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Las Letras ajenas de Humberto Jarrín

viernes 4 de diciembre de 2020
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Humberto Jarrín
Humberto Jarrín: “Con el ensayo uno juega con un género centáurico, que tiene tanto de ciencia como de poesía”. Fotografía: Agencia de Noticias Univalle

Caleño, inquieto, intelectual, docente universitario, Humberto Jarrín camina desde hace años los senderos de la literatura y por eso su nombre refrenda unos treinta títulos.

De su pluma han surgido novelas, poemas, artículos para revistas, obras para teatro, ensayos, que le han valido reconocimientos y le han dado un lugar especial por su quehacer de escritor.

Hablamos con Humberto para conocer de su nuevo libro, Letras ajenas.

 


 

En las páginas de Letras ajenas el lector va a encontrar a otro lector. Lo va a encontrar con las manos en la masa y en su mesa de trabajo.

—¿Qué es Letras ajenas?

Letras ajenas es un libro de ocho ensayos. Es la mirada atenta de un lector sobre ciertas obras literarias, que busca prolongar más allá del placer estético que deriva la lectura inicial, íntima y de personal goce, otro placer, el intelectual, ejercido a partir de la escritura, y que a su vez busca quedarse con esas letras de otros por un tiempo más, escarbando en ellas, ahora con el microscopio de la razón, algunos entresijos, cualidades, defectos, tensiones que una mirada, esta vez crítica, puede alcanzar a percibir. Y si uno, además de ello, frente a estas lecturas, además de crítico o académico, se aproxima a ellas como escritor, digamos que entonces se cumple lo dicho por alguien: uno no lee a sus colegas escritores, los vigila.

—¿Qué va a encontrar el lector en sus páginas?

—En las páginas de Letras ajenas el lector va a encontrar a otro lector. Lo va a encontrar con las manos en la masa y en su mesa de trabajo. Asistirá a un doble juego voyerista de un lector que mira a un lector que a su vez mira a un escritor que sin duda fijó también su mirada sobre algún sector de la realidad y de la imaginación algo con que construyó su texto. Es, pues, un juego múltiple de metalectura. Las reflexiones que allí se comparten son un itinerario de lecturas, y como a veces el registro de esas lecturas no quedan más que en la memoria de quien las hace, a veces se necesita compartirlas en voz alta, aquella que sólo la publicación permite.

“Letras ajenas”, de Humberto Jarrín
Letras ajenas, de Humberto Jarrín (Universidad Autónoma de Occidente, 2019). Disponible en Amazon

—¿Por qué ensayo y no novela o poesía?

—Querido Manuel Tiberio, quizá sea un asunto de promiscuidad textual para la que el psicoanálisis quizá tenga una respuesta a dicha pulsión verbal. Mis últimas obras, y señalemos sólo las de 2017 para acá y en términos editoriales, han abordado esos géneros, la reedición de parte de Editorial Planeta de Todo el mundo tiene su fábula; un libro de indagación literaria sobre nuestros escritores regionales en Atisbos, en dos tomos, Premio a la Creación Artística de la Gobernación del Valle del Cauca y el Ministerio de Cultura; la novela La furia, Premio Estímulos 2017, y de la que se acaba de hacer una segunda edición de parte del Fondo Editorial Educar, obra que ha sido elegida dentro del Plan Lector; en poesía, el libro-álbum Luto en sepia; lo mismo que el libro interactivo Haikú del que yace muerto, en una aplicación hecha por alumnos y profesores de la UAO y que todos pueden ver en la web; el libro El maná espiritual y el espacio poético, un libro en el que junto a la profesora de la Universidad Autónoma de Occidente Beatriz Elena Calle, hacemos un estudio semiótico y poético del quinto Carnaval del Libro Infantil Comfandi; un libro de reflexión imaginativa es el titulado Teoremas y poemas, publicado por el Fondo Editorial Educar, un juego de imaginación que busca indagar las relaciones entre poesía y matemáticas, entre el arte y la ciencia; el libro álbum de literatura infantil La más dulce de las vacas, ilustrado a todo color por Andrés Agredo, libro del que también el Fondo Editorial Educar acaba de hacer una nueva edición para los países latinoamericanos donde tiene influencia, con nuevas ilustraciones; la novela La ciudad de los siete ríos, Premio Estímulos 2019… Así las cosas y dada la producción editorial de los últimos tres años y pico, este libro de ensayos literarios, Letras ajenas, busca otras aristas de expresión o da cuenta de otras inquietudes de la enfermedad vital que muchos padecemos: la literatura.

