
Rendición
Ray Loriga
Novela
Alfaguara
México, 2017
ISBN: 9788420431888
216 páginas
¿En qué momento nos rendimos? ¿Cuál es el minuto en el que decidimos simplemente dejar de luchar, entender, o caminar? ¿Cuándo terminamos por aceptar la derrota y cargar con el peso de un mundo que simplemente no podemos transformar? ¿Qué implica la rendición?: la imposición de una voluntad, ceder la victoria, entregarse al oponente. ¿Qué es la vida sino una continua lucha? ¿No es la muerte acaso la rendición por antonomasia? Rendirse es también dejar ir, soltar, desprender lo que ya es imposible de retener.
Jorge Loriga Torrenova (Ray Loriga) ha elaborado un texto denso, profundo, atemporal y utópico; considero que el título por él utilizado es excepcionalmente adecuado: Rendición.
Publicado por Alfaguara con motivo del premio que lleva el nombre de esa casa editorial, en su edición 2017, Rendición nos recuerda esos libros sobre la condición humana, sobre lo coyuntural que es la vida y la apatía que puede generar preguntarse por el sentido de aquélla. Como bien lo resume el acta del jurado del XX Premio Alfaguara de Novela, las referencias a Kafka y a Orwell permean el texto hasta caer en una narración extraordinaria, sencilla y con profundidad. Sólo con el título, Loriga describe el proceso por el cual atraviesa el ser humano desde que nace hasta que muere. En la novela de Ray Loriga los protagonistas no tienen nombres, no los necesitan. Será suficiente con saber que viven en una época posbélica, a la sazón de los ganadores y perdedores, sin saber si ellos son parte de los primeros o de los segundos.
Todo se origina a partir de la guerra entre dos naciones, países o pueblos. Una guerra fantasmal que nadie conoce y de la cual nadie tiene noticias. Desde el principio de la novela, los protagonistas no saben por qué se encuentran en guerra, nadie sabe quién va ganando, si es que alguien va ganando, incluso, nadie sabrá por qué están luchando. La guerra terminó hace diez años, pero ellos no lo saben, tampoco saben dónde se encuentran sus hijos, esos que fueron a luchar, sin saber a ciencia cierta por qué, pero luchan. Ellos no dejaron de hacerlo.
La historia, narrada en el estilo de Loriga, no tiene lugar ni tiempo determinados, juega en espacios y momentos indefinidos.
Los protagonistas conocen a Julio. Un niño que no habla y al que parece no interesarle el contacto ni la comunicación con el mundo exterior. Al no tener a sus hijos cerca, la pareja de esta narración decidió adoptarlo, sin imaginar siquiera que Julio jugaría un papel muy importante en las últimas páginas de la novela.
No obstante el desencanto que uno podría pensar genera el tiempo de la posguerra, la vida cotidiana, amorosa y sexual del protagonista con su pareja fluye de la manera más liviana, como si a ellos no les llegaran el brazo de la miseria ni la soledad de la guerra. La vida parece continuar después de todo y pese a todo, rememorando otra magistral novela contemporánea sobre la apatía, la indiferencia y el desgano de lo cotidiano como lo es Sin destino, de Imre Kertész.
La historia, narrada en el estilo de Loriga, no tiene lugar ni tiempo determinados, juega en espacios y momentos indefinidos; podría ser cualquier lugar, podría ser ninguno, podría ser todos, por eso es atemporal y utópica.
El tono con el que Loriga describe la vida de sus personajes es desconcertante, pero terroríficamente cotidiano. Tan acostumbrados estamos a la pesadumbre y antipatía por el mundo exterior, que ya no importan las razones, causas o consecuencias. El hecho mismo parece fútil e insignificante, no importa cuán atroz o sangriento sea, una sociedad que agoniza por la guerra, parece más cotidiana: el dolor ha dejado de sorprendernos.
