
Mary Ely Marrero-Pérez (Bayamón, Puerto Rico, 1977) es escritora. Se formó en Creación Literaria con concentración en Narrativa en la Universidad del Sagrado Corazón (M.A., 2014). Se destaca como cuentista, dramaturga, editora, ensayista, guionista, ilustradora, poeta y tallerista. Ha sido educadora de español e italiano, y de historia, teatro, salud y educación especial. Es autora de, entre otros, El abraso: una memoria que no debía tener (2014), Hambre: que sólo puede tragarse a palabras (2015), Diez bocados (2016), Inamable (2017), Crianzas (2018), Te amo a morir (2019), Ojos de niña (2020), Cuando la memoria toma vacaciones (2020) y Maestro de sus venenos (2021). En 2021, el PEN de Puerto Rico Internacional le concedió una mención de honor en teatro por Cuando la memoria toma vacaciones. Mary Ely ha respondido todas nuestras preguntas. Todas sus respuestas son para ser compartidas con todos vosotros.
—Hace algún tiempo publicó El abraso: una memoria que no debía tener (2014). ¿De qué trata dicha novela? ¿Cómo surgió la oportunidad de trabajarle?
—En 2014, publiqué la novela El abraso: una memoria que no debía tener a través de la Casa Editora de Puerto Rico. Posteriormente, la publiqué bajo el sello editorial Lamaruca, Gesta Cultural Vitrata y su Colección Neoptera. Es una novela de realismo mágico tremendista y nihilista que problematiza enfermedades sociales deplorables como la misoginia, el racismo o la homofobia, entre otras violencias. Presento una sociedad primigenia en la que los hombres deciden si las mujeres “merecen” el abraso (la hoguera) por ser infieles, desobedientes o infértiles. En esta novela, presento el trasfondo de la configuración social cultural (religión, economía, agricultura, gastronomía, familia, sexualidad). La trama queda expuesta en péndulos de tiempos (desorden cronológico) pues el tiempo también es un asunto cuestionado en la historia. Cada capítulo presenta una nota alcance que aparenta ser un glosario, pero que realmente narra más historias que sostienen los contrapuntos y que clarifican misterios. Escribí esta novela como proyecto literario de tesis para la Maestría en Creación Literaria de la Universidad del Sagrado Corazón. Mi mentor fue el escritor y catedrático Luis López Nieves.
Las primeras obras teatrales que escribí fueron musicales infantiles.
—¿Qué relación tiene su trabajo creativo-investigativo previo a El abraso y su trabajo creativo-investigativo posterior? ¿Cómo lo hilvana con su experiencia de puertorriqueña-caribeña y su memoria personal de lo caribeño dentro de Puerto Rico y el Caribe?
—Mi inicio formal en la literatura fue a través de la dramaturgia pues, aunque exploré primero la poesía, fueron textos de cajón (de los que nadie supo hasta pasado mucho tiempo). Las primeras obras teatrales que escribí fueron musicales infantiles: Martín (escrita en colaboración con Eric Rodríguez), Historia de un zapato y ¿Te cuento un cuento? Se distancian de El abraso no sólo por el género, sino por las temáticas, el estilo y los lectores ideales. Terapia frente al espejo, obra teatral producida bajo el título Las mamas están revueltas, se hace más a El abraso por los temas sicológicos y por el tipo de público a quien se dirige, pero también se diferencia en cuanto al tono. Sin embargo, mi producción literaria narrativa y teatral posterior a El abraso sí se asemeja a los contenidos y estilos de esta novela. Las obras teatrales Juegos en el tiempo y Cuando la memoria toma vacaciones se asemejan por el surrealismo empleado para representar el trastoque de los tiempos. Hambre: que sólo puede tragarse a palabras, un libro de cuentos de corte psicológico guiados por un poema sobre diversas temáticas y metáforas respecto al hambre, se acerca a El abraso en la configuración de los personajes: patológicos y la mayoría de ellos esperpénticos. Como en la novela, presento con crudeza problemáticas sociales y caracteres enfermizos. Bajo tierra y Te amo a morir también son obras de teatro surrealistas. Enfatizo en la personificación y animalización del mal, aspectos que trabajo también en la novela. Ojos de niña y Maestro de sus venenos son novelettes psicológicas en las que expongo con crudeza la violencia y sus causas y consecuencias, retrospecciones angustiosas, se nos presenta un personaje víctima que se ha convertido en victimario, la lucha contra la conciencia, generadora de una psicosis aberrante, semejante a la que vive el protagonista de la novela. Respecto a mi trabajo poético, en los poemarios Diez bocados e Inamable procuro lo erótico fusionado a la denuncia social y a la contemplación crítica de la mujer, tres temas que persigo en mi literatura en general. No procuro exponer problemáticas estrictamente puertorriqueñas o caribeñas. Exploro problemáticas universales. Rescato la visión nihilista ante el dolor y las emociones que se concretizan en personajes que, aunque metafóricos y fantásticos, representan realidades sociales.
