
Manuel Martínez Maldonado (Yauco, Puerto Rico, 1937) es médico internista y nefrólogo. Tiene una vida destacada y fructífera como tal. Pero también lleva una vida paralela, de crítico de cine, poeta, narrador y ensayista. Ha sido un destacado académico, docente e investigador, y escritor en Puerto Rico y Estados Unidos. Estudió Química y Literatura en la Universidad de Puerto Rico, siendo luego aceptado en la Universidad de Temple, de la que es egresado como médico. Autor destacado de múltiples investigaciones en revistas y libros científicos, así como de poemarios y novelas. Es miembro de la Sociedad Americana de Investigaciones Clínicas, de la Academia Nacional de Medicina y de la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias, entre otras instituciones. Recientemente ha publicado otra novela, Ausencia (modelo para un mito) (2022). A partir de esta obra ha contestado nuestras preguntas. Todas sus respuestas son para ser compartidas con todos vosotros.
Recientemente publicó Ausencia (modelo para un mito) (2022). ¿De qué trata dicha novela? ¿Cómo surgió la oportunidad de trabajarle?
La trama de Ausencia gira alrededor del trasiego de drogas entre Estados Unidos, Puerto Rico, Cuba y República Dominicana después de terminada la Segunda Guerra Mundial. La idea me la dio un artículo que leí sobre la actividad ilegal con las jeringuillas de dosis de morfina fija que usaban los medics en la guerra. También existía en ese momento un problema con el precio del azúcar que afectaba a Puerto Rico y decidí combinarlo con el tema central para mostrar que ya había corrupción entre los miembros de la legislatura aquí y en Estados Unidos, y que se extendía más allá de lo que uno se imaginaba.
Lo investigativo siempre me ha ayudado en la creación de mis novelas.
¿Qué relación tiene su trabajo creativo-teatral previo a Ausencia y su trabajo creativo-investigativo posterior? ¿Cómo lo hilvana con su experiencia de puertorriqueño y su memoria personal de la sociedad y la literatura actual de Puerto Rico o fuera?
Voy a presumir que “teatral” se refiere en este caso a mi carrera paralela de crítico de cine, que he practicado, aunque con hiatos, desde los años 70. En cuanto a lo investigativo, pues eso siempre me ha ayudado en la creación de mis novelas. Hago una investigación minuciosa de la época y los asuntos que trato. Claro, le añado a los hechos lo que provee mi imaginación y, por supuesto, están los diálogos que propulsan la trama, que son todos de mi pluma. De paso, si doy una fecha y digo que había luna llena, es porque lo he constatado. Mi amor por el cine, que está presente en todas mis novelas, provee muchas veces la ambientación. Por ejemplo, se puede decir que Ausencia es filme-noir y, como era el caso en ese estilo, tiene una femme-fatale. Me ha ayudado con la caracterización de algunos personajes que he vivido casi treinta años en Estados Unidos, en ocho estados que diría que representan las grandes diferencias entre los ciudadanos norteamericanos y que me han dado un buen entendimiento de sus prejuicios y sus ideas sobre el resto del mundo.
Puerto Rico sigue teniendo una gran productividad literaria que abarca una gama amplia de temas, enfoques y estilos. Yo soy un novelista “joven” porque mi primera novela es de 1998, de modo que mi carrera tiene veinticuatro años; pero mi carrera de lector —y de poeta— va para los 80, de modo que diría que mi contacto con el Puerto Rico literario es extenso y ha ayudado a expandir mi experiencia como escritor.
Si compara su crecimiento y madurez como persona, médico, docente, investigador y escritor con su época actual en Puerto Rico, ¿qué diferencias observa en su trabajo creativo-investigativo? ¿Cómo ha madurado su obra? ¿Cómo ha madurado usted?
Como tal vez sepas, mi carrera como médico-investigador-profesor fue muy fructífera y exitosa. Mis trabajos me llevaron por todo Estados Unidos y el mundo a dar conferencias y me permitieron conocer a personas de muchas nacionalidades y de una infinidad de puntos de vista éticos, políticos e ideológicos. Eso también me ha ayudado en la creación de personajes y situaciones. No hay, por lo menos para mí, una experiencia mejor para madurar que conocer el mundo. Eso también contribuye a que uno madure como escritor.

