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La semana mortal. En esta edición rendimos homenaje a cinco personajes indispensables de la cultura universal que desaparecieron en días pasados.

Letralia coedita en papel y en el Web con Baile del Sol
Los cuentos "Bajo los castaños", de Ángela Ramos Díaz, y "Atrapada", de Alicia Nersas, aparecen en papel y en el Web como edición combinada de Letralia y Baile del Sol.

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Vallejo en hebreo. La rueda del hambriento, antología de poemas de Vallejo, ha sido publicada bajo el título hebreo Galgalo shel Ha-Raev.
Las notas de Benedetti. La cantante Tania Libertad graba un disco donde musicaliza diez poemas de La vida ese paréntesis, el último libro de Mario Benedetti.
Manuel Vicent gana el Alfaguara. El escritor español se alzó con la segunda edición del prestigioso premio, con su novela Son de mar.
Luis Britto García declinó presidencia del Conac. Graves conflictos se desencadenaron en el ente rector de la política cultural venezolana.
Poemas de García Lorca musicalizados. Castelar 704 es un disco del cantante francés Nilda Fernández, con poemas de García Lorca musicalizados.
Borges en Venecia. Fue inaugurada en Venecia la exposición itinerante de objetos borgianos.

Literatura en Internet
Erwin Neutzsky-Wulff. Entusiastas traductores están poniendo la obra de este escritor danés al alcance de los lectores hispanoparlantes.

Artículos y reportajes
Una prosa olvidada de Rubén Darío. El investigador salvadoreño Carlos Cañas-Dinarte saca a la luz un viejo artículo del fénix del modernismo.
El luto de las artes. Entre el 7 y el 12 de marzo murieron Denzil Romero, Stanley Kubrick, Adolfo Bioy Casares, Oswaldo Guayasamín y Yehudi Menuhin. La literatura, el cine, la pintura y la música se encuentran de luto.

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Letralia, Tierra de Letras Edición Nº 66
15 de marzo
de 1999
Cagua, Venezuela

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La revista de los escritores hispanoamericanos en Internet
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El luto de las artes

Equipo Letralia

La semana pasada estuvo marcada por cinco zarpazos que la muerte asestó contra las artes. Entre el 7 y el 12 de marzo, las letras, la pintura, la música y el cine perdieron a cinco de sus más importantes exponentes contemporáneos. En Venezuela e Inglaterra, el 7, mueren el escritor Denzil Romero y el cineasta Stanley Kubrick; el 8, en Buenos Aires, Adolfo Bioy Casares; el 10, en Baltimore, el pintor Oswaldo Guayasamín, y el 12, en Berlín, el violinista Yehudi Menuhin.

Personalidades capitales en sus disciplinas, cada uno marcó hitos profundos en la concepción que el hombre se ha venido construyendo de sí mismo en este siglo. La muerte en estos casos no es más que el tránsito al mito, a una contrastante inmortalidad. Letralia ha querido rendir un homenaje a estos cinco intelectuales, ofreciendo a sus lectores las someras semblanzas que publicamos a continuación.


Denzil Romero Denzil Romero, la historia imprevisible

Especial atención merece, en el ámbito literario venezolano, la personalidad de Denzil Romero. Uno de los pocos escritores de nuestro país que pueden llevar sin envanecerse el peso de ejercer el oficio con éxito, Romero murió en Valencia el domingo 7 de marzo dejando tras de sí una obra profunda y una carrera marcada por su vertiginosa novelística.

Romero había nacido en el estado Anzoátegui en 1938 y desde niño fue un devorador de libros. "Nunca aprendí a nadar, apenas elevé uno que otro papagayo y soy hijo de maestros de escuela, por lo que puedo decir sin jactancia que a los 15 años ya me había leído la literatura clásica española. Admito que en mi formación influyeron algunos escritores, de los cuales sólo te voy a nombrar a Alejo Carpentier, Carlos Fuentes, Jorge Luis Borges, José Donoso, Juan José Arreola, Reinaldo Arenas, Marcel Proust, William Faulkner... y de aquí, Ramos Sucre, Arvelo Torrealba, Enrique Arvelo...".