—Si compara su crecimiento y madurez como persona, narradora, docente, investigadora, editora y escritora (poeta, dramaturga, cuentista, guionista, ensayista) con su época actual en Puerto Rico, ¿qué diferencias observa en su trabajo creativo? ¿Cómo ha madurado su obra? ¿Cómo ha madurado usted?
—Los escritores puertorriqueños e internacionales de finales del siglo XX y XXI de todos los géneros cultivan temas y estilos variados que, sin duda, marcan una nueva generación de pensadores. Como educadora, más allá de enseñar una materia, soy responsable de provocar la observación, el interés por percatarse y proceder con conciencia social. Como además soy escritora, aprovecho mis textos para motivar todo eso. El pasar del tiempo, las lecturas que sumo (teóricas, literarias, científicas), los proyectos culturales, educativos y artísticos en los que participo y casi todo lo que hago han logrado (y lograrán) en mí darles voz a diversas patologías y a problemáticas sociales en forma de personajes cotidianos. Creo que ha sido el crecimiento personal que más atesoro. No sé cuánto (si algo) represento a mi país, a mi generación y lo que persiguen como arte los grandes intelectuales y críticos puertorriqueños. Lo importante para mí hoy es investigar, escribir, educar y crear. Si es o no valioso lo que hago, no lo dirá necesariamente la inmediatez.

—Ha logrado mantener una línea de creación enfocada en la enseñanza y la creación literaria. ¿Cómo concibe la recepción a su trabajo creativo dentro de Puerto Rico y fuera, y la de sus pares? ¿Qué diferencia observa, al transcurrir del tiempo, con la recepción del público a su trabajo creativo-investigativo y a la temática ficcional o no del mismo? ¿Cómo ha variado?
—Dirijo un proyecto sin fines de lucro llamado Lamaruca, Gesta Cultural Vitrata. Desde que lo fundé en 2015 me propuse trabajar con la edición, corrección, publicación, ilustración y publicación de libros, talleres de escritura creativa, micrófonos abiertos, certámenes literarios, exposiciones de bellas artes, montaje de piezas teatrales entre otras actividades. Ser escritora, artista, educadora y carecer de recursos económicos para promocionar la cultura en y de mi país me llevó a idear Lamaruca. Este proyecto le ha dado foro a artistas puertorriqueños e internacionales y ha sido recibido con respeto y agradecimiento por quienes realmente comprenden que Lamaruca no es un negocio. Respecto a mi trabajo creativo personal, como mencioné antes, el tiempo dirá. Por las mismas razones que he sido duramente criticada, también he sido sólidamente apreciada: la dureza con la que expongo realidades como enfermedades sociales. Aunque tengo un grupo de colegas educadores y escritores que han recibido mi trabajo con mucho entusiasmo, no escribo ni defino mi trabajo a la luz de la inmediatez.
—Sé que es usted de Puerto Rico. ¿Se considera una escritora puertorriqueña o no? O, más bien, una escritora, sea ésta puertorriqueña o no. ¿Por qué? José Luis González se sentía ser un universitario mexicano. ¿Cómo se siente usted?
—Soy puertorriqueña y vivo en Puerto Rico, con todas las realidades que eso implica. Represento a Puerto Rico en el colectivo literario Arte Poética Latinoamericana. Me presento como boricua. Sin embargo, mi trabajo creativo no se enfoca exclusivamente en “lo puertorriqueño”.
Reconozco mis privilegios y lucho contra la iniquidad, o al menos aprovecho las letras para intentarlo.
—¿Cómo integra su identidad étnica y de género y su ideología política con o en su trabajo creativo y su formación en Puerto Rico?
—Me identifico como una mujer que motiva sus procederes hacia el amor, la libertad, la humanidad, la educación, la cultura, la justicia y el servicio social. Todo eso es político y religioso (o espiritual) para mí. Para crear, parto de esos aspectos y, sin duda, mi visión queda develada. Reconozco mis privilegios y lucho contra la iniquidad, o al menos aprovecho las letras para intentarlo.
—¿Cómo se integra su trabajo creativo a su experiencia de vida como estudiante antes y después de su paso por la Universidad del Sagrado Corazón? ¿Cómo integra esas experiencias de vida en su propio quehacer de escritora en Puerto Rico hoy?
—Antes de iniciar la Maestría en Creación Literaria en la Universidad del Sagrado Corazón, culminé los créditos de la Maestría en Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, y me falta poco para culminar el doctorado en el mismo programa. Me enfrenté a la Creación Literaria con una profunda pasión (que aún tengo) por la teoría, la historia y la crítica literaria. Consciente de ello, escribo, educo y jamás dejo de estudiar.
—¿Qué otros proyectos creativos tiene usted recientes y pendientes?
—En los próximos años, espero compartir en formato de libro las piezas teatrales que ya fueron representadas en las tablas. Aspiro a escribir y dirigir más teatro. Tengo un poemario a punto de nacer. Además, seguiré trabajando en proyectos iniciados: libros híbridos, antologías, guiones, novelas… También quiero darme la oportunidad de ilustrar más libros, ofrecer otros talleres de escritura y solidificar el blog diversificARTE, mediante el cual Lamaruca expone artistas de todo tipo gratuitamente.
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