Mantras
Abdiel Echevarría Cabán
Poesía
Instituto de Cultura Puertorriqueña
San Juan (Puerto Rico), 2015
ISBN: 978-0-86581-691-6
Abdiel Echevarría Cabán (Puerto Rico, 1986) es poesía. Abdiel lo sabe. Su cuerpo, su corpus literario lo refleja. Abdiel es un poeta difícil. Es un poeta profundo, reflexivo, retante, y él no lo puede negar. Su mirada lo dice todo, su palabra como su cuerpo lo dicen también. Se inició en la poesía antes de su egreso de Literatura Comparada de la Universidad de Puerto Rico (2009), donde se reveló poeta con sus dos primeros poemarios, Peregrino entre sombras (Puerto Rico: Publicaciones Puertorriqueñas, 2005) y Estoicismo profanado (Puerto Rico: Terranova Editores, 2007). En su prólogo a Estoicismo profanado, Alberto Martínez Márquez nos dice de esa primera poesía de Abdiel:
Su primer libro, Peregrino entre sombras, asombró a muchos por su vena lorquiana y nerudiana. En mi caso particular, me llamó poderosamente la atención su tendencia hacia el hermetismo y su acento trascendentalista, donde Francisco Matos Paoli, Félix Franco Oppenheimer y Francisco Lluch Mora son referencias obligadas. Claro, todavía en algunos de poemas de Peregrino entre sombras persiste cierto preciosismo del lenguaje, por donde repta aún el fantasma del Modernismo rubendariano, y donde el poeta no puede desembarazarse completamente del intimismo romanticista que caracteriza la poesía de Julia de Burgos (justamente Echevarría Cabán la homenajea con uno de sus poemas). A pesar de ello, Peregrino entre sombras es una ópera prima que seduce por su imaginismo casi surrealista y la persistencia de un lenguaje poético trabajado a un nivel artesanal (Martínez Márquez, 2007).
De Estoicismo profanado, Martínez Márquez adelantaba que Abdiel se “adentra en la poesía de la poesía”. Para Mario R. Cancel Sepúlveda, Estoicismo profanado era ya a su vez “‘poesía de la poesía’ y una invitación a la persistencia en la creación” (Cancel Sepúlveda, 2013). Según Cancel Sepúlveda, el tono y el motivo de Estoicismo profanado ubicaban a Echevarría Cabán “en la tradición de los escritores reflexivos —lejos de la racionalidad estructurada y cerca de la anarquía y al caos— que ha caracterizado al segmento más notable de la poesía de los últimos 25 años”. Por su parte, Maribel R. Ortiz, al detenerse en parte de la obra poética de Abdiel en Estoicismo profano, resalta sus similitudes “con la poesía de los escritores románticos decimonónicos” (Ortiz, 2009). Considera Ortiz que tal similitud “podría estar relacionada con el desencanto y la pérdida de la ilusión ante el discurso de la irracionalidad y del vacío de las ideologías”.
Mantras contiene 18 poemas rebuscados, los cuales nos siguen revelando la complejidad de la poesía en la poesía de Abdiel.
Abdiel no ha dejado su poesía ahí. En su devenir por la Escuela de Derecho (2009-2013), el poeta se nos siguió revelando poeta con otros dos poemarios, El deseo forastero (Puerto Rico: Editorial Identidad, 2010) y El imperio de los pájaros (Puerto Rico: Versalia Editorial, 2011). De El deseo forastero, Nelson E. Vera Santiago ha dicho que:
Este poemario corto es, en su entereza, una enorme metáfora que resalta las ansias físicas y metafísicas ante el deseo. Sin embargo, El deseo forastero no se presenta como un libro erótico, ni mucho menos como una colección de versos contestatarios al lenguaje de la poesía romántica. En realidad, Abdiel Echevarría usa su léxico de carácter sublime, filosófico y meditativo (Vera Santiago, 2010).
A su vez, Vera Santiago nos dice de El imperio de los pájaros:
Este poemario marca un cambio en la poesía de Echevarría, quien en el pasado se ha caracterizado por su verso profundo y de complejidad filosófica.
Esta vez, el poeta se adueña de la figura de los pájaros con una metáfora trascendentalista y flexible. El libro hace un énfasis en el misticismo de las aves en las culturas antiguas a la vez que fusiona esas impresiones con la noción de misterio que fluye en la literatura queer.
Echevarría abarca de forma directa el sentido espiritual de la escritura gay, creando a su vez unos versos cargados de figuras emblemáticas de la religión, lo espiritual y la historia. No obstante, el poemario no se limita a eso, sino que arropa los temas de la soledad, el deseo y el discurso pro derechos civiles (Vera Santiago, 2011).
El imperio de los pájaros, al decir de Luis Felipe Díaz, también nos revela un Abdiel que es continuidad con aquel primer Abdiel modernista, pero que entonces no se nos revela rubendariano, sino que vanguardista y en línea con los reclamos de Juan Ramón Jiménez, César Vallejo, Pablo Neruda y Vicente Huidobro (Díaz: 2012).
