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Diego Maenza publica Engendros, una mirada de lo grotesco desde otra perspectiva

domingo 19 de julio de 2020
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Diego Maenza
Maenza: “No veo mi tiempo dedicado a la literatura como algo excepcional”

Engendros es un compendio pulcro de relatos intrigantes, con personajes extraños que emergen desde los abismos turbios y arcanos de una ciencia ficción inédita. Entes deformes que brotan de dimensiones enigmáticas, víctimas y oscuros victimarios, venganzas, suplicios, maldiciones, reflejos falaces y dolor. Seres cuyas existencias son manejadas con astucia, pericia y perfección por Diego Maenza, el creador de estas entidades asombrosas, redentoras del misterio y de la muerte.

Engendros ha sido publicado en parte gracias a una subvención del Instituto de Fomento de las Artes, Innovación y Creatividades. En esta ocasión converso con su autor.

 


 

Su trabajo literario es arduo. No se detiene. He notado que hay una búsqueda por investigar, por indagar acerca de distintas obras, autores y publicaciones, y profundizar constantemente en el campo de la literatura. Esta motivación, ¿ha sido una constante a lo largo de su actividad literaria? ¿Desde cuándo usted descubrió esta firme afición por las letras?

Mi interés por la literatura se perfiló desde mi adolescencia. Desde un principio empecé a leer con mirada de escritor, que siempre es diferente a la mirada del lector. Desde los quince años hasta los treinta, cuando produje mi primer libro, devoré cuanta literatura clásica encontré, y no hice otra cosa que prepararme para la escritura. Cada libro que leía era un proceso de aprendizaje estético. El lector disfrutará o padecerá, se identificará con el personaje, pensará. La mirada de escritor a la que me refiero suma a lo antes indicado la capacidad del descubrimiento de un estilo en lo que se está leyendo, la exploración de una estructura, la configuración de la propuesta narrativa o poética que le propone su antecesor. Fue mi proceso y lo asumo de esa forma y no tiene necesariamente por qué ser así en otros casos. Dicho esto, toda lectura que aborde contempla este principio, independientemente de que sea filosofía, poesía o narrativa. Paralelo a las obras que creo, escribo para revistas virtuales especializadas en literatura, porque considero que estos espacios contribuyen de forma positiva a la difusión de mi trabajo y a mi manera de interpretar el hecho literario. Mantengo un blog en el cual comparto entrevistas que realizo a escritores independientes y publico reseñas de libros contemporáneos también de autores independientes. Adicional a estas labores con la escritura, he trabajado en la edición y promoción de mis propios libros. Me gusta involucrarme en la maquetación y diseños de cubiertas de mis obras, incluso en las que han sido acogidas por casas editoras. Es algo que me apasiona y no me parece una tarea impúdica o vergonzosa. Producto de estas experiencias positivas, también desarrollo una labor como editor. Dirijo el proyecto editorial Libros Duendes, que promueve libros artesanales de alto estándar y libros digitales.

 

Diego, he tenido el gusto de leer su obra Engendros. Un libro de diez cuentos donde me ha llamado la atención la temática que utiliza, que aunque es variada, tiene un patrón común, esto es deformidades, espectros, avernos, muertos, etc. Cuéntenos un poco sobre su preferencia por estos temas y si utiliza este tipo de personajes para recalcar o dar énfasis a ciertos comportamientos humanos.

Engendros se configuró con ese propósito, el de brindar una mirada de lo grotesco desde otra perspectiva, una que podría acercarse tanto a lo humano como a lo filosófico. Mis relatos buscan explotar desde otros contornos, asaltar las expectativas comunes que se esperan hallar en un cuento de terror, de gore o de suspenso. Son un intento por cambiar las lógicas de lo que entendemos por normal y repulsivo y poner a pensar al lector desde otro ángulo.

Engendros aglutina cuentos que tienen que ver con la rareza, lo anormal, pero dentro de un contexto que se desencaja de lo comúnmente esperado. Porque bien podrían ser relatos de terror o suspenso, pero, a mi parecer, buscan calar de manera mucho más profunda.

No obstante, si llegamos a Engendros queriendo encontrar cuentos de género creo que el lector quedaría decepcionado. Mis relatos se sirven de ciertas concepciones de los géneros antes aludidos, pero al mismo tiempo buscan escapar de los mismos, no por ningún intento de eludir forzosamente esas ramas de la literatura en un afán discriminador, sino porque el pulso de mi escritura los encarriló por esas vías, en las cuales me interesa pulir la forma en la que se narra y las interrogantes que se plantean, mucho más que insistir en las tramas o los diálogos.

