

El ángel que nos mira
Thomas Wolfe
Novela
Editorial Verbum
Madrid (España), 2020
ISBN: 9788413372860
562 páginas
I
Leer a Thomas Wolfe era, principalmente, una deuda que tenía conmigo mismo. Siempre había algo que rodeaba el nombre de este norteamericano, como una especie de llamado. Y sin embargo mi aproximación no dejaba de ser fragmentaria, dispersa.
II
Hasta que decidí leer la novela que más resonaba a mi gusano lector: El ángel que nos mira (Look Homeward, Angel). En ella se narra el crecimiento de Eugene Gant, desde su nacimiento hasta el principio de su adultez y madurez.
III
Esto último a manera de simplificación o síntesis. Pues, ¿qué implica el nacimiento y la madurez? Nacer y vivir son acontecimientos que van más allá de nosotros mismos. Si bien la novela está enfocada en gran parte en Eugene, se nos propone adentrarnos en los pormenores vitales que llevan a Eugene a ser Eugene; no por nada la historia de Eugene comienza por Oliver Gant y Eliza Pentland, padres de siete hijos de los cuales el último es el protagonista.
IV
La casa donde pasa su infancia está marcada por las vidas de aquellos mayores que él: sus padres y sus hermanos. Estos personajes, con sus vicios, defectos y virtudes, son los que dotan de movimiento la vida temprana de Eugene. El conflicto en la novela es algo periódico; como una espada de Damocles que se cierne sobre las cabezas de la familia permanentemente. Sea la tacañería de Eliza, el alcoholismo del viejo Gant o el del hermano mayor Steve, cada cierto tiempo la casa es centro de conmoción.
V
Altamont, el pueblo donde viven los Gant, es también una suerte de personaje; el ajetreo, la gente que va y viene, los vivos y los muertos son entes que de una u otra forma impactan la vida interior de Eugene y sus parientes. Los hechos en Altamont son conocidos por todos; la relación de los personajes con Altamont parece de resignación e incluso aversión, y, sin embargo, no parecen hallar salida de ahí. Es notable cómo Oliver Gant odió al pueblo desde que llegó y jamás se fue.
VI
Subyacente a los conflictos humanos está aquello que tanto fascina a Eugene: el mundo exterior, la naturaleza, el misterio y lo desconocido. La figura de la primavera siempre presente como renacer y vitalidad:
Pero, en medio de la atrafagada marcha de las razas hacia su extinción, permanecía el ritmo gigantesco de la tierra. Pasaban las estaciones en majestuosa procesión, y la fecunda primavera volvía siempre al mundo: nuevas mieses, nuevos hombres, nuevas cosechas y nuevos dioses.
VII
La lucha de Eugene es una de liberación y de autoconocimiento. El mundo exterior, tanto en el niño como en el adolescente, hace crecer en él un profundo deseo de vivir, de libertad y soledad. Cerca del final de la novela Eugene se va de Altamont, y en un diálogo con una aparición-sueño de su fallecido hermano Ben, Eugene le pregunta “¿Dónde está el mundo?”, a lo que aquél le responde: “En ninguna parte. Tú eres tu mundo”.
VIII
Lo que más atesoro de la novela es la búsqueda bajo la narración. Se lee como la mirada de un ángel que ve todo pasar, lo pasado, hacia adelante y hacia atrás simultáneamente; ese lenguaje olvidado: lo perdido. Todo aquello que fue y lo que será para siempre, el río de la vida cuya fuente interior es la memoria y cuyo cauce termina en los ojos lanzándonos a vivir.
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