¿Cómo visualiza su trabajo creativo-investigativo con el de su núcleo generacional de escritores con los que comparte o ha compartido en Puerto Rico y fuera? ¿Cómo ha integrado su trabajo creativo-investigativo a su quehacer de profesional de la salud y su trabajo escrito de interés literario?
Porque estaba muy ocupado con mi carrera médico-científica aquí y fuera de Puerto Rico, no soy parte de una generación particular de escritores. Además, cuando estuve en la Universidad de Puerto Rico, avancé a graduarme en tres años, lo que me mantuvo muy ocupado. Entonces, lo que practicaba era mi poesía y mi relación con Juan Ramón Jiménez, quien publicó mis primeros versos en el periódico de la universidad y fue mi mentor. Compartí con algunos escritores cuando regresé a Puerto Rico en 1973, pero mayormente con poetas.
He mantenido mi quehacer científico separado de mis escritos, aunque mi novela Del color de la muerte (Gaviota), requirió una extensa investigación que se facilitó por yo ser médico y tener acceso a documentos y a personas que habían tenido que ver directa o indirectamente con el caso Rhoads. Sí hay una conexión entre gran parte de mi poesía en inglés (no muy extensa) y mi profesión, pues los temas médicos abundan en ella. Creo que vale la pena mencionar que una antología publicada en Estados Unidos contiene uno de esos poemas.
Mi posición como médico científico también me ayudó a conocer personalmente y establecer amistad con grandes poetas españoles: Carlos Bousoño, Ángel González, Francisco Brines, Claudio Rodríguez y Luis Antonio de Villena. Aquí era miembro de una tertulia que duró ocho años, en la que participaban Olga Nolla, Edgardo Rodríguez Juliá, José Luis Vega y Hjalmar Flax. José Luis González era amigo y frecuentaba la tertulia.
Puerto Rico tiene relativamente pocos lectores y una gran oferta de lectura.
Ha logrado mantener una línea de creación-investigación enfocada en la literatura en y desde Puerto Rico. ¿Cómo concibe la recepción a su trabajo creativo-investigativo dentro de Puerto Rico y fuera, y la de sus pares?
Sin duda. Todas mis novelas son puertorriqueñas; en otras palabras, parte importante de la acción y los problemas son de aquí y se refieren a nuestras vidas. En Ausencia las acciones de los malos, los fuera de la ley, son abultadas por las de extranjeros (norteamericanos y cubanos), pero los efectos los sufren los locales.
Puerto Rico tiene relativamente pocos lectores y una gran oferta de lectura. Los escritores aquí tienen que competir unos con otros y con los que escriben en español y son publicados por editoriales españolas o internacionales que publican en español. Además, están los libros en inglés que también compiten por la atención de los lectores. Complica el asunto que los lectores están separados en grupúsculos que parecen leer únicamente lo que sus amigos publican. Hay, además, poca crítica que de verdad oriente al lector sobre nuevas publicaciones o segundas ediciones.
Es curioso, sin embargo, que, en mi caso, mis novelas se han vendido bastante bien aquí y fuera de aquí sin casi ninguna promoción. El interés, por ejemplo, en El vuelo del Dragón, ha producido una segunda edición, la primera de Gaviota, que acaba de salir en estos días. La falta de promoción de nuevos libros es otro problema que sufre nuestra literatura.
Sé que es usted de Puerto Rico. ¿Se considera un escritor puertorriqueño o no? O, más bien, un escritor, sea éste puertorriqueño o no. ¿Por qué? José Luis González se sentía ser un universitario mexicano. ¿Cómo se siente usted?
Soy netamente puertorriqueño. Pude haberme quedado en Estados Unidos, pero nunca me sentí que mi vida permanente iba a transcurrir allá. Los problemas que confrontan los personajes de Ausencia, aunque son comunes a todas partes del mundo, son particulares a la forma de sentir y percibir las cosas aquí. Los valores culturales y, por lo tanto, la forma de responder a las situaciones, son muy puertorriqueñas.
¿Cómo integra su identidad étnica y de género, y su ideología política con o en su trabajo creativo-investigativo y su formación en Puerto Rico?
