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Poemas de Javier Gutiérrez Lozano

lunes 28 de septiembre de 2015
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Una verdad sobre la nieve

La tarde escondía su temor por debajo de los puentes
y Belgrado era una luz
capaz de derrotar a los que sueñan con los ojos cerrados.

La nieve abastecía los miedos de la leña
y yo tocaba el frío con tu mano
guardando para ti sólo el hogar
que he ocultado en mis bolsillos.

El tiempo era insuficiente en el Danubio
y a toda prisa sumergías tus pies
en el agua que creíste un mar.
Y era tan lejana la verdad como tus miedos
———-a la otra orilla,
tú sabías que el río olvida su pasado
pero el mar es un infinito camino de vuelta.

A esta ciudad le sobran batallas como a tus pasos
———-derrotas, y sobra decir
que para ti has guardado la otra cara de la verdad.

Es diciembre en Belgrado
pero tus pies pequeños ya conocen
el frío que se arroja en el suelo de toda una ciudad.
Ahora enciendes un cigarrillo para verlo extinguirse entre la nieve
y renuncias a todos los nombres que no han podido
pronunciar el tuyo:
son aquellas las ciudades que debajo de sus puentes
ya no saben despertar.

Quizá sólo fui yo quien recorría aquella noche
sólo yo hacía de la nieve un rumbo hacia el camino
———-donde esperas.
Pero, mientras, has tomado el resto de los días
———-con tu mano
—cubriéndolos de ti— para guardarlos dentro del calor
———-de mis bolsillos.

 

Lecciones a un padre

A Emiliano Santamaría

Cuando en tu arma
no reconozcas el dolor
ni la fuerza del gatillo

adviértele a tu hijo
que el odio también se hereda.

 

Dos hermanos y una cama

He cambiado ya las sábanas
pensando que te has ido, que tu molesto torso
no habrá de hundirse más en esta cama
que me mira olvidada,
extraviada de ti,
que no supiste decirle adiós con tus sudores,
y tus cabellos cortos,
y con todo tu sexo derramado,
cuando en ésta jamás debiste pagar cuota
dependiendo del amor o la aventura.

Ingenuo tú, que te creíste libre de no visitar más esta casa,
de no ser testigo habitual de una cama en desorden,
como tu vida
que destendías a media noche para llenar la almohada
con tus penas, faltas o cenizas de cigarro.
Quién fue sino esta cama
el secreto de todas tus amantes,
la tinta desbordada de tus poemas mal escritos
y la lucha eterna de un hermano
que hoy reclama a estas sábanas tu ausencia
y en esta cama
que olvida tu figura sumergida
en todo lo que fuiste mientras poblabas sueños.

Al otro lado de la guerra
supe que tu cuerpo fue envuelto en sábanas extrañas
y decidí olvidarme de estas tuyas,
pues fueron otras
———y otros brazos——-y no los míos

los que envolvieron tu cuerpo
cuando más lo necesitabas.

 

Que comiencen los aplausos

A Diana, Tara y Milan

Había que decirle al mundo
que en Yugoslavia
no éramos nosotros,
———éramos todos.

Porque el camino siempre lleva dos direcciones
y no lo puede detener el tiempo,
la dirección se gesta en nuestros pasos:
en la distancia siempre habrá un principio
si en un constante ritmo se aferra el caminar.

Tal vez las celdas nunca sean espacio para los culpables,
mas los días de odio resbalarán en tiempo limpio,
si las manos que podrían dar muerte
———son pintura que brota en el futuro.

Ojalá que todo esto fuera un espectáculo de teatro
en el que somos todos, y no una sangre, una raza,
una humanidad destinada a romper con cada lazo.

Por suerte, también nuestras manos
montaron esta obra
en la que todavía nos mantenemos juntos.

Que sean los diálogos de nuestra escena
los que hagan volver a cada uno
al lugar donde todos seríamos nosotros.