Considero que Rendición expone la vida de esas sociedades a las que nos estamos acostumbrando, en donde el desencanto se ha vuelto cotidiano.
La guerra continúa y los sobrevivientes no saben para qué o para quién viven. Terminan siendo desplazados de su propia antipatía. Ya avanzadas las páginas, cuando creen que la guerra terminó, los protagonistas tendrán que continuar con sus vidas en una ciudad transparente en el sentido literal de las palabras, en donde todo se ve, y lo privado ha dejado de serlo para convertirse en público, para ser exhibido y someterse al escrutinio de la masa. Esta ciudad transparente, como el lector podrá ir advirtiendo, es peculiar: todo se aprovecha, no hay nada desagradable, ni malos olores ni sabores. Incluso los manejos de desechos humanos forman parte de una estructura bien ordenada de trabajo y disciplina.
El conflicto es el detonante para la desconfianza, ¿acaso es difícil creer que todo puede ir bien? Nuestro protagonista, en un ejercicio de desconfianza e incredulidad, no puede entender el bienestar total y absoluto de esa ciudad transparente; de hecho, le advierten, se puede ir en cualquier momento, es libre, y lo intenta, o cree intentarlo, pero no puede, recordándonos los momentos más emblemáticos de El ángel exterminador, del gran cineasta Luis Buñuel, cuando una muestra significativa de la burguesía intenta abandonar una sala sin poder conseguirlo, y sin saber por qué.
La ciudad transparente acontece en cualquier lugar. Siempre es de día, en la tierra que es habitada no oscurece, y todo se ve. Las referencias a Orwell no pueden evitarse. Todo lo que hacen los protagonistas puede verse: desde actos cotidianos como lavarse los dientes o tomar los alimentos diarios, hasta la intimidad del sexo y de la evacuación de los desechos humanos. No hay oscuridad, y no hay tristeza. Curiosamente, se encuentran incapacitados para sentir pesadumbre. Están más bien determinados/condicionados para la parsimonia y la permisibilidad.
Rendición es un relato psicológico, con una trama sólida y con personajes sin nombre, pero con un espíritu bien definido.
¿Cómo fue posible que el protagonista notara que no está bien estar bien siempre? La conciencia del ser humano para darse cuenta de que no es posible que todo esté bien, es la que empujó al protagonista a percibirse en un mundo y en una vida tan frágil como cierta. El lector podrá compartir esa sensación de incomodidad e incertidumbre que se genera cuando uno lee que el protagonista nunca ha vivido la vida que cree, sino que podría haber caído en un abismo de locura. El mundo, como él lo conoció, sigue existiendo, pero fuera del alcance de sus sentidos. Ahora vive en un mundo por él creado, al que ha sido absorbido por su mente y sus inseguridades.
El lector se vuelve parte de la inseguridad del protagonista. Termina pensando, ¿y si realmente está loco? ¿Y si siempre ha vivido en una mentira? ¿Dónde termina lo real y en dónde comienza la ilusión?
En la última parte de la novela, cuando el protagonista pretende salir de su lugar de perfección y transparencia, la afrenta de la cual no podrá escapar es enfrentarse a la fragilidad de lo real. Trata de salir de un lugar en el que tal vez nunca estuvo, y todo se torna borroso e imperfecto. El final será por demás predecible o sorprendente, dependiendo de cómo se haya identificado el lector con los personajes. Hay un principio en psiquiatría que dice que el loco nunca se pregunta si está loco, más bien insiste más en su cordura; por el contrario, la gente más cuerda es la que continuamente se pregunta si estará loca, como si la duda cartesiana determinara la existencia eternamente.
Rendición es un relato psicológico, con una trama sólida y con personajes sin nombre, pero con un espíritu bien definido; a la vez es una narración existencial que mantendrá al lector sujeto a las mismas posibilidades de existencia de los personajes, tratando de preguntarse por su cordura o su sinrazón.
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