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Andrés Chávez Corral
“Suelo representar mis vivencias negativas como enigmas apocalípticos”

domingo 31 de marzo de 2019
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Andrés Chávez Corral
Chávez Corral: “En toda literatura hay algo bueno y malo”.
“Los primeros siete pisos”, de Andrés Chávez Corral
Disponible en Amazon

Andrés Chávez Corral (Manta, Ecuador, 1989) es autor de Los primeros siete pisos, libro de relatos publicado en formato digital a finales de 2018. Contacté al autor para conversar acerca del libro, sus motivaciones y personajes, sus temáticas e influencias. Este es el resultado de nuestro diálogo.

—En el libro empujas a los personajes a situaciones límite que deberán enfrentar no siempre con éxito. ¿Trabajaste desde tu experiencia personal o crees que el escritor debe ser lo más objetivo posible con respecto a sus personajes?

—Creo que el cuento debe aumentar su intensidad en proporción a su extensión… La mayoría de los cuentos son lineales, y aunque mis favoritos son los episódicos, jamás he podido escribir ni uno ni el otro sin trabajar desde la experiencia. Por causa y efecto, suelo representar mis vivencias negativas en la vida real como si fueran enigmas apocalípticos: intento hallarles una solución contratiempo (debe ser por mis desniveles de ansiedad). La diferencia está en mis personajes; tienden a ser más interesantes que yo al igual que sus problemas en comparación a los míos.

Cuando leo a mujeres que escriben sobre otras mujeres me parece que yo no podría hacer eso.

—Tus personajes masculinos son hombres derrotados o que cometen un grave error o atrocidad. Tus personajes femeninos, por el contrario, se muestran luminosos y son de cierto modo la constante en el accionar de lo narrado, ya sea cuando están presentes como en Cizañera, o en la ausencia como en Retrato amaneceres o Madre como ninguna. ¿Cómo trabajaste estas dualidades?

—Las mujeres, a mi parecer, son los personajes más interesantes de los que se puede escribir y leer, ya en los libros, o en el cine, o en las calles y restaurantes. Mi problema es que no importa cuánto las observe, cada vez las comprendo menos, como para poder representarme dentro de ellas. Por otro lado, me conozco como hombre y creo interpretar correctamente las personalidades de otros hombres; en varios casos porque sólo hace falta estar en privado para soltarnos con más facilidad y ponernos en los zapatos de otro, sin dejar de ser nosotros. Entonces diría cualquier cosa y sería natural, porque mi mente funciona de este modo… Estamos hechos en molde. Sin embargo, una mujer es más enigmática y cuando leo a mujeres que escriben sobre otras mujeres me parece que yo no podría hacer eso. Debo verlas forzosamente de lejos, de un cuerpo a otro, sin pretensiones, haciéndolas objeto-sujeto de deseo, como si alcanzarlas, ya en la vida o ya en la muerte, fuese el fin último, aunque todos sabemos que no es cierto, que cuando llegas a una sólo ocasionas que el enigma apocalíptico se prolongue más, y el deseo se transfigure en el sentimiento que mejor convenga para la historia. O las tienes cerca, o las miras de lejos, pero siempre están presente en mi vida.

—Tu libro está impulsado por el juego de máscaras. ¿Fue intencional buscar este efecto?

—Totalmente, y me alegro de que lo hayas descifrado como lector y escritor. Aquel recurso, así como el recurso de fuga, fueron los más presentes en mis relatos. El otro, los espejos.

—El último relato del libro, “Legión”, por momentos hace pensar en Borges y su cuento “Las ruinas circulares”; no obstante, le aportas un giro psicológico que deviene en la sorpresa. ¿Cómo concilias esta dinámica de encaminar la realidad hacia el asombro y convertir el cuento en una narración que asume el lector con naturalidad?

—Inspiración en el mismísimo Borges y el apuro de acabarlo. Lo cierto es que el final, para mí, tenía dos posibilidades. La que elegí la elegí porque la escribí. Si hubiese escrito la otra primero, aquel giro (diferente) te hubiese hecho pensar en otro autor de similar prestigio que el tipo de los laberintos. Quizá uno que persigue su cola durante horas.

—¿Cuánto tiempo tardó en gestarse Los primeros siete pisos?

—Tres cuentos (“Pirómano”, “El quinto piso” y “Retrato amaneceres”) fueron hechos en algún momento entre el 2015 o el 2016. Pertenecían a otro grupo de cuentos iniciales que aún conservo por melancólico. Sin embargo, vi la oportunidad en varios de ellos de usarlos para esta edición. En realidad, a partir del espíritu de estos tres, pude escribir los otros cuatro desde la última semana de septiembre hasta la última del mes de octubre.

—¿Quiénes son tus referentes al momento de pensar en el cuento como género de expresión literaria?

—Diría que Borges, Octavio Paz y Bolaño. Me gustan sus estilos.

—¿Y con la literatura en general, quienes son las escritoras o los escritores que sigues?

Siento que aún no he alcanzado ninguna de mis metas como escritor.

—Me gusta de todo un poco. Unos autores me gustan más que otros; pero son tantos que tardaría en recordarlos, e injusto con los que olvide. En toda literatura hay algo bueno y malo. A mí me gustan ambos aspectos. Soy perfectamente capaz de tolerar una narrativa pura, meramente indicativa, como si las acciones fueran lo principal, y las decisiones o meditaciones lo accesorio. Lo mismo en viceversa. No me molesta o adoro un escritor en particular; aunque si me preguntas de cuál autor tengo más libros en mi lugar de escritura, te diría que de Bolaño. De él lo tengo casi todo, excepto su estilo… Su estilo murió con él.

Los primeros siete pisos es tu primera obra publicada y con la cual muestras tu trabajo. Luego de la publicación y ya lanzado al ruedo, ¿crees que ha cambiado en algo tu perspectiva como escritor?

—En lo absoluto. Siento que aún no he alcanzado ninguna de mis metas como escritor como para sentirme diferente al respecto. Quizá con el tiempo pueda definir una nueva si no evolucionada forma de apreciar el producto de mi esfuerzo; además de una ligera, si no ridícula esperanza de que aquel año será más mi año que el año anterior; espero que eso cambie poco a poco: lo de una esperanza ridícula por un resultado verdadero.

—¿Qué te motivó a publicar tu libro en espacios digitales?

—Falta de capital para invertir en una producción física. Además, que perdí una apuesta conmigo mismo. No tuve más opción que cumplirme.

—¿Tienes algún proyecto en proceso?

—Actualmente estoy reeditando Orificios y Yumbina, escribiendo una nueva colección de cuentos y avanzando en una nueva novela, cuyo nombre aún no se me manifiesta, pero que va de hambre y desasosiego, de ruinas y libertad. Todas tres novelas irán a modestos concursos literarios este año. La nueva colección de cuentos será publicada vía Amazon, así como su predecesor. Estos, en cambio, conllevan un estilo realista. Quizá, al terminar, sean lo mejor que haya escrito hasta la fecha. De lo contrario habrá más cuentos y más años, si me mantengo vivo lo suficiente.

Diego Maenza

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