Era abogado de profesión. También era profesor de filosofía y, en la Fundación Instituto de Creatividad y Comunicación, daba clases de literatura general y latinoamericana e intertextualidad en la literatura latinoamericana. Luis Britto García dijo de él, en la edición de El Nacional del lunes pasado, que Romero compartía con el lector "largos coloquios de camarada, enumeraciones de la maravilla, erudiciones tocadas con la levedad de la gracia, jocundas sentimentalidades".

Sobre su propia obra escribió en una oportunidad: "Verdad es que mis textos se subordinan, en distintos grados, a la reproducción mimética de ciertos períodos históricos y a la presentación de algunas ideas filosóficas, difundidas en los cuentos de Borges, tal es la imposibilidad de conocer la verdad histórica o la realidad, el carácter cíclico de la historia y, paradójicamente, su carácter imprevisible por el cual cualquier suceso inesperado y asombroso puede también darse".

Las novelas de Denzil Romero le valieron el equivocado epíteto de antibolivariano. Atraído por las grietas más humanas de la historia decimonónica venezolana, en la que flota la gloria de los prohombres como Simón Bolívar, Francisco de Miranda y José María Vargas, fungió de iconoclasta al esbozar rasgos comunes de tales personajes, elaborando detalladas descripciones no contaminadas por el historicismo.

Si bien de La carujada puede decirse que Romero entrega un boceto convincente y competente de la personalidad de José María Vargas y la de Pedro Carujo, quien lo apresó en julio de 1835 durante una de las multitudinarias revoluciones venezolanas del siglo pasado, despierta encendidos fulgores patrióticos cuando, a finales de los 80, publica La esposa del Dr. Thorne, basada en la relación entre Simón Bolívar y Manuelita Sáenz. La novela describe profusas escenas eróticas entre ambos amantes, y se pasea por el sentido lúdico del espíritu del genio; tal óptica para abordar personajes históricos santificados por la educación oficial le acarreó a Romero encarnizados detractores, más aun cuando, en 1988, la novela obtiene el premio La Sonrisa Vertical que otorga la editorial Tusquets en España.

Posteriormente Romero se ocuparía de la vida y pasión de Francisco de Miranda, el general venezolano cuyo nombre aparece en el Arco de Triunfo de París. Publica en 1983 La tragedia del Generalísimo, que le valió ese año el premio Casa de las Américas, en 1988 aparece Grand Tour y hace apenas unos meses, el año pasado, el tercer componente de la trilogía: Para seguir el vagavagar, que aparece bajo el sello de Monte Ávila Editores. Miranda fue, para Romero, "un proyecto de vida", según él mismo. "Yo creo que esa es mi obra fundamental y encarna de algún modo todo mi ideario estético, mi teoría novelística. He escrito sobre otros temas y otros personajes, he situado mis libros en otros ambientes, pero siempre el hilo central de mi narrativa está en Miranda".

De hecho, había semejanzas físicas entre Denzil Romero y su personaje histórico y literario. José Pulido dice que "no se le escapaba a uno el hecho de que Denzil se parecía cada día más a Miranda o por lo menos al Miranda de los retratos, cuya cabellera blanca se abombaba rebelde al peine, y también soltaba frases de vellos enrollados que reflejaban su conexión con los escritos del venezolano internacional".

No hay mucha información en la red sobre Denzil Romero; acaso una reseña de su última novela, Para seguir el vagavagar, en el sitio de Monte Ávila, y las notas luctuosas que publicaron los diarios venezolanos El Nacional y El Universal y que pueden dar una aceptable luz sobre su obra. Se sabe también de sus incursiones en el Foro Venezuela de Compuserve.


Stanley Kubrick Stanley Kubrick, la cámara meticulosa

No es común, en las personalidades ligadas al ámbito cinematográfico, hallar la discreción y el enclaustramiento que caracterizaron a Stanley Kubrick. El director de obras clave del cine mundial como La naranja mecánica y 2001: una odisea del espacio murió repentinamente en su casa en Hertfordshire, en circunstancias poco claras, el 7 de marzo. Contaba 70 años de edad. El portavoz familiar simplemente informó: "Stanley Kubrick ha muerto esta mañana. No habrá más comentarios al respecto". Sólo su esposa, Christiane Herlan, y sus tres hijas, Katherine, Anya y Vivian, además de un séquito de apenas unas cien personas, pudieron asistir al funeral.