El ensayo, en mi caso, me sirve para dejar divagar el pensamiento, llevarlo un poco a la deriva.

—¿Cuáles son algunos de los nombres o temas que en el libro afrontas?

—Líneas arriba dije que el libro lo conforman ocho ensayos. En este punto permíteme compartir contigo y tus lectores una anécdota editorial, de esas que a veces se presentan con los diablillos de la imprenta que son eternos. En un principio el libro estaba conformado por diez ensayos, uno que explora la presencia de la ciencia en Cien años de soledad, aspecto que a mi modo de ver no había sido tocado, y el otro un ensayo que establecía una relación de lo múltiple poético en los textos narrativos Pedro Páramo, de Juan Rulfo, y ¡Absalón, Absalón!, de William Faulkner. Pues bien, como este par de ensayos habían participado en un evento académico y con ellos en sendos libros fueron publicados mientras se hacía la edición de Letras ajenas, el editor consideró que era mejor no tenerlos en cuenta, de ahí que en la presentación del libro se diga que son diez ensayos los que hacen parte del libro cuando son ocho, imprecisión que permaneció. Bien, los que sí quedaron son unas aproximaciones críticas a las obras como La casa grande, de Álvaro Cepeda Samudio; una apreciación sobre la vida y obra poética de Juana de Ibarbourou; un rastreo sobre la valoración de la amistad con visos machistas en tres novelas de Álvaro Mutis; la exaltación de la figura femenina del personaje principal de la novela Ninguna eternidad como la mía, de Ángeles Mastretta; un pequeño estudio semiótico de los roles en el personaje del poeta en la novela La modelo asesinada, de Oscar Collazos; también podrá encontrar una mirada afectiva a una obra poco conocida y casi olvidada, Las memorias de Mamá Blanca, de Teresa de la Parra; el penúltimo ensayo hace un rastreo de un detective perdedor en la novela Perder es cuestión de método, de Santiago Gamboa, y por último un breve responso luego de más de un siglo de la muerte de Jorge Isaacs. Como se puede ver, una mirada personal sobre escritores y escritoras y sobre géneros diversos como la narrativa y la poesía.

—¿Qué encuentras de atractivo en el ensayo?

—Un placer distinto al que se experimenta cuando abordamos otros géneros. Cada género, podríamos decir, se presenta como un guante, y el escritor está invitado a deslizar la mano en ellos con diversos propósitos y elaboraciones lingüísticas y estilísticas. Así, con el ensayo, uno juega con un género centáurico, que tiene tanto de ciencia como de poesía, o como diría Ortega y Gasset: “El ensayo es la ciencia sin la prueba explícita”. El ensayo, en mi caso, me sirve para dejar divagar el pensamiento, llevarlo un poco a la deriva, a la libre improvisación del pensamiento, por el solo placer o vicio de discurrir sobre un tema.

—Con este, ¿cuántos son tus libros publicados?

—Si no estoy mal, he alcanzado ya la treintena de títulos publicados en varios géneros.

—¿Por qué leer Letras ajenas?

—Bueno, quizá tus apreciados lectores encuentren algunas razones para ello en las respuestas a los diferentes interrogantes que me has planteado. Y quizá también por una razón por la que yo he abogado en mis trabajos académicos o como gestor cultural: leer a los escritores de nuestra región.

Manuel Tiberio Bermúdez

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