La sombra del gaucho ciego
María Miteva
Llegó un invierno hasta el rancho
diciendo que era mi sombra
y con triste voz de alondra
que se quedó sin bandada,
pidió un poco de luz clara
pa'calmar tanta zozobra.
—¿Por qué me dejó paisano,
no ve que me estoy muriendo?
quiero seguir recorriendo
a su lado la pradera,
si acaso fui traicionera
su perdón le estoy pidiendo.
Usté siempre dio la espalda
naides me enseñó a ser buena,
si ondié como fiel bandera
copiando sus movimientos,
¿por qué me dio este tormento
de ser sombra de cualquiera?
—A mí me dejó primero
la luz que le daba vida,
uste'se fue por la herida
que abrió la noche en mis ojos,
no piense que es un antojo
lo que lleva de sufrida.
Desde que perdí la vista
me he convertido en olvido
¿Pa'qué sirve un gaucho herido?
Ya se me puede estar yendo
acá donde estoy viviendo,
pa'dos sombras no hay sentido.
Me voy a quedar afuera,
mientras el día esté andando
lo voy a estar esperando,
vagando como es costumbre
y anhelando que lo alumbre
la luz buena de un milagro.
Gaucho ladino y porfiado
mire que se vino abajo,
se me quedó en el atajo
encandilao por el miedo,
sepa que peor que ser ciego
es ser cobarde ¡carajo!