Crítico acérrimo del estilo de vida hollywoodense, enemigo de las marquesinas y un apasionado de la meticulosidad en su trabajo, decía en uno de sus primeros filmes que "la individualidad es como un monstruo que debe ser estrangulado en la cuna para que los que te rodean se sientan cómodos". Kubrick se marchó a Inglaterra en 1961. Estableció su residencia en Harpenden, Hertfordshire, y allí se convirtió en un ilustre ermitaño que se negó el resto de su vida a conceder entrevistas y asistir a los múltiples reconocimientos que obtenía por sus obras.

El director neoyorquino deja prácticamente terminada Eyes wide shut, una película en la que se embarcó desde noviembre de 1996 y que cuenta con Tom Cruise y su esposa, Nicole Kidman, en los papeles principales, representando a una pareja de psiquiatras envueltos en una serie de tormentas sexuales. Un video de noventa segundos donde se ve a ambos actores completamente desnudos en un apasionado abrazo es todo lo que se conoce de este filme, que será estrenado el 16 de julio. Como todo lo relacionado con su vida y su trabajo, Kubrick mantuvo un estricto secreto en torno a esta película, y así lo exigió a sus actores y equipo técnico, hasta el punto de que en una proyección privada para los ejecutivos de la Warner —la única vez que la película ha podido ser vista más allá de los límites de su residencia en Hertfordshire— el encargado del proyector fue obligado a realizar su trabajo de espaldas a la pantalla. Como una pista para sus seguidores, se sabe que Eyes wide shut está basada en el relato Traumnovelle, del escritor austríaco Arthur Schnitzler, fallecido en 1931.

Su estilo meticuloso de filmar le ganó el mote de artesano, pero también la incomodidad por parte de actores y técnicos. Su mano estaba generalmente sobre el guión, la producción, la camarografía, la edición, el sonido y la dirección de cada una de sus películas, de lo que se desprendió el más personal cine de autor. Solía repetir decenas de veces una escena, hasta alcanzar el grado que él consideraba perfecto. Aunque había afirmado que Eyes wide shut le satisfacía, horas antes de morir había hablado con uno de los ejecutivos de la Warner sobre cambios sustanciales en la música. Los actores Harvey Keitel y Jennifer Jason Leigh decidieron abandonar el rodaje cuando Kubrick les telefoneó para anunciarles que debían hacer nuevamente todas sus escenas.

Cruise y Kidman, sin embargo, se jugaron el todo por el todo con tal de protagonizar un filme del que ha sido calificado como el último gran maestro del cine contemporáneo. En los últimos meses, debieron viajar a Inglaterra en reiteradas oportunidades, siempre bajo las agudas exigencias del cineasta. "Kubrick era como de nuestra familia, estamos conmocionados y hundidos", habría dicho Cruise al enfrentarse a la prensa después de la muerte del director.

Era proverbial su miedo a volar, por lo que filmó en Inglaterra películas como Full metal jacket, de 1987, ambientada en la guerra de Vietnam, y la misma Eyes wide shut, cuya historia se desarrolla en Nueva York. Para esta su última realización, hizo disfrazar de calles neoyorquinas los estudios ingleses de Pinewood.

Kubrick había nacido en el Bronx el 26 de julio de 1928. De raíces europeas, el padre de Kubrick era un médico que atendía a sus vecinos del Bronx y que logró inculcar en el joven Stan sus dos mayores pasiones: el ajedrez, que le acompañó toda su vida y en el que era considerado un experto, y el cine, en el que lo involucró cuando a los trece años puso en sus manos su primera cámara fotográfica, con la que descubre su mirada personal sobre la imagen.

Cumplidos los 17, Kubrick entra a la revista Look como fotógrafo, profesión en la que alcanzó los primeros escalones de la fama al convertirse en uno de los mejores pagados del medio, en el que se desempeñó durante cuatro años. En 1950 realiza su primer cortometraje, Day of the fight, con una cámara de 35 milímetros y una destreza recién adquirida en la forma de manipularla. Un año después filma Flying Padre, y es el momento en que decide dedicarse de lleno al séptimo arte. Entre 1952 y 1955 produciría The seafarers, Fears and desire y Killer's kiss.

