
Nos encontramos en el centenario del nacimiento del poeta Manuel Molina Rodríguez, nacido el 28 de octubre de 1917 en la calle Trinidad de Orihuela (Alicante). Cursó estudios primarios y comenzó el Bachillerato en el Instituto de Orihuela, con el profesor Jesús Alda Tesán, quien era colaborador de la revista El Gallo Crisis. En su juventud conoció a los poetas Carlos Fenoll, Miguel Hernández, a los hermanos Ramón y Gabriel Sijé. Participó en reuniones literarias que éstos celebraban en la tahona de la calle Arriba. En 1935 se trasladó con su familia a Alicante y un año más tarde presidirá las Juventudes de Izquierda Republicana de esa ciudad. Tras la rebelión militar de 1936 sirvió como carabinero a la defensa de Madrid. En la Alianza de Intelectuales Antifascistas de Madrid conoció a Rafael Alberti, María Teresa León, Emilio Prados y Antonio Aparicio. En 1937 visitó a Vicente Aleixandre en su casa de Velintonia de Madrid junto a los milicianos Carlos Fenoll y Jesús Poveda.
Actualmente, el legado de Manuel Molina se halla en el Archivo por la Democracia de la Universidad de Alicante.
Terminada la guerra, y tras pasar por el campo de concentración de la Plaza de Toros de Valencia, regresó a Alicante, tuvo que hacer el servicio militar forzoso con los nacionales en Burgo. Regresó de nuevo a Alicante, y se casó con Maruja Varó Busquiel el 6 de diciembre de 1943, con la que tuvo dos hijas: Marilé y Clemencia. En Alicante ejerció como capataz de obras, y posteriormente fue secretario de la Biblioteca Gabriel Miró de dicha ciudad, bajo el patrocinio de la Caja de Ahorros del Sureste. Junto a un grupo de poetas de posguerra como el historial Vicente Ramos y el poeta Rafael Azur revitalizaron la vida literaria de la ciudad creando varias revistas literarias y antologías con Tina Mercader, Ángela Gatell, José Albi, Julián Andúgar o María Beneyto. A este grupo de poetas se le unieron pintores como Gastón Castelló, Miguel Abad Mirón, Melchor Aracil, Pérez Pizarro y el escultor Pepe Carbonell.
Actualmente, el legado de Manuel Molina se halla en el Archivo por la Democracia de la Universidad de Alicante, cuyos albaceas son Clemencia Molina Varó (hija) y el profesor Cecilio Alonso. La correspondencia epistolar alcanza 3.800 documentos en su mayor parte literarios, que corresponden a unos 400 remitentes, entre los que se destacan Vicente Aleixandre, Juan Gil Albert, Josefina Manresa (viuda de Miguel Hernández), Gabriel Celaya, Blas de Otero, Antonio Buero Vallejo, Celia Viñas, Leopoldo de Luis, Ángel Caffarena, Santiago Moreno o Carlos Sahagún.
El poemario más destacado de Molina lo publicó en 1950, titulado Hombres a la deriva, bajo la censura franquista, de tuyo texto el autor de este artículo ha escrito el ensayo Hermenéutica de “Hombres a la deriva” de Manuel Molina, publicado en Amazon en 2017.
Amistad con Miguel Hernández
El Miguel Hernández que hoy conocemos no hubiera sido posible sin la dirección e informaciones que Manuel Molina aportó de sus recursos a investigadores hernandianos como Juan Guerrero Ruiz, Concha Zardoya, Marie Chevallier, Elvio Romero, Simón Latino, María de Gracia Ifach (Josefina Escolano), Leopoldo de Luis, o aconsejando a Josefina Manresa sobre la multitud de cartas que recibía de peticiones de información.
