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Pulsiones
(sobre el poemario De la muerte y otras pulsiones, de Dalimar Medina Chaverra)

sábado 11 de septiembre de 2021
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Dalimar Medina Chaverra
Medina Chaverra ganó en 2015 el premio Rafael María Baralt con De la muerte y otras pulsiones.
Los pinares gimen cuando pasa el viento
El sol golpea en el suelo y las piedras arden.
Playa, Sophía de Mello

Sintamos al palpar la textura poética de una joven nacida en Cabimas, ciudad petrolera del estado Zulia de Venezuela; Dalimar Medina Chaverra. Heredera de los acordes de las costas y el sol, la danza de los chimbangueles y la salsa que respira las calles de su segunda tierra, La Guaira.

Cuando hablo de Dalimar, respiro arena de mar y su oleaje, el litoral central escudado por el impetuoso Warairarepano, pero también las barriadas de una Cabimas de pintores, poetas y gaiteros, de muchachos que corren detrás del balón en las canchas laurelianas.

Cuando hablo de “Dali” recuerdo mis primeros momentos en un universo en el que constela la palabra. La poeta de origen cabimense me invitó a comulgar con nuestros amigos poetas en el colectivo literario La Acera de Enfrente, plataforma que nos sirvió para la formación y tributar a la más universal de las artes.

Más adelante, así como lo hace el mar, “Dali” nos trajo entre su oleaje de versos el poemario De la muerte y otras pulsiones, con el que obtuvo en el año 2015 el Premio Nacional de Literatura Rafael María Baralt, mención poesía; posteriormente publicado, en una edición artesanal, por la editorial Novilunio, y en el año 2017 por el Fondo Editorial de la Universidad Rafael María Baralt, UNERMB.

Esta antología de poemas que tocan temas profundos, como son la muerte y la feminidad, la sexualidad y el erotismo, revive diversas circunstancias en la vida de la poeta.

Está dividida en dos capítulos. El primero es “De la muerte” y el segundo llamado “y otras Pulsiones”. En él, sin renunciar al lenguaje sencillo, coloquial, e incluso recurriendo a vulgarismos, al voseo y la fluidez característica del dialecto zuliano, Medina Chaverra nos comunica, de manera muy precisa, sus sentimientos.

Cuando lo leí, me sumergí en las lágrimas de despedida que rompieron la mirada de la poeta. El adiós inexorable que se afinca en el corazón como un grito. Que viene con su mano huesuda a llevarse las sonrisas que le abrazaron. Dedicado a su tía Susana Chaverra y a su padre Marcos Medina, Dalimar inicia este primer capítulo con un epígrafe de Antonio Machado, que define a la muerte como algo a lo que no debemos temer.

Unidad de Cuidados Intensivos

La primera vez que le vi en coma
Le susurré para no alterarla
La última vez, le ladré un grito para no morirme
Y para romperme el alma
El galeno
Lo contó de súbito
“Hora de la muerte, 5:15 de la tarde”

Se convierte entonces la muerte para Medina Chaverra no sólo en un motivo que compromete al adiós, al desencuentro, sino también en un motivo para despedirse de los temores, del dolor que surge tras la pérdida definitiva.

…Si acaso escribo salen letras de terror
Ojalá viniera la muerte a mí de golpe
Inocente yo que decidí venir a este paseo
Viaje de pasadizo secreto
Juego del diablo
Ruleta rusa del infierno
Y yo me tuerzo los huesos…

Cuando me enfrenté al segundo capítulo de este poemario de Dalimar, me encontré con la voz de muchas mujeres. En el latido sembrado en sus letras, toqué otras texturas. A las zulianas María Calcaño y Lydda Franco Farías, las argentinas Alfonsina Storni y Alejandra Pizarnik, entre otras.

Su voz está llena del vestigio de los amores que le atormentaron, que consumieron su paciencia, pero también me encontré a una mujer llena de muchas mujeres que se debaten a duelo la piel, el mar y el sol.

Histeria

Cuando estoy sola suelo desnudarme y caminar en tacones
por mi habitación
Siento que me pueblan otras vidas
Converso con ellas
Y si son muy moralistas las mando al mismísimo carajo
Y me quedo hablando con los tacones

Asimismo, descubrí que dentro de su lenguaje, abundado por coloquialismos zulianos, también desbordan los símbolos de la religión cristiana. Influenciada por años de convivencia en la Iglesia protestante, Dalimar deja que el erotismo de su poesía cabalgue junto al poder divino.

Árbol de vida

Tu saliva me resulta un rico ungüento

Conjurado en sereno y velas de colores

Sacro en todo su sabor me resulta tu lubrix

Sois lo angelicalmente inicuo
Sois la luz de mis tinieblas
Que nos expulsen del paraíso por comernos nuestros frutos
Pero que no nos vistan por favor

En este poemario no existen los titubeos, la censura ni el temor a los prejuicios. Está lleno de irreverencia, es una ola que se aproxima y rompe contra los arrecifes.

Yo me descubrí, como muchas, en la voz de Medina Chaverra, en la textura que da relieve intenso, sensual, rebelde a la poesía que pulsa toda la piel de esta poeta.

Orgasmos

Cuando me dejas en éxtasis, levito
Y puedo ver los cuatro vientos que sostienen la tierra
Subo un poco más y “jalo” las barbas del creador
Luego en espasmos retorno a tu pecho dulce y fiero
Ávido y mío
Desterrame si queréis
Desde arriba no se ven las fronteras
Con estos orgasmos que vos me dais, qué diablos va a
importarme la palabra patria.

Sarah Ester Espinoza Márquez

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