Su aparición definitiva en la escena cinematográfica fue en 1956 con Atraco perfecto. En 1957 filmó Senderos de gloria. De ambas películas dice Ángel Fernández Santos: "La primera, un thriller de tiralíneas, y la segunda, un filme de guerra con nitidez de teorema. Ambas siguen al pie de la letra el patrón, la ley genérica, pero hay algo en ellas que, al mismo tiempo, hace añicos ese patrón, esa ley. Ese algo está en la formidable singularidad de la mirada de Kubrick".

Espartaco, de 1960, ha sido calificada como su obra más hollywoodense, por la espectacularidad de sus escenas, pero no deja de tener el característico sello personal que imprimía con su creciente espíritu perfeccionista. Al llevar a la pantalla en 1962 la novela de Vladimir Nabokov, Lolita —la historia de una relación tormentosa entre un hombre maduro y una femme fatale adolescente—, perpetró una certera crítica a la hipocresía social —prevaleciente en torno al tema del amor— y a la blandengue postura del cine ante los problemas del hombre como animal de pasiones.

En 1964 filma Dr. Strangelove or How I learned to stop worrying and love the bomb, protagonizada por Peter Sellers, una oscura comedia sobre la irracionalidad de la carrera atómica. Es la antesala de 2001: una odisea espacial, una de las películas más complejas jamás realizadas, filmada en 1968. Esta película presenta a Hal 9000, una computadora equipada con inteligencia artificial que intenta controlar una misión astronáutica, en una dura visión del progreso científico como potencial punto de partida para la destrucción de la humanidad. El siguiente paso en la filmografía de Kubrick sería La naranja mecánica, de 1971, donde nuevamente despliega su apreciación fatalista de los avances científicos, esta vez en la forma de una terapia de la aversión que el Estado experimenta en un intento para controlar a los antisociales. Esta película representó la consagración del actor Malcolm McDowell.

Martin Scorsese ha dicho de Barry Lyndon, su siguiente película —en la que un hombre apuesta a la conquista de una dama de sociedad, en la Inglaterra victoriana, para elevar su propio estatus—, filmada en 1975, que a través de su impresionante barroquismo se puede apreciar la que quizás sea la más perfecta obra del séptimo arte. Le seguirían El resplandor, de 1980, en la que Jack Nicholson interpreta a un hombre influido por los demonios que habitan en un viejo hotel al que le han encargado cuidar durante el invierno; y Full metal jacket, de 1987, una visión muy personal de la guerra de Vietnam. Han pasado doce años entre esta película y Eyes wide shut.

Uno de sus admiradores más consecuentes era su colega Steven Spielberg, para quien Kubrick era "un gran incomprendido", alguien generoso para quien fuera capaz de impresionarle con una buena película. "Se le veía como a un ermitaño porque rehuía a la prensa. Pero para quienes tuvimos la oportunidad de conocerlo era como un oso de peluche, amable y apasionado". En el lado opuesto, Malcolm McDowell, el Alex de La naranja mecánica, decía hace algún tiempo: "¿Extraordinario? Sí. ¿Brillante? Sí. Pero, como ser humano, vaya, ése es un examen del que no pasa muy bien que digamos".

Existe una página en homenaje a Stanley Kubrick, con su biografía y filmografía. Un sitio similar se puede visitar en http://www.geocities.com/Athens/7439/hal.htm. Y si quiere saberlo todo sobre La naranja mecánica, visite el sitio de Ignasi A. Mulet Alegre. Finalmente, la Internet Movie Database le retornará una lista de todas las producciones de Kubrick en http://us.imdb.com/Name?Kubrick,+Stanley.


Adolfo Bioy Casares Adolfo Bioy Casares, el último dandy

La muerte de Adolfo Bioy Casares sorprendió al mundo literario la noche del 8 de marzo de 1999. El escenario de la negra noticia fue el Centro de Educación Médica e Investigación Clínica, en Buenos Aires, donde los problemas respiratorios y coronarios del escritor, que le obligaron a hospitalizarse varias veces en los últimos meses, sellaron su vida a los 84 años de edad.