Se pensaba por algunos hernandianos que Manuel Molina aprovechó la amistad con Miguel Hernández para resurgir a su sombra como poeta, escribiendo el controvertido libro Miguel Hernández y sus amigos de Orihuela, El Guadalhorce, Málaga, 1969. Sin embargo, todo lo que dijo en ese libro era cierto, lo que sucedió es que le surgió un enemigo antiguo vecino como Ramón Pérez Álvarez, secretario de la revista Silbo (1936), que tiró por tierra a Molina y a los hermanos Fenoll, sin saberse por qué razón, tal vez por protagonismo. Además omitió su nombre en algunas cartas que no están en la Obra poética completa del autor de El rayo que no cesa.
La amistad del quinceañero Molina con los Fenoll, Ramón Sijé y Miguel Molina venía desde las reuniones de la Tahona, porque Molina vivió de joven en calle Barrio Nuevo, contigua a la calle de Arriba, donde estuvo la tahona de los Fenoll, y en la misma calle estaba la residencia del joven Miguel Hernández. Ramón Sijé acudía a la tahona por dos razones, la primera para visitar a su novia que era la bella Josefina Fenoll, hermana de Carlos y de Efrén, y la segunda porque en el alcabor de la tahona (chimenea del horno) le pedían consejos literarios a Ramón Sijé, estudiante de Derecho, tanto Carlos como Miguel, y es muy posible que Molina acudiera de oyente, puesto que esta asistencia la confirmó Carlos Fenoll en la carta en la que le decía que Molina era el benjamín de la tertulia de la tahona. La referencia a la tertulia de la tahona la había contado Molina en la revista Verbo en 1946.
El 2 de octubre de 1932, Molina estuvo presente en la inauguración del busto a Gabriel Miró en Orihuela, el parque que hoy lleva su nombre, como simple asistente, sin participar oficialmente en ningún acto, ni en la revista monográfica El Clamor de la Verdad. Asistió con Carlos Fenoll, que a pesar de que se había iniciado como poeta, tampoco participó en dicha revista ni en el Gallo Crisis, de Sijé.
Cecilio Alonso escribe, en su artículo “Miguel Hernández y Manuel Molina. Una amistad en dos tiempos” (revista Auca, 21, 2011, pág. 42), sobre la convivencia con Miguel Hernández cuando éste componía su auto sacramental Quien te ha visto y quien te ve y sombra de la que eras:
Pero, a mediados de 1934, se produjo una convivencia imprevista que dejó huella en la sensibilidad del más joven [Molina]. Miguel, para completar las últimas escenas de su auto sacramental, quiso retirarse al Campo de Matanzas para componer sus versos en plena naturaleza. Manolo supo que lo iba a acompañar su amigo Antonio Gilabert, primo hermano del poeta, y consiguió que su padre le permitiera ir con ellos…
En una carta de Miguel Hernández a Carlos Fenoll de fecha finales de enero de 1936 (pág. 2.367 de CC), le escribe Miguel: “No escribo a mi primo [Antonio Gisbert], no escribo a Molina [Manuel], no escribo a no sé cuántos amigos. Me es imposible por completo repartirme más”.
A finales de agosto de 1937 Miguel Hernández dio una charla o conferencia en el Ateneo de Alicante que estaba en la calle Villavieja, a donde acudió Manuel Molina con Vicente Ramos a saludarlo, se confirma en el libro Miguel Hernández y Alicante, Colección Ifach de 1976.
En 1938 se encontró Molina con Miguel en Valencia en la calle La Paz, y se saludaron.
Molina se enteró de la muerte de Miguel días después de su fallecimiento a través de su novia Maruja Varó.