 

Mis engendros se sienten conformes con su naturaleza y la alaban, se extasían en la comprensión de sus propias deformidades, se asimilan de la manera más cómoda en su hórrida condición.

Me llama la atención la visualización y el giro que toman, en sus cuentos, ciertas características como la “deformidad”, que según uno de sus relatos se la puede ver positiva para actividades como trabajar en un circo, por ejemplo, y a la “normalidad” como negativa, pues no sirve para este propósito. ¿Su intención es dar un valor diferente a conceptos tradicionales?

Precisamente a esa intención apuntan los relatos, la de permutar los conceptos, colocarnos en la mirada del otro, ese otro al que en muchas ocasiones tratamos con desdén o asco. En este contexto, mis engendros se sienten conformes con su naturaleza y la alaban, se extasían en la comprensión de sus propias deformidades, se asimilan de la manera más cómoda en su hórrida condición, y lo que nosotros entendemos por normalidad es lo que arriba para importunarlos e interrumpir su ciclo de satisfacción.

Por ponerle un ejemplo, ahí tenemos el cuento “El sapo que fue poeta”. Se inicia con un epígrafe de “Lamento por el sapo de Stanley Hook”, de Juan Gelman, y tiene como personaje precisamente a un Sapo agigantado que interactúa con los humanos, y que para exacerbar su naturaleza peculiar, resulta ser poeta, pero no un bardo cualquiera, es uno de los últimos iluminados, a quien incluso pretenden, contra su voluntad, convertirlo en ministro de Cultura o proponerlo como candidato al Premio Nobel de Literatura. Pese a resultar de cierto modo aberrante y esperpéntico, nadie escapa al influjo de su arte. Sapo es el engendro, pero no es él quien perturba a sus circundantes, sino sus allegados quienes intranquilizan su vida apacible, circunstancias que se acumulan y que lo conducen al camino del abandono. Lo considero uno de los cuentos más hermosos que he escrito. Como siempre en mis relatos, este también mantiene un final desesperanzador, pero soy de la opinión de que esto no le quita su particular encanto. Creo que es mi relato más logrado hasta el momento. Desde siempre le he guardado una especial predilección.

 

Uno de los cuentos que más me impresionaron del libro Engendros fue “El manual de la muerte”, en el que se detallan diferentes tipos de torturas en distintos escenarios. ¿Considera que el narrador omnisciente utiliza la “venganza” y la “justicia”, con algo de sadismo?

Podría ser. Es una de las posibilidades a las que podría estar expuesto el cuento. Una lectura en la que cabe la identificación de una satisfacción enfermiza en cuanto a lo narrado. No obstante, nunca hay que confundir al narrador con el escritor, pues el narrador es un personaje más de la historia, y si bien es cierto que el narrador conserva un tono de voz apático y sarcástico ante lo que ocurre en la trama, debo confesar que el escritor disfrutó mucho escribiéndola, pues la considero una historia llena de ironía. Fue un relato con el que me reí mientras lo escribía, y no por una inclinación al disfrute morboso, sino más bien por lo inusual de las circunstancias a las que son sometidos los personajes. Me parecían en cierto sentido absurdas, más que sádicas. Claro que de todos los relatos este podría ser el más perturbador y explícito, pero no por ello pierde su esencia al pretender indagar en la naturaleza humana. Y sí, quien narra detalla de manera muy objetiva, fría diría, los procedimientos de tortura a los que son sometidos los desdichados personajes, y quizá lo haga incluso como un acto de reivindicación moral, o ajusticiamiento ético, pues de todas las historias que constan en el ficticio manual, elige para narrar los ajusticiamientos a un violador sexual, a un miembro del Ku Klux Klan, a un cazador de brujas y a un nazi.

 

“Engendros”, de Diego Maenza

¿Qué tan difícil ha sido la aceptación de temas intensos, fuertes, extremos y hasta impresionantes, diría yo, en una sociedad como la ecuatoriana que aún se caracteriza por ser tradicional, conservadora y bastante retrógrada? En este sentido, ¿los temas de sus libros han causado polémica?

