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Camino y extravío

domingo 16 de octubre de 2022
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Camino y extravío, por Francisco Rodríguez Sotomayor
El extravío ofrece una delgada brecha; acepta que, si bien el objeto no lo sujetamos, está en cualquier parte, ora aquí, ora allá. ddzphoto • Pixabay
“Siempre estamos en medio de un desierto”.1
Jorge Luis Borges (conferencia sobre la pesadilla)

I

El extravío no es pérdida, aunque con frecuencia se confundan. El extravío es más bien dislocación, a menudo distorsión. Pero no pérdida; ésta es la rendición a la búsqueda, mientras en el extravío se permanece en ella. En la pérdida aceptamos, incluso si esta idea llegase a ser falaz, que el objeto irremediablemente escapó de nuestras manos, y se da por sentada la imposibilidad de recuperarlo. El extravío ofrece una delgada brecha; acepta que, si bien el objeto no lo sujetamos, está en cualquier parte, ora aquí, ora allá.

 

II

Cabe imaginar el punto A y el punto B, quizá también un punto C y un punto D. Habría que imaginar también que el punto A es movedizo, siendo éste el sujeto que busca al punto B. El A se mueve, y también el B; tal vez se encuentra al Z primero que al D, y desde éste se bifurcan los caminos, y desde el D se va al F, al H, y por qué no al T. Con la llegada a cada punto, el A se estaciona sin aún haber llegado al B, situándose en el medio de todos los puntos, andando hacia el B topándose con todos menos el B, estando siempre en movimiento y descubriendo nuevos puntos, sin saber desde el principio cuál era B y si él realmente era A, siendo siempre A. Cada punto es móvil y a su vez están en la búsqueda de otros puntos, sucediendo lo mismo que con A.

 

III

Me atrevo a decir que la frase: “Alguien tenía que haber calumniado a Josef K., pues fue detenido una mañana sin haber hecho nada malo”, es una de las más conocidas en la historia de la literatura, y creo que es pertinente al caso. Josef K., en El proceso, se ve obligado a atravesar todo tipo de situaciones para librarse de la posible condena. El mundo de Josef cambia enteramente esa mañana. Él es el punto A, y el punto B es la finalidad o el objeto de la novela, que es desentrañar el infame proceso judicial para así volver a la tranquilidad que el lector conjetura que existía en la vida de K. Una vez inicia esta búsqueda, surgen minucia tras minucia, mujeres, policías, abogados, pintores huraños, lugares sombríos, y encima, lo que nunca deja de ser la rutina cotidiana de Josef. Así, el objeto de la historia se ve atenuado mientras Josef se ocupa de lo que supuestamente lo ayudará a resolver felizmente su proceso; pero los pormenores, es decir, lo que hace K. para solventar, se tornan en aparentes pequeñeces que a la larga son el núcleo absoluto de la novela, que hace desaparecer su desenlace y logra que el más sutil de los movimientos de K. sea su totalidad.

 

IV

Así un extravío se transforma en una suerte de camino que paulatinamente se va generando. Mientras buscamos el punto B, se originan infinitos puntos.

 

V

Creo que podemos estar tan extraviados como el primer hombre sobre la Tierra.

Francisco Rodríguez Sotomayor
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Notas

  1. Quizá no fueron sus palabras exactas, pero como diría él: es un buen ejercicio de la memoria.
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