Soy una persona liberal que cree en el bien común y me aparto de prejuicios vanos y tontos. Es algo que aprendí en el seno de una familia que no participaba del chisme, los dimes y diretes, y en la que el dinero se apreciaba, pero el desarrollo intelectual y el reconocimiento del prójimo eran esenciales para su ética. Soy intolerante, dentro de mi tolerancia, con las promesas políticas falsas y las mentiras públicas y los moralistas superficiales. Es algo que algunos de mis personajes comparten. Trato —a veces, como es de esperarse, fallo— de ver los dos lados de un argumento, mas, por mi formación científica, se me hace difícil aceptar cambios de tema para ganar argumentos o conclusiones que no proceden de la evidencia. Esa tendencia es parte integral de mi formación tanto científica como literaria.
¿Cómo se integra su trabajo creativo-investigativo a su experiencia de vida tras su paso por la Universidad de Puerto Rico? ¿Cómo integra esas experiencias de vida en su propio quehacer de profesional de la salud y escritor en Puerto Rico hoy?
Cuando me retiré y volvimos de Kentucky y Georgia a Puerto Rico comencé a ir de oyente a clases en la Universidad de Puerto Rico todos los semestres. Me sentí como si mis años allí habían regresado, y venir en contacto con los estudiantes (que podían ser mis nietos) me comprobó lo importante que fue mi universidad en mi formación como persona. Con los estudiantes de medicina nunca fui parco en señalarles problemas con su escritura o habla para que fuesen mejores ciudadanos cuando tuvieran que expresarse en público o en privado. Lo que aprendí tratando de escribir mejor me ha ayudado enormemente en mi carrera de conferenciante, tanto en ciencia médica como en literatura.
Encuentro que mucha gente lee mis libros y los procura en las librerías porque se “ha regado la voz”.
¿Qué diferencia observa, al transcurrir del tiempo, con la recepción del público a su trabajo creativo-investigativo y a la temática del mismo? ¿Cómo ha variado?
Creo que las reseñas de Fernando Gallardo Bustillo en El Adoquín Times y tus entrevistas en El Post Antillano, Letralia y Rebelión han venido a llenar un gran vacío en la literatura puertorriqueña, pues subsanan en parte los problemas que señalé antes. Encuentro que mucha gente lee mis libros y los procura en las librerías porque se “ha regado la voz”.
En cuanto a mi temática, puedo decirte que me gusta dividir mi obra en dos. Está lo que considero “la trilogía del padre”, que incluye mi primera novela, Isla Verde o el Chevy azul, El descubrimiento y El imperialista ausente (Premio Nacional de Novela del ICP en 2013). En éstas la figura del padre mueve la trama y es causa de lo que aqueja al personaje principal. No son, aunque tienen algunos elementos, autobiográficas. En ella también se puede encontrar una especie de rastro arqueológico de Yauco, San Germán y Hato Rey, con pinceladas de la vida en Estados Unidos. Luego están las de corte histórico cum thriller: El vuelo del Dragón (guerra civil española), Del color de la muerte (el caso Rhoads), Sólo la muerte tiene permanencia (la huelga universitaria de 2010) y, ahora, Ausencia. Es una combinación (la fecha de publicación de estas novelas de distintos temas casi se alternan unas con otras) que me sigue empujando a producir más.
¿Qué otros proyectos creativo-investigativos tienes recientes y pendientes?
Casi he terminado dos novelas que caen en la categoría de “históricas” (a veces eso me incomoda porque me parece que uno se está jactando… “mis novelas históricas”), cum thriller. Quiero —espero que no te incomode— reservarme los títulos y sus temáticas, aunque te puedo adelantar que una tiene que ver con el desarrollo de la bomba atómica y la otra con los movimientos feministas en el mundo. Una tercera, que escribí en 2010 y sigo trabajando, es una épica de una isla ficticia del Caribe (no tiene que ver con la política de Puerto Rico), que creo que podría tener mucha resonancia si encuentra los lectores apropiados.
Además, hay por lo menos tres poemarios que esperan su momento oportuno para mostrar sus versos.
- Fulgencio Martínez:
“Soy un poeta español, es decir, en español” - domingo 4 de junio de 2023 - Javier Febo Santiago:
“La literatura parte de la realidad, no de la ficción” - domingo 28 de mayo de 2023 - Tere Marichal:
“La narración oral de cuentos nos ayuda a definir nuestra identidad” - domingo 21 de mayo de 2023