 

Biće bolje

En 1983, Kemal Zuko, residente de la ciudad de Sarajevo, fue operado de un tumor cerebral. A pesar de haber sido una cirugía exitosa, los estragos del tumor fueron graves y nunca pudo valerse por sí mismo.

Kemal pasó diez años a cargo de su hermana, misma quien, en una entrevista para la televisión internacional, confesó que cuando los bombardeos recrudecían, no tenía el valor de quedarse dentro del apartamento, abandonando a Kemal para sólo visitarlo por las mañanas.

Kemal, destinado a pasar sus días en la cama, mencionó frente a las cámaras que ya nada le asustaba, excepto el hambre. No obstante, empeñó sus palabras afirmando que a pesar de esta enorme tragedia, todo estaría bien… todo estaría bien (biće bolje… biće bolje).

En esta guerra nada ya me duele,
excepto el hambre.

Kemal Zuko

Y qué decirle a un hombre que lo ha perdido todo
si la noche es la luz de su ventana
y recuerda una vida no vivida.

Pisar ahora la orilla de un río
que fue nostalgia, que fue el cuerpo desnudo
de un amante,
es hoy el primer paso de la caída,
la muerte que regresa con las aguas, y el río
un varadero de quien ha olvidado seguir sus propios pasos.

Cómo hablarle de mi tierra, de aquel árbol que es mi padre,
y la profundidad de aquellos ojos que me despiertan,
que son el origen, el comienzo del cauce a ciegas,
cuando la corriente que conoce sólo limpia
el rastro de todos los caídos.

Cómo hablarle de ti, a este hombre que cree
que el invierno son las huellas de alguien que se marcha,
y la nieve es el agua que evita a los sedientos.

Quién soy yo, vida mía, quién soy yo
éste a quien tanto amas,
sino sólo un testigo más de la desgracia.

Qué es el amor, este querer vivir tan a pesar de todo.

Sordo es el hombre
que responde a las voces del pasado,
———y yo
quiero vivir todo aquello que se cortó en sus vidas.

Nada me asusta ya,
pues me he quedado sordo.
No escucho el bombardeo;
me he ensordecido a todo ello…
Biće bolje, biće bolje.

 

Con rumbo hacia la muerte

Existen dos caminos con rumbo hacia la muerte:

el primero de ellos dice que la soledad
es la otra cara del hastío,
y el abrir la carne ante la duda
sólo alarga la agonía.
Se cerrarán entonces las puertas al intruso
dejando que en la casa sólo habiten
———las huellas del arrepentido.

El segundo camino lo he tomado yo,
cuando supe que en tus manos
probaría la vida
———aunque muriese en el intento.

Qué podría saber de la derrota sin haber amado.

(Textos del poemario No sólo lluvia; cuaderno de Sarajevo y Belgrado. Valparaíso Ediciones, 2015).

 

Sobre la hierba intacta

A Karen Palou

Hay bosques que guardan en la fragilidad de la tierra
el vestigio de todos sus incendios,
el momento exacto en el que cada goce y cada rastro
fueron el origen de la hoguera.

De las ramas de todo árbol
emigró en un vuelo
la vida de los miedos persistentes,
cuando el fuego asediaba la maleza
y el resurgir advertía los colores del peligro.

Ha sido, sólo así, que el bosque
ha construido la certeza en todos sus caminos;
la hierba y los campos nuevos pueblan con sus huellas
el polvo de una llama que supo bien dónde extinguirse.

Mientras el día comienza en toda latitud,
mi siguiente paso se ha aferrado al lodazal de la pendiente,
la misma que recuerda, que la humedad de los senderos,
siempre nos alejan de los riscos.

Recorro la inmensidad del bosque
y ya quiero mirar tus pies descalzos
mojando la huella de mi rastro, sobre toda la hierba intacta.

(Poema inédito, 2015)

Javier Gutiérrez Lozano
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