Entiendo que se podría referir a Estructura de la plegaria, que aborda la pederastia y el aborto en el contexto de la vida de un sacerdote y una monja. Fue editada en un tiraje modesto de quinientos ejemplares que estuvo a cargo de la Sede Nacional de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y se lanzó en la primera Feria del Autor Independiente en la ciudad de Manta. La repercusión de la novela ha sido mínima, pero debido a otros factores a los aludidos. Y me alegra que haya sido así. A veces los escritores nos conformamos con el hecho de que nuestra obra tenga una resonancia local, o una explosión momentánea, con el espejismo de que nuestras obras son buenas simplemente porque se reseñan y promueven entre círculos concretos, o se publican en los suplementos culturales manejados en muchos casos por los propios amigos. ¿Cuántas de estas obras soportarían una lectura fuera del país? ¿Cuántas se seguirán leyendo de aquí a diez años? Con Estructura hice lo que todo escritor en estas circunstancias iniciáticas se supone que está tentado a hacer. La diferencia es que yo lo hice de la manera más formal y profesional posible. Ingresé ejemplares a librerías por mi cuenta y envié ejemplares a periodistas y gente de cultura con la inocente intención de generar alguna reseña y promover mi trabajo. Pero al parecer la difusión no funciona así. Por lo tanto, mi libro pasó desapercibido, del mismo modo en que noto que son ignoradas excelentes novelas de escritores que no provienen de los centros de difusión cultural o poetas de la periferia. Esto demuestra un hecho irrefutable en nuestro medio: si no eres conocido entre quienes mueven la cultura en este país, tu obra no existe.

No obstante, desde el año pasado vengo recibiendo propuestas para traducir Estructura de la plegaria a varios idiomas, sin haberme solicitado ningún aporte económico, sin intermediación de padrinazgos, o algo parecido, o vínculos de amistad (a más de las consultas en doble vía que mantengo con las traductoras por correo electrónico, que han sido posteriores a la firma de los contratos, y con las cuales he sostenido una excelente química profesional). Mi obra ha llamado la atención, entiendo que por sus propios méritos, desde otros países y otras lenguas, y tan sólo esas lecturas han valido la pena. Recuerdo a Milan Kundera en El arte de la novela, cuando señala que La broma fue traducida a “todos los idiomas occidentales” pero proscrita en su país. A Kundera lo censuró un sistema político. En nuestro país, en cultura, nuestra censura es la indiferencia. Para ser sincero, no me interesa en nada trabajar para cambiar estas lógicas. Desde que empecé, lo he hecho solo, por mi cuenta, y no veo por qué esto deba cambiar en mi labor. Esto no implica que no me sienta agradecido con quienes han auspiciado publicaciones y difusión de mis libros dentro del país, como la Casa de la Cultura Ecuatoriana, el Instituto de Fomento de las Artes, Innovación y Creatividades, Cuerpo de Voces Ediciones, pero han sido procesos que he debido gestionar profesionalmente y no por ningún favor o simpatía. Y me parece excelente que esta forma de trabajo se maneje así, y espero que no cambie. Tampoco puedo dejar de mencionar a revistas literarias como Letralia, Teoría Ómicron y Máquina Combinatoria, y al Grupo Cultural Papagayo K (que anualmente organiza una feria en la que me han tomado en cuenta en más de una ocasión), quienes desinteresadamente y de manera muy profesional, han promovido mi trabajo.

En todo caso, me alegra que mi novela haya pasado inadvertida, porque considero que sin esa indiferencia hacia mi obra no me habría visto en la necesidad de insistir en otros canales de difusión fuera del país. Es así como Estructura de la plegaria ha sido traducida al portugués, al italiano y al inglés, idiomas en los que no sólo se ha publicado, sino que también se han producido los audiolibros respectivos, y en la actualidad ya he firmado los contratos correspondientes y se está trabajando en la traducción al alemán, el francés y el ruso.

 

En mi caso, la novela requiere de una planificación previa, y un estudio minucioso y global de la temática que deseo tratar.

Usted ha escrito libros de cuentos como Engendros e Identidades, una novela como Estructura de la plegaria e incluso un libro de poesía, Bestiario americano. ¿Cómo describiría, en su caso, la diferencia de escritura entre estos géneros?

Tanto Identidades como Engendros aglutinan historias que empezaron a ser escritas en mi juventud. He permitido que las añejen los años y las he retomado con una mirada más madura, a través de la cual manejé un proceso de descarte y elección. Los cuentos que me parecieron convenientes los retoqué y traté de pulir de la mejor manera posible. Pero son relatos que se han venido gestando a través de los años. En Identidades el leitmotiv que aglutinó las historias fue el juego con los géneros en sus diferentes acepciones. En Engendros, lo fue esa mirada retorcida en torno a los contextos que conservaban las historias, y que intenta brindar un nuevo matiz a la realidad. Y por ahí andan otros cuentos buscando su lugar para algún libro futuro. Como se puede dar cuenta, en mi trabajo los relatos brotan cada tanto y luego se van organizando.

Con respecto a la novela, considero que es un trabajo mucho más arduo y complejo. No quiero decir que los relatos pertenezcan a una jerarquía con respecto a la novela, sino que cada espacio narrativo funciona dentro de sus propias lógicas. En mi caso, la novela requiere de una planificación previa, y un estudio minucioso y global de la temática que deseo tratar, de una organización milimétrica, sin la cual no podría hallar un punto de partida.

