El 7 de febrero de 2017 murió el semiólogo, escritor e historiador, de origen búlgaro, Tzvetan Todorov. Nació en 1939 en Sofía; en 2008 recibiría el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales. Fue profesor de la Escuela de Altos Estudios de París, de las universidades de Harvard, Yale y Berkeley, entre otras, y director del Centro de Investigaciones sobre las Artes y el Lenguaje.
Para Todorov fueron las vanguardias artísticas que florecieron durante el período entre las dos guerras mundiales las que crearon inconscientemente el germen de los totalitarismos.
Cada uno de sus libros significaba una oportunidad para profundizar en el conocimiento ya sea de la literatura o la historia y de los problemas y retos a los que se enfrentan las sociedades contemporáneas.
En la trilogía Los enemigos de la democracia, El miedo a los bárbaros y La tentación totalitaria, advertía Todorov sobre las dificultades para la convivencia en las sociedades multiculturales, y analizaba en profundidad los peligros que amenazan a los sistemas democráticos en tres manifestaciones concretas: el populismo, el mesianismo y el ultraliberalismo.
Advertía también el escritor sobre el poder de los medios de comunicación masiva que anteponen su impacto mediático a sus responsabilidades informativas.
Según Todorov, todos los totalitarismos prometen convertir a los hombres en artistas, liberarlos de las cargas de la vida y desplazar su atención hacia la creación. Aunque sobre los poetas sentenciaba: “El poeta fracasa inevitablemente en todas las otras vías de realización: habituado, acostumbrado (por él mismo) con el absoluto, exige de la vida lo que ésta le pueda dar”.
Sobre la creación y el ser humano consideraba que para unos serán las máquinas las que se encargarán de abolir las fronteras entre el arte y la industria, liberando al hombre de los trabajos pesados.
Para otros el arte y la cultura ya no serán placer de unos pocos sino la felicidad y la vida de las masas. Para Todorov fueron las vanguardias artísticas que florecieron durante el período entre las dos guerras mundiales las que crearon inconscientemente el germen de los totalitarismos, haciendo perder también el sentido de la vida que el semiólogo encuentra en la literatura:
A veces los escritores, y también los críticos y los profesores, olvidan que la gran vocación de la literatura es hacer sentido de nuestra vida, y la encierran en un ejercicio estéril, puramente formal.
La literatura amplía nuestro universo, nos invita a imaginar otras maneras de concebirlo y organizarlo.
Los totalitarismos, movimientos revolucionarios en Europa nacen en Italia, Alemania y Rusia, tres países que serán testigos del desarrollo de las principales vanguardias artísticas. El futurismo en Italia, el constructivismo en Rusia y la nueva objetividad en Alemania fueron los movimientos artísticos que prestaron su apoyo y dieron impulso a los movimientos revolucionarios que nacieron en estos países, de los que en pocos años serían sus víctimas.
Con respecto a la literatura Todorov externa: “Si hoy me pregunto por qué amo la literatura, la respuesta que me viene a la cabeza de forma espontánea es: porque me ayuda a vivir. Ya no le pido tanto como en la adolescencia, que me ahorre las heridas que podría sufrir en mis encuentros con personas reales; más que excluir las experiencias vividas, me hace descubrir mundos que se sitúan en continuidad con ellas y me permiten entenderlas mejor. Más densa y más elocuente que la vida cotidiana pero no radicalmente diferente, la literatura amplía nuestro universo, nos invita a imaginar otras maneras de concebirlo y organizarlo”.
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