La consternación entre los escritores que le conocieron o admiraron se desplegó rápidamente. Para Carlos Fuentes, quien estuvo con Bioy Casares en septiembre de 1998, fue "un gran ser humano, un excelente y gentil hombre, un ser de trato fino, con el que se pasaba la vida alegre y feliz". Álvaro Mutis dijo resistirse "a saber que murió Adolfo Bioy Casares", novelista que, en su opinión, "supo presentar un Buenos Aires no realista, desprovisto de adornos y con un estilo excepcional". Abel Posse dijo que el escritor "alcanzó sus mejores momentos en la observación despiadada y sarcástica de la pequeña burguesía de ese Buenos Aires de Dormir al sol y de la magistral primera parte de El sueño de los héroes". Para la escritora María Esther Vázquez, "con la muerte de Bioy, Argentina pierde una gran cantidad de valores que hoy parecen estar ausentes. La cortesía, la humildad, el desprecio a los soberbios y a los imbéciles. Bioy odiaba el exhibicionismo y era un optimista".

Para Bioy Casares, la inminencia de la muerte le inducía a celebrar. "Espero morirme creyendo que voy a seguir escribiendo, que venga la muerte de un momento a otro. Me gustaría decir, segundos antes de la muerte, lo mismo que un personaje de un libro que estoy leyendo: 'Rápido, cochero; a todo galope, al cielo'".

Bioy, el eterno amigo de Jorge Luis Borges, a quien conoció en 1932 y con quien escribiera Un modelo para la muerte, Libro del Cielo y del Infierno, Seis problemas para don Isidro Parodi y Crónicas y cuentos de Bustos Domecq, había nacido el 24 de septiembre de 1914. Su familia le deparó una vida de lujos que configuraron una personalidad atractiva y deslumbrante. Lo define Blanca Elena Pantin: "Fue el último de los dandy, un seductor exquisito". Posse da cuenta también de "aquellas estupendas muchachas en flor que jugaban al tenis", quienes habrían de visitar "su estudio erótico, un pequeño departamento cerca de su casa".

Había conocido a Borges en la casa de su amiga Victoria Ocampo. La hermana de ésta, Silvina, se les une en la aventura literaria de escribir la Antología de la literatura fantástica. En 1940 se casan Bioy y Silvina, quien —con Borges— le había convencido de abandonar los estudios y consagrarse por entero a la literatura. "Gracias a Silvina me dediqué a escribir", confesaría Bioy Casares.

Su obra, que le mereció en 1990 el Premio Cervantes, es de las más importantes de nuestra lengua y alcanza su pico más alto con La invención de Morel, publicada en 1940 y definida por Borges, en su prólogo, con estas palabras: "He discutido con su autor los pormenores de su trama, la he releído; no me parece una imprecisión o una hipérbole calificarla de perfecta". Su catálogo incluyó novelas como Plan de evasión (1945), El sueño de los héroes (1954), Diario de la guerra del cerdo (1969), Dormir al sol (1973), La aventura de un fotógrafo en La Plata (1985), Un campeón desparejo (1993) y De un mundo a otro, su último libro, publicado en 1997.

Adolfo Bioy Casares fue enterrado sin velatorio, como lo decidió él mismo, el 9 de marzo en el panteón familiar de los Casares en el bonaerense camposanto de La Recoleta.

Los diarios Clarín y La Nación dedicaron páginas especiales a la vida y la obra de Bioy Casares. Un recurso indispensable en la red para conocerle es la sección especial que la página Literatura Argentina Contemporánea le ha dedicado.


Oswaldo Guayasamín Oswaldo Guayasamín, la muerte no existe

Bajo un árbol sembrado en su casa por el pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín descansan, hoy, sus cenizas. El más grande artista que ha dado la nación suramericana en el siglo XX murió el 10 de marzo en Baltimore de un infarto. Contaba 79 años de edad y había ido a la ciudad estadounidense para cumplir con una revisión oftálmica, pues la diabetes le había afectado la visión; Berenice, su hija, cancelaba la cuenta del hotel mientras él esperaba en el vestíbulo con un café, cuando una falla en su corazón marcó el final de sus días.

De espíritu combativo, Guayasamín dedicó su arte a plasmar la tragedia indígena latinoamericana. Desde su primera exposición individual, en 1942, su obra fomentó la polémica al denunciar los crudos contrastes sociales que arrastra Ecuador, y Latinoamérica toda, desde la conquista. Apreciaba en grado sumo la capacidad del mural para transmitir contenidos. Durante el régimen de Rodrigo Borja pintó uno para el Congreso de Ecuador, uno de cuyos elementos era una calavera con un casco ceñido en el que se distinguía la svástica y las siglas CIA.