La poesía es un género mayor, al cual le guardo mucho respeto. Tengo un proyecto iniciado de gran envergadura, que lo voy trabajando con el paso de los años. Con Bestiario americano pretendí, de manera consciente, emular como tributo algunos de los mejores poemas de cada país. Por ahí están Vallejo, Juarroz y Whitman, pero también otros poetas de Latinoamérica. No sé si lo conseguí con Bestiario. Hice mi mejor esfuerzo. A lo mejor en un par de años no tendrá ninguna importancia. Pero por el momento Bestiario americano tiene una edición en italiano, inglés y portugués.

 

Diego, ¿usted se considera un escritor de ciencia ficción o sus relatos entrarían más bien dentro del terror, la fantasía o el thriller?

Borges contaba una anécdota (lo más probable es que se la inventara) acerca de Pedro Henríquez Ureña. Cuando lo interrogaron si le desagradaban las fábulas, el dominicano contestó: “No soy enemigo de los géneros”. Entiendo que Borges quería resaltar el carácter de literatura menor con que se juzgan ciertas propuestas literarias, registrándolas como géneros menores o para intelectos menos superiores. Podríamos consensuar en que son géneros más asimilables. Me adhiero a la respuesta indicada, y adopto la expresión para las categorizaciones que se han aludido.

No obstante, no considero que mis cuentos se encasillen dentro de estas vertientes. La mayoría de ellos, por no decir todos, conservan ciertos toques fantásticos, es verdad, pero esas pinceladas de lo fantástico tratan de derivar hacia otras iniciativas que considero más profundas, esos fantasmas muy personales que me atormentan. Dicho esto, al momento de escribir nunca me dejo llevar por el posible impacto que mi relato tendrá en el hipotético lector, sino por escribir lo que la necesidad de descubrir una nueva realidad me impone.

Para contraste, tanto mi novela publicada como las que tengo inéditas son de marcado corte realista. Ello no impide que pueda servirme de una estética muy personal, con ciertas licencias literarias. Por ponerle un ejemplo, en Estructura de la plegaria consta amalgamado un bestiario que ejemplariza los siete pecados capitales y las siete virtudes cardinales, y el capítulo final es narrado por un perro.

 

¿Qué tiempo le dedica a la lectura y a la escritura de artículos, ensayos y análisis literarios?

El grueso de mi tiempo lo invierto en mi familia. Tengo dos hijas maravillosas con las cuales comparto mis horas libres. Durante el día trabajo en una oficina, y por las noches me dedico a leer y escribir. Ese es el tiempo que dispongo, tanto para leer como para escribir. Es una rutina a la que me he adaptado y no me incomoda. En esta etapa de mi vida no veo mi tiempo dedicado a la literatura como algo excepcional. Es parte de mi día. He terminado por hacerlo parte de la cotidianidad de manera natural.

 

Me ha sorprendido que usted se dé tanto tiempo para hacer muchas cosas a la vez. Cuéntenos de este curso que acaba de concluir con el tema “Perfilación criminal: especializado en asesinos múltiples”. ¿Incluirá estos temas en futuros libros? En caso de hacerlo, ¿será con historias de casos reales o ficticios?

Con esta penosa situación de los tiempos que corren y el asunto del confinamiento debido a la crisis por la pandemia, he aprovechado para concluir una serie de cursos que había adquirido a inicios de año. Hice público en una red social el certificado avalado por la institución más que todo por estimularme en mi empeño de seguir aprendiendo. Son cursos que recibo con descuentos significativos. En agradecimiento los trato de promover en las redes sociales. Con respecto a esto, tengo ideas, nada concreto.

Pero me interesa sobremanera la figura del asesino en serie, y más que todo el violador en serie, porque considero que es una figura que no ha sido explotada a modo total en la literatura contemporánea.

 

“Todas las cartas de amor son ridículas”, de Diego Maenza

Cuéntenos, por favor, sobre lo que planifica trabajar. ¿Qué está escribiendo en este momento y qué nuevas obras están ya proyectadas a futuro?

Continúo en mi empeño por escribir una novela en torno a los diversos modos de sexualidad. Tiene algo que ver con la filosofía queer. Pero como siempre digo, debo tomármelo con calma. Quizá me lleve un par de años culminarla.

Y ahora me encuentro enfocado en promover mi nueva novela Todas las cartas de amor son ridículas, que tiene que ver con el amor y la violencia sexual. Su publicación ha venido acompañada de traducciones al inglés, portugués, italiano y alemán. Esperemos que todo fluya de manera positiva.

María Dolores Cabrera
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