Escribió Molina que el 15 de septiembre, Miguel, una vez puesto en libertad de la prisión de Torrijos de Madrid, estuvo en la casa de Molina buscándolo, y como no lo encontró dejó recado a la hermana de Molina de su visita; al día siguiente Molina fue a Cox con Carlos Fenoll para advertirle que no fuera a Orihuela. Yo tenía dudas de esta visita y así lo hice constar en mi libro Carlos Fenoll, trayectoria vital y poética, de 2012, pero recientemente me he encontrado con el artículo de Cecilio Alonso “Miguel Hernández y Manuel Molina, Una amistad en dos tiempos” (revista Auca, 21, 2011), donde se indica que la hipotética visita de Molina a Cox la confirma Josefina Manresa:
…En septiembre de 1939 entró Miguel a la tienda [una de comestibles de Cox] con Carlos Fenoll y Molina [Manuel venido de Alicante] a tomar un refresco, y le llamó la atención el cuadro [un corazón de Jesús] y al día siguiente me contó mi prima [Carmen], muy enfadada, que le había preguntado Miguel: “A cómo da ese tío los tomates” [refiriéndose al corazón de Jesús del cuadro].
(Página 101 de Recuerdos de la viuda de Miguel Hernández, de Josefina Manresa, 1980).
Estando Miguel en la enfermería del Reformatorio de Adultos de Alicante, Molina visitaba a Josefina Manresa y a Elvira (hermana de Miguel) cuando residían en la calle Pardo Jimeno Nº 14 de Benalúa. Miguel en dos cartas a Josefina cita a Molina, en fecha 2 de agosto de 1941: “Di a Molina que busque una buena biología y manual de historia que no sea elemental”. Y en la del 29 de agosto de 1941 escribe: “Recuerdos de Miguel para Molina”.
Molina se enteró de la muerte de Miguel días después de su fallecimiento a través de su novia Maruja Varó, que se lo había encontrado la niña Rosa Moreno Hernández, la hija de Elvira, en la calle. Sufrió un shock tal que desde entonces se dedicó a recuperar la memoria del poeta.
La amistad de Josefina Manresa y Molina se mantuvo siempre en el tiempo, no sin cierta polémica como lo de la compra del nicho en 1952, que ya se ha contado.
Anotadas estas reflexiones creo que queda suficientemente demostrado que es cierto todo lo que escribió Molina en sus escritos.
Amistad con el poeta Carlos Fenoll
El poeta-panadero Carlos Fenoll había nacido el 18 de agosto de 1912. Fue el fundador de la revista Silbo de Orihuela en mayo y junio de 1936, salieron dos números, en papel amarillo intenso para hacer cometas. Carlos estaba casado con Asunción Ávila; en 1947 emigró a Barcelona, donde ejerció el oficio de panadero hasta su muerte en 1972 (ver biografía en Letralia). En este período barcelonés mantuvo correspondencia con sus amigos de Orihuela, en especial con Antonio García Molina, y con Manuel Molina que residía en Alicante. Molina se ocupó de publicar una biografía de Carlos y participará en antologías como la de 1972.
En 1955 Manuel Molina le pidió un prólogo a Carlos Fenoll para su libro de poemas Versos en la calle, que aparecería bajo la nueva marca Editorial Silbo (o bajo el dinástico escudo Silbo); éste accedió a regañadientes y se lo escribió más o menos a la medida de lo que el solicitante deseaba oír, pues, para empezar, le bautiza como “el benjamín del grupo Silbo”, nombramiento que no gustó a Pérez Álvarez, como más adelante veremos (y quien en el futuro se negó a nombrar a Molina, usando siempre algún apelativo, como “el oriundo” o “este caballero”). El prólogo es corto pero sustantivo y polémico, pues supuestamente Molina involucró a Carlos en algunas afirmaciones no del todo ciertas. El primer borrador no le gustó al solicitante y un mes después Carlos le envió otro para según él “dormir tranquilo”, aunque “no me convencía sobre todo el final”.
A finales de 1936 Molina se incorpora voluntario al 4º Batallón de Carabineros con destino en Madrid por el tiempo en que murió el periodista cubano Pablo de la Torriente Brau.
En 1968 Carlos y su esposa, Asunción Ávila, estuvieron en Alicante visitando a la familia de Molina, donde en una fotografía están Carlos, Asunción, Maruja Varó y sus hijas Marilé y Clemencia, lo que demuestra la gran amistad que se profesaban.
