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José Borges:
“Me concentro en escribir la mejor historia posible”

domingo 22 de mayo de 2022
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José Borges
José Borges: “La primera vez que le puse el punto final a un cuento supe que podía hacerlo otra vez”. Fotografía: Josué Rivera

José Borges (Puerto Rico) escribe. Se destaca como cuentista, dramaturgo, novelista y reseñista o crítico literario. Ha sido docente y es egresado de la Universidad del Sagrado Corazón, de su programa de Maestría en Creación Literaria. Es autor de tres novelas: Esa antigua tristeza (2010), Fortaleza (2013) y Las últimas horas de Otí (novela o cuento juvenil, 2018). El PEN Club de Puerto Rico lo ha reconocido en 2011 y 2019 por Esa antigua tristeza (mejor novela) y Las últimas horas de Otí (mejor novela juvenil), respectivamente. Con El cuarto jinete, en 2007, obtuvo el primer lugar en el Segundo Campeonato Mundial del Cuento Oral. Él ha respondido mis preguntas; todas sus respuestas son para ser compartidas con todos vosotros.

 


 

Hace ya más de una década publicó Esa antigua tristeza (2010). ¿De qué trata esta novela? ¿Cómo surgió la oportunidad de trabajarla?

Gracias por esta oportunidad, Wilkins. Esa antigua tristeza, mi primera novela, es la historia de un inmortal que ha vivido tanto tiempo que ha perdido a todos sus seres queridos, una y otra vez. Luego de la muerte de mi padre, en 2001, me di cuenta de que uno de los miedos que sentí era el de olvidarme de él, de su recuerdo. ¿Cómo sería esa experiencia luego de dos mil años? Con esa pregunta nació Eleazar, el protagonista de la novela, junto con una observación durante una conversación, que me llevó a un personaje bíblico. Cuando comencé la Maestría en Creación Literaria, liderada por Luis López Nieves, sabía que uno de los requerimientos de pasar el grado era escribir un libro de cuentos o una novela como tesis creativa. Desde el principio supe que ese sería mi proyecto: una novela con Eleazar.

 

Creo firmemente en que uno de los elementos más necesarios para formar artistas es saber que pueden terminar una obra.

¿Qué relación tiene su trabajo creativo previo a Esa antigua tristeza y su trabajo creativo posterior? ¿Cómo lo hilvana con su experiencia de puertorriqueño-caribeño y su memoria personal de lo caribeño dentro de Puerto Rico y el Caribe?

Antes de escribir Esa antigua tristeza, sólo había escrito cuentos con el personaje de Eleazar, aunque siempre había querido escribir novelas también. Creo firmemente en que uno de los elementos más necesarios para formar artistas es saber que pueden terminar una obra. La primera vez que le puse el punto final a un cuento supe que podía hacerlo otra vez, a pesar de que ese primer cuento no era muy bueno. Con la novela sucedió lo mismo: una vez terminé, supe que podía escribir otra y así lo hice con Fortaleza, que se publicó en 2013. A diferencia de aquel primer cuento, la novela me gusta aún.

Acerca de cómo la novela se relaciona con la experiencia puertorriqueña o caribeña, pues no es algo que ocupe mi tiempo. Soy puertorriqueño y soy caribeño; por lo tanto, esa realidad se transmite en lo que escribo de alguna manera. ¿Cómo? Prefiero que otros sean los que descifren eso, pero, por supuesto, tu realidad te define como escritor.

 

Si compara su crecimiento y madurez como persona, docente-investigador y escritor con su época actual en Puerto Rico, ¿qué diferencias observa en su trabajo creativo? ¿Cómo ha madurado su obra? ¿Cómo ha madurado usted?

Desde que me decidí por el oficio del escritor, he dedicado todo el tiempo disponible para ser el mejor escritor que pueda ser. Pasé de ser coordinador de convenciones y eventos en un hotel a ser empleado de una editorial. Cuando he tenido la oportunidad de enseñar Literatura, Español o Creación Literaria, así lo he hecho. Se me presentó la oportunidad de ser crítico literario y también acepté, a pesar de lo duro que puede ser. Casi todo lo que hago para ganarme la vida tiene que ver con la escritura o la lectura, lo que me ha ayudado a desarrollarme en el oficio. Por otro lado, la edad y la experiencia me permiten otros puntos de vista hacia la vida, y alimentan mi imaginación y gusto. Uno sacrifica algunas cosas en el proceso, pero gana otras que, por lo menos a mí, me parecen más valiosas.

 

¿Cómo visualiza su trabajo creativo con el de su núcleo generacional de escritores con los que comparte o ha compartido en Puerto Rico? ¿Cómo ha integrado su trabajo creativo a su quehacer de escritor y su trabajo de docente-investigador?

Hago lo posible por no compararme con mis contemporáneos. Tengo bastante con tratar de cumplir mis expectativas. Aclaro que no me considero ni docente ni investigador, sino un escritor que enseña de vez en cuando. No es que menosprecie el oficio del educador; todo lo contrario. Me encanta enseñar porque, a la vez, me permite aprender y desarrollarme. El mes pasado comencé un taller de narrativa y ha sido una maravilla. Cuando uno tiene que explicarle un concepto a otra persona, uno busca la manera de comprender lo mejor posible ese concepto para presentárselo al estudiante. En esa continua búsqueda de una explicación cada vez más clara y sencilla, con buenos ejemplos, el profesor aprende cada vez más del concepto que trata de explicar.

 

He tenido la suerte de que la población que supuestamente no lee sí me lee.