En Mantras (Puerto Rico: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 2015), Abdiel vuelve y nos devuelve a la dura realidad de la vida y del tiempo que nos devela el poeta: “He visto el tiempo derretirse bajo mis pies / he sentido su calor penetrarme, / el sudor bajar lentamente / disperso, como las colillas se disuelven”. Mantras contiene 18 poemas rebuscados, los cuales nos siguen revelando la complejidad de la poesía en la poesía de Abdiel. Los 18 poemas son instrumentales para dejarnos saber las últimas pajas mentales que el poeta ha querido develarnos: “Ofende que no ceda a tu indulgencia, / ni beba del mantra racimo que cuelga / entre tus pies colgantes / la corriente, / vierte todo mi semen fecundo / entre las entrañas del abismo / y preña los muros / desolados de la herrumbre”. Su lectura nos relata, y nos delata en una muestra de deseo que a su vez evoca al poeta hablante de la faldita queer de El imperio de los pájaros que todas nos hemos puesto desde su salida: “Ahí estás frente a mí / erguida e imponente / como una aguja que embiste el mar”.
Abdiel es un enigma. Es un poeta que degusta jugar con las palabras y nuestro imaginario y sus símbolos. Ortiz (2009), al comentar “Notas”, poema recogido en Estoicismo profano, se había percatado y se lo había preguntado:
La imagen de las notas que resbalan por su espalda da la sensación de que se encuentran en un estado líquido, como notas de nieve fundida, por la alusión al invierno. Lo “líquido” es un signo de lo femenino, ¿se feminiza? Las notas son “caricias”, ¿hace el amor en ese verso? (Ortiz, 2009).
En el tercer poema que Abdiel nos comparte en Mantras, el poeta se vuelve a feminizar bajo la lúcida imagen de la caridad. Para el poeta, el cuerpo es una flor, y como tal, susceptible de marchitar. Para el poeta, tu cuerpo, nuestros cuerpos tarde o temprano serán “desperdicio, a fin de cuentas”. Mirar al poeta a su rostro, nos dice el poeta, el poeta que es Abdiel, nos dice que “provoca el temblor y el temor”. Abdiel sabe que “la garganta estridente del turno” es “mantra invisible” de un pasado que “siempre nos convierte en estatuas de sal”.
En Mantras, Echevarría Cabán es cínicamente sublime. Abdiel nos dice que los poetas como él nacieron “enfermos de belleza”.
En Mantras, el poeta se nos muestra incrédulo. Detrás de esta incredulidad se atisba cierta crítica social al “espacio citadino”. Abdiel juega con las palabras, y jode, le gusta joder con las imágenes dentro de un mismo poema poesía de la poesía: “En los bordes filosos de los dientes / arde la fogata a la sombra / de un cuerpo desnudo…”. El poeta se lo goza, se goza el dominio que tiene de la poesía cuando “corríamos o huíamos hacia delante”. Para el poeta, en toda historia de vida hay cosas que o “necesitan estar rotas para seguir viviendo” o que siquiera pueden repararse. En tal sentido, el poeta nos descifra que el abandono puede ser también el camino a la libertad individual y colectiva. Mantras es un poemario que refleja al poeta difícil, profundo y escéptico que es Abdiel.
En Mantras, Echevarría Cabán es cínicamente sublime. Abdiel nos dice que los poetas como él nacieron “enfermos de belleza”. El poeta pide no ser consolado ni diagnosticado con un trauma. Abdiel nos recuerda que el propio Freud dejó de preguntarse si se trataba de “un ápice de la libido”. El poeta se desdice y dice que: “Hay dolores que nos acompañan hasta la felicidad y se acuestan con uno”. Marta Jazmín, al respecto nos ha dicho y resaltado de Mantras:
La reflexión racionalista ante el sufrimiento amoroso, y vital en general, configura una religión contestataria, donde “los postes de luz que no iluminan” revelan otro camino hacia el descubrimiento del sentido y la esencia del ser:
“Esta carne convertida / en tierra de la errancia / sabe que la permanencia / es un mito fundacional / sin el cual es absurdo vivir / y que el abandono / es la forma más desgarradora de la libertad” (Jazmín, 2015).
Abdiel, en fin, si se las sabe, se las sabe por poeta. El poeta que no quiso que fuera pero que “sorbo a sorbo” como beso a beso lo puede ser, si algo es, otra “esa herida / errante que es el deseo”.
Referencias
- Cancel Sepúlveda, Mario R. “Poetas 2000: Abdiel Echevarría, Estoicismo profanado”. En: Lugares Imaginarios: Literatura Puertorriqueña (blog). 2013.
- Díaz, Luis Felipe. “Reseña de El imperio de los pájaros de Abdiel Echevarría Cabán”. En: (post)modernidad puertorriqueña (blog). 2012.
- Jazmín, Marta. “Mantras, de Abdiel Echevarría Cabán”. En: Realistas realengos (blog). 2015.
- Martínez Márquez, Alberto. “La poesía de la poesía: Estoicismo profanado”. En: Estoicismo profanado (Puerto Rico: Terranova Editores, 2007).
- Ortiz, Maribel R. “El sujeto romántico en el discurso poético de Abdiel Echevarría Cabán”. En: Lugares Imaginarios: Literatura Puertorriqueña (blog). 2009.
- Vera Santiago, Nelson E. “El deseo forastero de Abdiel Echevarría Cabán”. En: Ficciología (blog). 2010.
—. “El imperio de los pájaros de Abdiel Echevarría Cabán”. En: Ficciología. 2011.
- Fulgencio Martínez:
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