Su obra mayor, la Capilla del Hombre, que sería inaugurada en junio de 2002, era un intento del artista por "contar desde el nacimiento de nuestras culturas hace 8 o 10 mil años hasta lo que está sucediendo ahora mismo". El monumento queda inconcluso, aunque la fundación Guayasamín estaría pensando terminarla a pesar de la muerte del artista. La Capilla del Hombre es un complejo de murales de 2.500 metros cuadrados, de los cuales Guayasamín había dibujado ya unos 2.000 y pintado el 30 por ciento de toda esa extensión. El artista tenía en proyecto rendir homenaje "a los 70 millones de indios y los 50 millones de negros que murieron tras la llegada al continente de los europeos".

Guayasamín había nacido en Quito el 6 de julio de 1919. Era el mayor de los diez hijos del indígena José Miguel Guayasamín y la mestiza Dolores Calero. En 1932, resistiendo a los deseos de su padre, inició estudios en la Escuela de Bellas Artes de Quito; en 1942 inició un periplo artístico que lo llevó a Estados Unidos, México, Perú, Chile, Argentina y Bolivia. Su prestigio internacional fue impulsado por logros como el primer premio en la III Bienal Hispanoamericana de Barcelona, en 1956, donde presentó el tríptico El ataúd blanco, y el premio al mejor pintor de Suramérica en la Bienal de Sao Paulo, Brasil, en 1957. Había tenido seis hijos (Pablo, Berenice, Saskia, Shirma, Yanara, Dayuma) de sus tres matrimonios.

La fama internacional no opacó la sencillez que lo caracterizaba. "Hace 50 años", cuenta su biógrafo y amigo, el escritor Jorge Enrique Adoum, "cuando bebíamos en medio de mucha gente que bailaba, nos acostábamos en el suelo, bajo una angosta mesa de la sala, para seguir hablando de cosas más cercanas al corazón, 'como compartiendo un ataúd', dijo entonces". A su muerte, sus obras han de pasar a ser patrimonio artístico de Ecuador, como lo ordenó él mismo, así como los objetos artísticos e históricos de su vasta y valiosa colección.

A mediados de los 70, Guayasamín donó toda su obra y sus colecciones artísticas prehispánica y colonial a la Fundación Guayasamín, que acababa de crear para impulsar el arte y la cultura en su país. Esta institución tiene extensiones en Santiago de Chile y San Salvador, y en 1993 el gobierno cubano respaldó la creación del taller y estudio Casa Guayasamín en La Habana Vieja.

La denuncia implícita en la obra de Guayasamín contiene también una fuerte carga de tristeza. "Este siglo oscuro y violento que nos ha tocado vivir me ha obligado a llenar mis cuadros de una enorme tristeza". Descreía, sin embargo, de la muerte, de la cual aseguraba no existía: "No creo en la muerte, los hombres se diluyen pero siguen viviendo a través de sus descendientes. (...) Yo tengo ya siete hijos. En cada uno de ellos estoy profundamente reflejado. Es decir que si me toca diluirme ya queda en mis hijos impresa mi vida personal, mi espíritu, mi mundo interior ya queda en cada uno de ellos".

De postura izquierdista, amigo de Fidel Castro y de Salvador Allende, Guayasamín dijo en una oportunidad haber pintado "como si gritara desesperadamente, y mi grito se ha sumado a todos los gritos que expresan humillación, la angustia del tiempo que nos ha tocado vivir". Justamente, El tiempo que me ha tocado vivir es una de sus colecciones de obras más famosas, en la que se representan los conflictos armados, la lucha obrera y el ideario político de la izquierda. "Uno hace las cosas por necesidades espirituales, por gritar, por protestar, por hablar de las angustias, no por buscar inmortalidad. A veces pienso que cuando muera, y después de muerto, no valga nada de lo que he hecho. El tiempo será el que lo diga".

Cuando el pueblo de Ecuador empezó a protestar ante los desatinos del hoy ex presidente Abdalá Bucaram, Guayasamín fue uno de los propulsores del movimiento, participando en la planificación de las jornadas de protesta del 5 de febrero de 1997. Con los escritores Pedro Jorge Vera —también recientemente fallecido— y Jorge Enrique Adoum formó el llamado Grupo de los Intelectuales. La Fundación Guayasamín fue en repetidas oportunidades lugar de reunión para grupos centroizquierdistas, movimientos independientes e indigenistas. Influyó decisivamente en la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente que inició actividades en diciembre de 1997.

