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La violencia en México

viernes 7 de junio de 2019
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“El Llano en llamas”, de Juan Rulfo
El Llano en llamas es una exaltación a la mexicanidad. Disponible en Amazon

La violencia como constante en la historia de México está registrada en Los bandidos de Río Frío de Manuel Payno, en El Llano en llamas de Juan Rulfo y en Las muertas de Jorge Ibargüengoitia. “Mañana estarás muerto o tal vez pasado mañana o dentro de ocho días”1 es una sentencia existencial que comparte Juan Rulfo en su obra. La enunciación asume vigencia en los tiempos que nos toca vivir. Ibargüengoitia relata en Las muertas que “hace calor, las moscas se paran en la cara del capitán, los cazahuates están floreando. Detrás de él va una fila de soldados montados, que atajan con la mano las ramas de los huizaches. Delante de él va un solo hombre: un ranchero de huaraches y sombrero ancho que camina a pie. Es el informante. La vereda se hace cada vez más angosta y cuando parece que se acaba, el ranchero se detiene y levanta el brazo para señalar algo que está del otro lado de la cañada: allí están las flores (amapolas)”.2 El texto de Ibargüengoitia hace referencia al narcotráfico. Más adelante señala que “el agente Guillomar hizo viajes a San Pedro de las Corrientes y habló varias veces con Humberto Paredes. Es posible que haya estado en la casa de la calle de Los Bridones. No se sabe qué dijeron. Quizá el agente fingió querer vender un plantío o comprar droga”. La violencia, el contrabando y el narcotráfico pueden rastrearse en y desde la literatura. El Llano en llamas es de 1953 y Las muertas de 1977.

Gabriel Ferry, viajero francés en el México del siglo XIX, cuenta que “había oído hablar con frecuencia de Albino, uno de los más audaces contrabandistas de la costa, bajo el régimen español. Era una guerra a muerte entre los guardias de la aduana y los enemigos del fisco, y en aquellas luchas mortales, Albino Conde se había creado una fama extraordinaria”.3 Albino Conde fue el personaje central de un romance colonial denominado Yo soy el contrabandista. La violencia generada por los españoles es rescatada por Gabriel Ferry, lo que demuestra que ésta no es privativa de nuestro tiempo.

De cada una de las ramas del mezquite pendía una cabeza sangrienta, testimonio de la crueldad de los españoles. El árbol, bajo el cual había yo buscado un abrigo, era uno de esos monstruosos trofeos, que el salvaje furor de los soldados de Calleja multiplicaba en nuestros campos. No pude contemplar por mucho tiempo aquella horrible pirámide de restos humanos. Creía conocer entre aquellas horribles cabezas las facciones de algunos compañeros de armas, y casi desmayo. Desde que habita en la República, ha de haber usted encontrado más de una vez algunos árboles cargados de cruces de madera. Pues bien, en lugar de cada uno de esos fúnebres emblemas, había antes la cabeza de un insurgente. En el Bajío, sobre todo, esos árboles que sostienen 50 o 60 cruces recuerdan el principal teatro de nuestras luchas revolucionarias. A los españoles pertenece la idea de esas sangrientas exhibiciones; pero concluimos por mejorarles su invención, puesto que a nuestro turno clavamos en las ramas de los árboles millares de cabezas, y éstas no fueron reemplazadas por cruces expiatorias (pp. 86 y 87).

La literatura pone al descubierto la añeja existencia de problemas que desangran a los mexicanos del siglo XXI. No afirmo que la violencia es un fenómeno cultural o un elemento identitario. Lo que digo es que la violencia ha sido registrada por la literatura desde el siglo XIX: es un problema histórico. Al abordar la violencia, debemos ponderar contextos sociales y procesos históricos. La base de la violencia está en la desigualdad provocada por la pobreza.4 Necesitamos educación y más oportunidades de crecimiento profesional. Mientras no se atiendan las necesidades educativas, la violencia seguirá.

Cierro este breve texto recordando a La Guanajuateña, compañera de batalla de los soldados revolucionarios que independizaron a México de los españoles, durante la primera mitad del siglo XIX. Si la Revolución Mexicana de 1910 tuvo a sus soldaderas y a La Adelita, el proceso de Independencia mexicana encarnó en La Guanajuateña a las peleadoras incansables que, junto a sus compañeros de lucha, hicieron de nuestra patria una nación independiente. Los interesados en esta figura histórica pueden consultar la obra del viajero francés Gabriel Ferry (p. 138). Como lo he mencionado en otras ocasiones, los diarios de viaje son una fuente muy importante para el estudio y escritura de la historia; sin olvidar los registros personales hechos por sacerdotes católicos. La contrahistoria está en la autobiografía, en los corridos y romances. Desde hoy, cada vez que festejemos la Independencia de México debemos recordar a La Guanajuateña, símbolo de la contribución de las mujeres mexicanas a nuestra historia.

Luis Omar Montoya Arias
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Notas

  1. Rulfo, Juan, El Llano en llamas, Barcelona, Anagrama, 1993, p. 33.
  2. Ibargüengoitia, Jorge, Las muertas, México, Planeta, 2015, p. 39.
  3. Ferry, Gabriel, La vida militar en México, México, Editorial América, 1945, p. 60.
  4. El Llano en llamas es una exaltación a la mexicanidad. Sus ejes temáticos son el reparto agrario, la violencia, la vida rural en México, la ausencia de agua como causa de crisis económicas, la prostitución y la muerte. Las muertas de Jorge Ibargüengoitia recupera la historia de las poquianchis en el Bajío mexicano; habla de danzones, mariachis, fútbol, lesbianismo, homosexualidad, extorsión, violencia y narcotráfico.
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