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El espíritu del verbo en Confín de medianoche, de Ana Isabel Ballesteros Dorado

miércoles 9 de junio de 2021
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“Confín de medianoche”, de Ana Isabel Ballesteros Dorado
Confín de medianoche, de Ana Isabel Ballesteros Dorado (Sial Pigmalión, 2020). Disponible en la web de la editorial

Confín de medianoche
Ana Isabel Ballesteros Dorado
Poesía
Sial Pigmalión
Madrid (España), 2020
ISBN: 9788418333002
54 páginas

Confín es el término o raya que divide las poblaciones pero también es el último término al que alcanza la vista. Confín de medianoche puede entenderse como el momento en que una vida, un día, trasciende su propio ser y cambia el rumbo para siempre. Atrás queda una vida material que no ha de volver jamás y sólo nos queda el espíritu de la palabra. La vida es ante todo la protagonista de este libro. Su autora explica que “el título se refiere, dicho en otras palabras, a un ‘paso de página’, a un cambio de vida que se sale de los límites pasados y de los esperados, a un vivir más allá de lo puramente físico y terrenal”.

Esta poesía medita sobre el cambio espiritual y vital de una persona profundamente religiosa. Y solitaria. El cambio se produce una medianoche. Para encontrarse con la espiritualidad interior, para reflexionar, es necesaria la soledad. “El silencio es la única palabra”. Pero también para poder vivir: “Sólo es digno vivir manando vida, / derramándose / como moría el agua que será magnolia”. Abundan las metáforas deslumbrantes y las referencias al mundo de la batalla: “Tropeles de floretes se azuzaban; maganeles, ballestas, arcos, mazas”. Porque la autora entiende la vida como una “guerra defensiva / o de conquistas”, con la conciencia lúcida de la muerte que a todos nos espera: “Esa es bandera con que empapelar los ataúdes”.

Como señala acertadamente Pilar Vega en su prólogo, Confín de medianoche (Premio Internacional de Poesía Sial Pigmalión 2020) “se articula sobre dos grandes metáforas. En primer lugar, la identificación clásica de la vida como combate (…). La gran otra metáfora vincula el movimiento y la vida, el vehículo y al viajero, el viaje y el periplo vital (…). Ambas construcciones metafóricas tienen mucho que ver con el confín. El mapa del territorio es esencial en el viaje y por supuesto en la guerra”.

En la obra de Ballesteros hay una linealidad en sus temas, una coherencia interna, donde nos desvela con suavidad su mundo interior.

Ana Isabel Ballesteros Dorado es una poeta catedrática de Literatura Contemporánea en la Universidad CEU San Pablo, como lo fueron muchos de los poetas de la generación del 27. Es una creadora total de múltiples registros, tanto como investigadora del teatro español e hispanoamericano o del romanticismo español, como novelista o poeta. En 2020 publicó Biografía deseada, finalista del Premio de Novela Tandaia 2019. Se trata de una novela intimista y espiritual, donde hay una búsqueda constante de la verdad, tema recurrente en su obra y que aparece también en Confín de medianoche: “Pero es que / morir / es ser / verdad”. Ambas obras tienen en común haberse publicado veinte años después de ser escritas. En la novela, el uso del género biográfico facilita la sugerencia de su propia esencia del ser, la profundidad de pensamiento que la caracteriza y su escala de valores. Y por supuesto su inteligencia y una capacidad tremenda para la creación, que es también uno de los temas que aborda en Confín de medianoche: “El verso accidentado / en la calzada / o despedido / en su fuga del centro a la cuneta…”.

Porque en la obra de Ballesteros hay una linealidad en sus temas, una coherencia interna, donde nos desvela con suavidad su mundo interior, riquísimo, por medio de múltiples recursos de creatividad verbal. Así, otro tema que también anticipa en Biografía deseada es la defensa de la vida creativa y la creación poética misma como en Confín de medianoche: “Que todos los versos / se pongan en pie: / el verso encorvado, / el verso frustrado, / el verso marrajo, / rajado a las cinco” —hora tan taurina. Esta novela entronca con la poesía de Ballesteros porque también es lírica: “aquí huele a marzo en Sevilla”.

Recuerda Ballesteros esta cita de Pitágoras: “La sabiduría precisamente comienza por el silencio”. Siempre me ha parecido curiosa la poesía del silencio que subyace de alguna forma en este Confín de medianoche: “Es un silencio / como una arruga antigua, / como un papel fallido de desecho”. Un silencio que emparenta con la actitud contemplativa, religiosa, que caracteriza esta entrega poética. Por otro lado, como explicó José Manuel Lucía Megías, este título es un libro crisol. Y añade: “La condensación es la característica de la poesía de Anabel Ballesteros, como buena especialista en el romanticismo. Al tratarse de una profesora poeta —como ya hemos comentado—, ambas figuras se autoalimentan en la búsqueda del lector romántico”.

