Mitch
Gabriel Lerner
El pueblo que borró el viento se llamó Chilanguera
pendía del mínimo aliento de las hojas de sus sauces
solía comer con paciencia
de las bocas arañadas de sus gentes
el hombre lento a quien llaman el güero
rescató el cadáver de su hija
bajo un humo de escombro empapado de su casa
camina el güero con su hija fría por la calle
cada paso es un frío péndulo
la mano yerta saluda
seguida de los ojos de Chilanguera
que crepita y se calla más adentro
dicen que las mujeres miraban al cielo
con alarido ululante y vivo
pero el helicóptero en lo alto
sólo filmó las noticias de la tarde
los hombres ataron a sus hijos a las copas de los árboles
con sogas y bejucos para que no cayeran
soñaron que eran fruto maduro al mediodía
se dejaron soñar flotando en el río negro
que atravesó al pueblo por su vida
(sólo cuento lo que he visto
debajo de un epígrafe gris y satisfecho
desde el ala blanda y caliente
el ojo seco y gigantesco que no duele)
una mujer se tapa el ojo con mano vacía
sólo sabe que el viento se fue con su nube
la piedra grande del río ha crecido
para aplastar su pecho seco de harina
el lodazal practicó una roja grieta en su carne
la gente del caserón se apretuja reza espera
(sólo cuento lo que he leído
y me alejo corriendo de la sangre)
los señores de la calle seca durmieron mal aquella noche
el huracán se disipó
la tristeza anidó en otro cuerpo
se llevó el viento al río desbordado
con las hojas del diario
los hombres y las mujeres de Chilanguera
ahora sólo cuentan sus muertos
no estuve allí
sólo cuento lo que me han dicho
las montañas de alimento envasado
las bolsas de arroz que nunca llegan
no sentí el chaleco de hojarasca
apretujarse alrededor de mis costillas
ni la respiración sibilina de las rocas en el agua
bendecir el ingreso al nuevo osario
no protestó la carne de mi espalda mientras
Chilanguera cansada de aferrarse a las hojas de los árboles
se resbala se suelta se ahoga
porque no pudo salvar a los hijos
del viento que se llamaba Mitch.
Courtleigh Drive, 8 de diciembre de 1998.