El gobierno ecuatoriano rindió a Oswaldo Guayasamín, el día 12, los honores que corresponden a quien dedicó su vida y su obra a exaltar las nacionalidades latinoamericanas.

Para saber más acerca de la vida y la obra de este genio de la plástica latinoamericana, conviene visitar el sitio homenaje que le ha dedicado Antonio Ocaña. También se puede obtener información sobre la Fundación Guayasamín.


Yehudi Menuhin Yehudi Menuhin, el Einstein del violín

El viernes 12 de marzo murió en Berlín a los 82 años el violinista Yehudi Menuhin, víctima de un ataque al corazón ocurrido tres días después de haber cancelado un concierto por motivos de salud. Poseedor de una extraordinaria sensibilidad social y convencido de que la música era un antídoto contra la violencia, había dicho recientemente que "el arte refleja el refinamiento de una sociedad".

Contemporáneo de Jascha Heifetz e Isaac Stern, Yehudi Menuhin nació en Nueva York el 22 de abril de 1916 y vivió casi toda su vida en Gran Bretaña, de donde se hizo ciudadano en 1985. Su debut como violinista se produjo a los siete años de edad interpretando el Concierto en Mi menor Op. 64 de Mendelssohn con la Orquesta Sinfónica de San Francisco; a los 13 años ya había obtenido reconocimientos en Berlín, París y Londres y era llamado "el Einstein del violín".

Justamente en Berlín, poco antes de cumplir sus 13 años, el científico alemán Albert Einstein lo felicitó, después de su primer concierto, diciendo: "¡Ahora sé que hay un Dios en el cielo!". Esto le aseguró una exitosa carrera en la que alternó con los mejores directores y orquestas del mundo, convirtiéndose en un apasionado de Bach y los románticos. Grabó con Georges Enesco, quien lo acompañó en el piano; con Edward Elgar; con el director alemán Wilhelm Furtwängler, con quien produjo memorables interpretaciones de Beethoven, Mendelsohn, Brahms y Bartók, entre otros. Como director de orquesta estuvo a cargo de conjuntos como el del Festival de Bath y del Festival Menuhin, la Royal Philarmonic y la Sinfonía Varsovia. Interpretó música hindú con Ravi Shankar y piezas de jazz con Stephan Graphelli, y confesó su aprecio por la música de Los Beatles.

Menuhin desarrolló también una intensa actividad social. Durante la segunda guerra mundial participó en quinientos conciertos cuyos beneficios apoyaron a la Cruz Roja y a las tropas aliadas. Pregonó la paz por donde quiera que su música llegara, mostrándose contrario a toda forma de violencia. Criticaba al neonazismo recomendando que sus impulsores, a quienes tildaba de jóvenes que no conocen la historia, fueran "castigados y reeducados sin violencia, pero firmemente".

Solidario con los jóvenes talentos, concedió becas en países como China y la extinta Unión Soviética, dando a muchos nuevos valores la oportunidad de cursar estudios en Occidente. Recibió en 1960 el premio Nehru de la Paz y en 1990 fue investido del título de embajador de buena voluntad de la Unesco. También recibió el premio de la Legión de Honor Francesa, la Orden del Mérito de Alemania, la Orden Leopoldina de Bélgica, la Gran Cruz de la Orden del Mérito de España, la Orden de Caballero de la Gran Cruz de Italia y casi treinta doctorados honoris causa en diversas universidades como las de Oxford, Cambridge y La Sorbona.

"Nací viejo y cada día soy más joven", dijo Menuhin en diciembre. La Fundación Menuhin, creada por él en Bruselas, conserva su legado en la forma del proyecto MUS-E, con el que se intenta llevar la enseñanza artística a los colegios de escasos recursos.

Sobre Menuhin no hallamos material significativo en la red, al menos en nuestro idioma. En alemán es posible leer su vida y obra. También en inglés se puede obtener abundante información en el sitio de la Escuela de Música Yehudi Menuhin, en Inglaterra.



       

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