Tercio de muerte fue el primer libro de poesía de la autora madrileña que publicó Pre-Textos, galardonado con el Premio Villa de Cox en 1997 (1998). Se trata de un conjunto de poemas taurinos de lirismo desbordante y a la vez prieto, como si ciñese la cintura de un torero. Tanto en Tercio de muerte como en Confín de medianoche, el soneto es la forma tradicional que Anabel Ballesteros domina y alterna con estrofas inéditas, nacidas de su invención, en unos versos que parecen libres pero cuya música y ritmo clásicos nos indican que no lo son. Llega a inventar nuevas estructuras métricas, que incluso pueden ser un moderno palimpsesto, donde aparecen referencias al mundo de Internet en que vivimos. Como explicó acertadamente Jorge Barraca: “Respecto a las combinaciones métricas propias, hermana la medida del verso a su intención, y el sosiego, la armonía, el contento se acompañan de heptasílabos, eneasílabos o endecasílabos, mientras que las órdenes imperativas se resuelven en hexasílabos, decasílabos, dodecasílabos…”.

Su poesía es culta pero sin alardes. Una lírica repleta de guiños a otros poetas y de ironías llenas de colores.

Así sucede en casi todos sus libros, muchos de ellos inéditos por ese empeño perfeccionista que caracteriza a nuestra autora. En Confín de medianoche nos ofrece sonetos que incluso evocan a Lope de Vega: “Si no se es capaz ni de un soneto. / Lo vivido se cela en un misterio”. Este soneto ejemplifica con claridad una de las columnas vertebrales ya aludidas de Confín de medianoche, el tema de la palabra y el verbo: “Alborotan vocablos y alfabeto. / prueban verbos, alertan el criterio / de ritmos que siniestran cautiverio, / solos, sin pasaporte y con un veto”.

Las influencias en su obra viajan desde el clasicismo de Schelling o Hurtado de Mendoza a la mejor poesía latinoamericana de Rubén Darío, Vallejo, Neruda, Borges o la poesía de la España desde los cincuenta a los noventa, cuando Anabel componía su obra con la inmediatez de sus contemporáneos. La alternancia de la creación con la docencia sobre la poesía caracteriza a esta poeta madrileña. Ballesteros enlaza la tradición con la poesía más moderna: “Timbrear cada vocal, / aprender el sonido en cada sílaba / con las cadencias de hoy”. Su poesía es culta pero sin alardes. Una lírica repleta de guiños a otros poetas y de ironías llenas de colores. Pero también es una poesía con ecos filosóficos, como sucede en el resto de su obra, intuimos a Descartes, Sócrates, Aristóteles, Schopenhauer… Esta creadora madrileña desgrana en toda su obra cierta actitud crítica frente a los tópicos del amor: “El querer vuelve tonto / (dicen tantos) / y planta la mejilla al puñetazo / mejor dado, / porque el afecto se alza en estandarte / y vence el suelo”.

Vemos en estos versos la alusión a la mejilla del cristianismo. También cita alguno de los sacramentos: “Siempre las veras / van sin identidad / y sin bautizo”. Su poesía nos evoca la contemplación de los místicos como san Juan de la Cruz o Juana Inés de la Cruz: “¡Y no pararse a contemplar la noche!”. Santa Teresa de Jesús en su Camino de perfección también hacía uso metafórico del vocabulario bélico, como Ana Isabel Ballesteros: “Estas armas han de tener nuestras banderas”. Incluso, Dios está presente desde el primer soneto del libro: “Y las manos de Dios, tras cuarentenas, / las alivian, en vendas las envuelven, / su vigor y sus líneas les devuelven”. El libro inicia con este soneto dedicado a las manos: “Las rayas de la vida eran perfectas”. Hay que recordar que en el Antiguo Testamento la mano de Dios simboliza a “Dios en la totalidad de su poderío” y eficacia. La mano de Dios crea y protege. En Confín de medianoche también se evocan otras formas orientales de espiritualidad: “habitar las pagodas / el yang y el yin”. Es una poesía riquísima en referencias de toda índole, que sólo se entiende en el confín del espíritu y el verbo a medianoche.

Carmen Díaz Margarit

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