de soledad y angustia acaecidos por la situación vivida en aquel autoritario y machista lugar, donde personajes masculinos como Reinaldo modelaron el futuro de María.

En suma, si bien es posible comparar la construcción de estereotipos de género en estas dos novelas, es importante considerar también sus diferencias; la protagonista de Bombal se presenta desde el adoctrinamiento patriarcal y a pesar de que en sus sueños se libera de este estado, es condicionada por su marido que, en el fondo, sigue siendo el sustento salarial y patronal, a diferencia de Brunet, en que la protagonista puede valerse en la sociedad desde su “mismidad”, aunque condicionada por un entorno que se muestra temeroso al cambio. Es posible, de todas maneras, aseverar que los estereotipos femeninos creados en estas novelas presentan mujeres que han tratado de escapar de la sumisión y la cadena de violencia de género planteada por el entorno, es decir, a pesar de las diferencias que han sido mencionadas, el punto de convergencia es el mismo: una perspectiva de género en que la mujer se muestra insatisfecha con una sociedad que las quiere enclaustradas y en silencio, un discurso de género dividido entre el adoctrinamiento al que se ven expuestas y la construcción de un imaginario contemporáneo en que su rol está por sobre la subordinación.

 

Referencias

Eric Salazar