La historia de un país puede ser contada a través de una sola versión considerada como verdad absoluta de manera convencional, pero no se puede descartar que sea formada a través de la participación y visión de cientos de personas que atestiguaron los hechos que la conformaron desde distintas perspectivas, que se asemeja a una telaraña en la que todos los hilos que la constituyen conducen al mismo punto crucial. Esta obra, titulada desde una analogía referente al Ulises de Homero, rescata las anécdotas de José Vasconcelos, regalando al lector una imagen del México en márgenes de una revolución.
Un joven que soñaba con la grandeza bajo los cielos estrellados de un pequeño pueblo y pasó a formar parte de la historia al mudarse a la gran capital.
Ulises criollo es la historia de una nación contada desde la visión de uno de los políticos-literatos que mantuvieron fe en un país que comenzaba a hundirse cuando aún ni siquiera se había consolidado como nación. Recordando desde la infancia del autor en un pequeño pueblo fronterizo hasta su actividad política luego de la muerte de Francisco I. Madero; juzgado por Octavio Paz como el “mexicano mayor del siglo XX”, la novela hace recuento de los acontecimientos que marcaron los primeros treinta y tres años de vida del escritor.
Vasconcelos pone una parte de su vida en manos del lector. Sincera su corazón bajo la filosofía del marinero de Coleridge: “till my ghastly tale is told, this heart within me burns” (cita con la que concluye el libro). En 387 páginas (según la edición de Porrúa, 2012) nos introducimos en la vida de un joven que soñaba con la grandeza bajo los cielos estrellados de un pequeño pueblo y pasó a formar parte de la historia al mudarse a la gran capital. Sus pensamientos y actitudes toman más fuerza en el presente como relato dentro de la obra que en el instante en que ocurrieron en vida, pues complementa en su escritura cada anécdota, apartando de la censura todo aquello que en el momento no se atrevió a decir.
La estructura de la obra se asemeja a las memorias escritas por su predecesor Guillermo Prieto, un mexicano ejemplar del siglo XIX cuya vida se resume en aspectos similares a los que conforman la de Vasconcelos casi un siglo después: un mexicano con una infancia humilde y de origen anónimo, que encuentra el tesoro que la lectura y las palabras representan y años después se une a la lista de los grandes políticos mexicanos.
La obra se organiza en ciento once capítulos, bautizados con las palabras clave del contenido, incluyendo una advertencia. Su autor inicia exponiendo los motivos que le llevaron a nombrar la obra de tal modo, con el significado subjetivo de las dos palabras que le conforman, y da un aviso (advertencia) al lector de la intensidad del contenido, mostrándose humilde y deslindándose de buscar ser un ejemplo para la sociedad.
Como quien empieza a vivir, Vasconcelos inicia sus memorias en el lecho materno. Comenzando su andar por la vida tomado de la mano y guiado en gran medida por los consejos maternos, viviendo en dos países y tratando de entender lo que la vida tenía para ofrecerle, manteniéndose unido al círculo familiar hasta sus años de adolescencia, mudándose de un lugar a otro hasta, por fin, iniciar su viaje por los caminos de la política mexicana.
A través de su prosa, Vasconcelos transmite todo sentimiento que embriagó su alma en cada situación.
Nos muestra la faceta humana de uno de los personajes ilustres de la historia de México, sus errores, sus fracasos, sus triunfos, amores y relaciones con grandes figuras que conformaron su vida pública y privada. No sólo mantiene la faceta histórica del contexto en el que fue escrita, sino que imita las funciones de un diario personal en el que su autor desahoga los pensamientos y acciones ocultas detrás de todo lo que se puede conocer de una figura pública pero se saben propias de todo ser humano. Vasconcelos se sincera de forma apasionada acerca de su vida amorosa, desde su primer amor en la niñez hasta sus amargos momentos de desamor durante su madurez. El fracaso de varios amores y el fallecimiento de su madre corrompen su vida espiritual, desintegran el lazo que su madre se empeñó por fortificar.
A través de su prosa, Vasconcelos transmite todo sentimiento que embriagó su alma en cada situación. Evoca paisajes, colores, sabores y aromas de la época. A través de un acervo sensorial el lector formará parte de esas vivas imágenes que parecen edificarse con cada palabra proveniente de la escritura de Vasconcelos. Sus recuerdos acerca de los lugares en los que vivió, descritos de forma casi poética cuando producían en él una impresión positiva, maravillosa, casi fantástica.
El entusiasmo con el que describe los paisajes de la época, regalando al lector hermosos relatos de costumbres, sólo se puede comparar con el frenesí que se apodera de Vasconcelos cuando revela la importancia que la lectura tuvo en su vida. La poesía y su musicalidad provocaban en él una catarsis temporal pero son las palabras escritas la fuente de la cual emana su primer gran vicio.
Su nula gracia para la oratoria es remplazada y opacada por el talento que se desborda a través de su pluma en sus primeros escritos —en las palabras de su madre: “no eres tú para la oratoria: serás escritor, y vale más”—, pues en sus obras venideras se reflejará el declive que su escritura sufre, sobre todo en sus ensayos filosóficos.
La vida de José Vasconcelos repleta de circunstancias variantes se torna material novelable para él mismo y se crea personaje en las situaciones que le moldearon como ser humano y como persona pública. La riqueza de hechos históricos e imágenes del México del siglo XX son las aportaciones del diario personal que Vasconcelos pone a nuestro alcance.
- José Vasconcelos: Ulises criollo - martes 26 de abril de 2016