Ha logrado mantener una línea de creación enfocada en la narración en y desde Puerto Rico. ¿Cómo concibe la recepción a su trabajo creativo dentro de Puerto Rico y fuera, y la de sus pares?

He tenido la suerte de que la población que supuestamente no lee sí me lee. Tanto Fortaleza como Esa antigua tristeza me han brindado la oportunidad de hablar con estudiantes de colegios y universidades acerca de esas obras y siempre me sorprende el entusiasmo que proyectan los estudiantes cuando hablan de las novelas. También he hablado con estudiantes que han leído Las últimas horas de Otí y he sentido ese mismo entusiasmo. En diciembre de 2021 publicaré Casandra aprende a volar, y estoy loco por saber cómo la recibirán, pues es muy diferente a lo que he publicado antes.

Confieso que aún no comprendo cómo lograr que nos lean fuera de Puerto Rico. No sé si el problema reside en la cadena de distribución o en las diferencias culturales. Nosotros tenemos personas muy talentosas en las letras, pero por alguna razón se nos hace difícil lograr visibilidad fuera de la isla. En vista de quiénes son los que mueven masas en el país, tal vez nos ayudaría si Bad Bunny se retratara con un libro boricua de vez en cuando para generar interés internacional, como sugirió alguien en una publicación de las redes hace poco. Si genera interés con un trago en un medidor de tazas, puede lograrlo con libros, supongo. Eso último es una broma, por supuesto, pero medio en serio también. La cuestión es que mundialmente destacamos en todo tipo de arte y disciplina, salvo en nuestra literatura, y como crítico literario puedo asegurarte que no tiene que ver con el talento o la calidad literaria que existe en Puerto Rico.

 

Sé que usted es de Puerto Rico. ¿Se considera un escritor puertorriqueño o no? O, más bien, un escritor, sea éste puertorriqueño o no. ¿Por qué? José Luis González se sentía ser un universitario mexicano. ¿Cómo se siente usted?

Es una pregunta curiosa. Creo que nadie le preguntaría a Samanta Schweblin si se siente argentina o alemana, por ejemplo. Sin embargo, nuestra condición de colonia abre la puerta a ese tipo de cuestionamiento. Debería ser un tema resuelto ya, pero perdura, tristemente.

Aun cuando viví por un tiempo en Estados Unidos, nunca me he sentido otra cosa que no sea puertorriqueño. Es más, vivir ese tiempo allá reafirmó mi puertorriqueñidad. Hay elementos en la isla que insinúan que somos estadounidenses, pero vivir ocho años en Florida y en Washington me enseñó todo lo contrario.

 

¿Cómo integra su identidad étnica y de género, y su ideología política con o en su trabajo creativo y su formación en Puerto Rico?

Me concentro en escribir la mejor historia posible dentro de mis limitaciones, sea novela, cuento, obra de teatro…, lo que sea. Mi propósito no es escribir panfletos, sino construir historias interesantes. Por supuesto, mi visión de mundo se transmitirá de alguna manera en lo que escribo, pero no es algo que hago conscientemente.

 

Permito que todo lo que experimento se pueda utilizar en algún momento, desde las mayores felicidades hasta las peores tragedias.

¿Cómo se integra su trabajo creativo a su experiencia de vida? ¿Cómo integra esas experiencias de vida en su propio quehacer de escritor en Puerto Rico hoy?

La experiencia es lo que nos permite describir. Por tanto, permito que todo lo que experimento se pueda utilizar en algún momento, desde las mayores felicidades hasta las peores tragedias. Me propongo crear arte con todo, como dice Neil Gaiman, a quien parafraseo malamente en esa frase.

 

¿Qué diferencia observa, al transcurrir del tiempo, con la recepción del público a su trabajo creativo y a la temática del mismo? ¿Cómo ha variado?

Creo que el tiempo me ha provisto con cierto público que guarda confianza en lo que hago. Once años después de Esa antigua tristeza, a la gente le comienza a sonar mi nombre y, tal vez, por eso, me permiten libertades en la escritura que no me permitirían antes. Eso… o me confunden con el argentino Jorge Luis Borges, una de las dos.

 

¿Qué otros proyectos creativos tienes recientes y pendientes?

En diciembre publicaré Casandra aprende a volar, una novela corta de temas cotidianos, sin vuelos de fantasía o ciencia ficción, aunque sí muestra situaciones límite. A principios de septiembre comencé a dirigir un taller de narrativa de forma independiente. Es un taller de ocho clases que trabaja con los conceptos fundamentales de la narrativa, como conflictos, diálogos y descripción, por mencionar tres. Estimo que habrá otra sesión pronto. Además, estoy por publicar un cuento con el protagonista de Esa antigua tristeza. Es una precuela de la novela y parte de una breve trilogía de cuentos que terminan con el comienzo de Esa antigua tristeza (al menos, así lo tengo imaginado hasta la fecha…, sujeto a cambio). Hay otros proyectos que estoy trabajando, pero prefiero no mencionarlos hasta terminarlos. Esa es una de mis pocas supersticiones, supongo. Por último, tengo algunos cuentos y obras teatrales publicadas en libros de texto, y me mantengo trabajando en la creación literaria por encargos puntuales de editoriales. Para más información, me pueden leer en mi web El Blog de Borges, @JBorges en Twitter y en la página José Borges, escritor, en Facebook. Además, pueden escucharme en el podcast InMediaRes para mis entrevistas con otros autores hispanohablantes.

Wilkins Román Samot

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