En 1978 Molina publica el libro Carlos Fenoll. Canto encadenado, sobre un antología, y la biografía de Carlos, haciendo constar en la portada que era Carlos su autor, cuando el autor recopilador era Molina; es acto que habla muy bien de su hondo respeto a los amigos, pues se trata de un libro póstumo ya que Fenoll había falleció a los 60 años en Barcelona el 31 de diciembre de 1972.
Amistad con Vicente Aleixandre
A finales de 1936 Molina se incorpora voluntario al 4º Batallón de Carabineros con destino en Madrid por el tiempo en que murió el periodista cubano Pablo de la Torriente Brau (19 de noviembre de 1936); se encontró con Carlos Fenoll y Jesús Poveda, estaban como milicianos en la Alianza de Intelectuales Antifascistas y también fueron los tres amigos y paisanos a la casa de Vicente Aleixandre, de calle Españoleto, 16; lo confirma una carta de Aleixandre:
Somos los mismos que aquellos días nos vimos, días que valieron por años y sangre que valió por torrentes. ¿Te acuerdas del vinillo que nos tomábamos en aquel día de Navidad? Tú con tus 18 años y los simpatiquísimos Fenoll y Poveda un poco mayores que tú, con sus veintitantos. De toda aquella larga temporada es uno de los recuerdos más puros que tengo. Luego Miguel vino muchas veces, mi gran Miguel que era como un hermano chico para mí, y me habló de vosotros…
(Carta de Vicente Aleixandre a Molina de fecha 29-2-1952; archivo Maruja Varó).
Esta visita a la casa de Vicente Aleixandre la contó Jesús Poveda en su libro de México Vida, pasión y muerte de un poeta: Miguel Hernández, Edición Oasis.
Pero se olvidó de nombrar a Molina. Sí nombró a Carlos Fenoll.
Vicente Aleixandre visitó Alicante en mayo de 1952 gracias a Manuel Molina, que medió con el director de la Caja Ahorro del Sureste de Antonio Ramos Carratalá.

Obras poéticas de Manuel Molina
- Otoño adolescente, Alicante, Intimidad poética, Col. Leila, 1943.
- Hombres a la deriva, Alicante, Colección Ifach, 1950.
- Camino adelante, Madrid, Col. Neblí, 1953.
- Versos en la calle, Alicante, Ediciones Silbo, 1955.
- Poemas, Granada, Don Alhambro, 1958.
- El suceso, Cádiz, Caleta, 1960.
- Mar del miedo, Madrid-Palma de Mallorca, Papeles de Son Armadans, 1962 (tirada aparte de la revista)
- Coral de pueblo (prólogo de Camilo José Cela), Alicante, Caja de Ahorros del Sureste de España, 1968.
- Veinte sonetos tópicos, Alicante, Revista Idea, 1969 (separata).
- Balada de la Vega Baja (Elegía sin nombre), Málaga, Librería El Guadalhorce, 1970.
- La belleza y el fuego, Alicante-Málaga, Librería El Guadalhorce, 1972.
- Versos de la vida, Alicante-Málaga, Librería El Guadalhorce, 1977.
- Carlos Fenoll. Canto encadenado, Instituto de Estudios Alicantinos, 1978
- Protocolo jubilar, Alicante, ed. del autor, 1982.
- Rezuma, Valencia, Anteo, 1984.
- Versos escogidos (edición de Cecilio Alonso), Alicante, Instituto Juan Gil-Albert, 1992.
- Miguel Hernández y sus amigos de Orihuela (testimonio personal), Málaga, El Guadalhorce, 1969.
- Amistad con Miguel Hernández, Alicante, Silbo, 1971.
- Miguel Hernández en Alicante (en colaboración con Vicente Ramos), Alicante, Ifach, 1976.
- Un mito llamado Miguel (XXV aniversario de la muerte de Hernández), Alicante, Silbo, 1977.
- Paisajes y personajes mironianos (centenario del nacimiento de Miró, 1879-1979), Alicante, Caja de Ahorros Provincial, 1979.
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