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El poeta de Nueva York

lunes 17 de octubre de 2016
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Bob Dylan
Dylan, como un poeta visionario, le abrió a la música de su tiempo otras posibilidades y muchos comenzaron a imitarlo.

Bod Dylan ganó el premio de literatura, y los que hacen literatura se fueron de espalda. Incluso, muchos periodistas y críticos literarios todavía no lo pueden creer. Y a nivel internacional, especialmente en las casas editoriales que esperan ansiosas el fallo para comenzar a lucrarse, hay un grupito de invidentes que no pueden ver más allá de sus ojos y, con lenguas vibrantes de tonos similares a la envidia, buscan razones para desconocerlo. Pero el premio ya se lo dieron, nada qué hacer, señores. Salvo que el ganador lo rechace.

Están revolcándose en sus asientos los patrones de la verdad que suelen dárselas de críticos literarios diciendo qué es y que no es poesía.

Creería yo que, una vez pasado el asombro, deberían dedicar algunas horas de su vida a escucharlo. A leer alguno de los libros que hablan de lo que hay detrás de cada una de sus canciones.

Pero en la vida hay gente así, aunque usted no lo crea. Gente que se dedica desesperadamente a buscar razones para descalificar y desvalorar al otro en vez de alegrarse por los logros y progresos del prójimo.

Por demás, están revolcándose en sus asientos los patrones de la verdad que suelen dárselas de críticos literarios diciendo qué es y que no es poesía; y a veces, con desfachatez, le dicen a la gente: “lo suyo no es poesía, lo suyo no es literatura”; pues bien, aquí la Academia acaba de asestar una lección impresionante para esos dioses de la crítica dueños de la verdad que suelen hablar y descalificar a otros desde la impostura de sus títulos de cartón y sus gustos preestablecidos.

Si las letras de las canciones de Dylan “se pueden leer como si fuera poesía”, el asunto tiene que ver por la gran aceptación popular que el autor ha tenido, por la influencia social que ha logrado, por el reconocimiento que ha modelado, por el don de ver el mundo y poder decirlo en una frase que todos entiendan. Sus letras prácticamente son himnos de varias generaciones y eso no se puede negar.

Hay que recordar que la literatura comenzó a socializarse desde el principio de los tiempos a través de la tradición oral con trovadores y juglares.

Dylan, como un poeta visionario, le abrió a la música de su tiempo otras posibilidades y muchos comenzaron a imitarlo. Si bien tiene canciones de amor, si bien tiene letras políticas, también tiene canciones de tono surrealista, e incluso monólogos personales “como si fueran poemas” que no entendemos pero suenan bien (…), pero lo más importante, es que le canta a la gente, y la gente le “copia”.

Hay que recordar que la literatura comenzó a socializarse desde el principio de los tiempos a través de la tradición oral con trovadores y juglares que iban llevando de pueblo en pueblo historias de otros pueblos. Y de alguna manera, Dylan es una especie de juglar que se ha dedicado a recorrer el mundo con mensajes y estribillos de paz, amor y libertad.

A Dylan lo definen como un trovador que ha visitado cuanta plaza de pueblo le han puesto en la agenda para ir a cantar, incluso hasta en la Casa Blanca cuando Obama le entregó la medalla de la Libertad en 2012, o cuando en 1997 el mismo Juan Pablo II lo escuchó atentamente en el Vaticano. Como autor, celebro este premio y me regocijo “por lo que parece poesía”.

Marco Antonio Valencia Calle
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