La Térmica ha presentado desde el 15 de octubre de 2016 hasta el 2 de marzo de 2017 (fecha de clausura extendida) la exposición inédita en España “Malkovich, Malkovich, Malkovich: homenaje a los maestros de la fotografía” del prestigioso fotógrafo norteamericano Sandro Miller, un fotógrafo estadounidense reconocido por su trabajo publicitario y especialmente por su colaboración con el conjunto Steppenwolf Theatre Company of Chicago. Este proyecto ha sido producido por diChroma Photography y ha permanecido expuesto al público hasta el 29 de enero de 2017.
La Térmica es un centro de creación y producción cultural contemporánea situado en la ciudad de Málaga gestionado por la Diputación. Como foco cultural y social impulsa la creación y la difusión artística. La Térmica da cabida a todas las formas de expresión artística, desde las artes escénicas hasta la moda, pasando por el cine, las artes plásticas, la música, el diseño, la arquitectura, el urbanismo, el paisajismo o el pensamiento, programas de residencias, talleres, formación y apoyo a creadores y emprendedores con aportación de recursos económicos, técnicos y humanos necesarios para garantizar el crecimiento profesional de los participantes.
Miller, en 2013, ideó el proyecto, que consiste en una selección de cuarenta y una de las más memorables fotografías del siglo XX con el ingrediente de la reinterpretación. Decidió que dicho “performance” fuera protagonizado por el actor John Malkovich, quien es uno de los grandes actores norteamericanos del siglo XXI, como sujeto en cada imagen. Así, apreciamos cómo Malkovich muta desde Salvador Dalí hasta Meryl Streep con soltura, ya que tiene una gran capacidad de transformación en diferentes personajes, en este singular homenaje a la historia de la fotografía. Pero ahí no finalizan estas consideraciones, porque se hacen evidentes aspectos subyacentes a las imágenes presentadas: Miller desafía a Roland Barthes y a Michael Fried.
El gran vencedor es Malkovich, pues confronta al espectador con el argumento contundente de su actuación.
Según Roland Barthes, en La cámara lúcida, el “punctum” vendría dado por la fascinación, por la emotividad, que provoca una respuesta en el espectador, por algo que no se busca, sino que sale de la escena para “punzar” a éste. Son elementos que se incorporan al azar en la imagen y se encuentran en fotos que no están conscientemente hechas. Basta con verlas para percibir esa punzada en pleno rostro. Se dan siempre dentro de un encuentro azaroso, nunca premeditado. Sin teatralidad. Para Barthes el hecho de posar es un elemento teatral.
Al hacer que Malkovich pose frente a su cámara, Miller altera el interior de las fotografías elegidas para la alquimia y Malkovich se posesiona de la escena, se altera a sí mismo, se fabrica otro cuerpo, y se transforma con anterioridad en imagen, y manifiesta: “También soy distintos mirar, soy el que creo ser, el que quiero que otros crean que soy, el que el fotógrafo cree que soy, y aquel quien yo quiero ser”.
Por otra parte se presenta la posición de Michael Fried: “El punctum está latente en las fotografías contemporáneas para brotar de ellas, revelarse por medio del inexorable paso del tiempo”.
Miller juega con la teatralidad al impulsar una continua imitación, sin cesar, lo que da lugar a la creación de una impostura (teatro), añade numerosas capas de pátina, otorgada inexorablemente por el tiempo a las fotografías seleccionadas y de vieja data, y así oculta el punctum, antes latente, y le impide revelarse. Miller desafía a Roland Barthes y a Michael Fried, al punctum y al tiempo.
Ahora bien, el resultado que se impone de este reto, remitente a la escena del enfrentamiento entre el protagonista de Dangerous Liaisons, el vizconde de Valmont (John Malkovich), y el caballero Raphael Danceny (Keanu Reeves), es que el gran vencedor, a diferencia de la citada interpretación, es Malkovich, pues confronta al espectador con el argumento contundente de su actuación y dice en cada fotografía de la muestra: —Touché.
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